PATRICK ROTHFUSS
He pasado muchos años desligada totalmente de
la literatura fantástica. Bueno, no, no exactamente. Seguía leyendo, pero nada
nuevo. Cuando me apetecía leer algo de ese tema me limitaba a releer lo que
tenía por las estanterías. Eso hizo que
no estuviera al tanto de las novedades, salvo para enterarme de si Martin la
había palmado ya antes de publicar el siguiente libro de la saga o si de
repente nos sorprendía acabando el que llevábamos años esperando.
Hasta el año pasado en que, de forma totalmente
fortuita tropecé con gente aficionada a este género de literatura y decidí
retomarlo, tenía el tema abandonado. Poco a poco voy poniéndome las pilas y voy
descubriendo libros y autores que para mí son nuevos, mientras que para la
mayoría de los aficionados al género, sobre todo para aquellos más jóvenes que
yo (la inmensa mayoría, por no decir todos), y que dominan el inglés, ya es literatura
anticuada.
En este renacimiento de mi afición literaria,
herencia de una infancia y una juventud algo extrañas, y viendo todos los
comentarios elogiosos de este libro en webs, blogs, foros y demás mentideros
del fantástico patrio y ajeno, decidí echar un ojo a esta afamada novela,
pensando que me había perdido algo meritorio.
La verdad es que me decepcionó bastante. Creo
que me podría llevar a pensar que tienen razón aquellos que dicen que no hay relatos
nuevos, que todo está ya contado, que lo que vale es la forma de contarlo y de
hacer más o menos creíbles e interesantes los personajes y las situaciones.
Podría, si no fuese porque sí he leído
algunas de esas historias que cuentan cosas nuevas.
Y esto es lo que me pasa con este libro. Hubo
momentos, muchos, en los que pensaba que ya había lo leído, y otros en los que
sabía lo que iba a pasar, que lo veía tan predecible y tan manido, que me daba
rabia no ubicarlo en una novela determinada, pero no lo hacía, porque solo
pensaba en literatura fantástica. Conocía la historia, perfectamente, y
conforme avanzaba se me hacía mas y mas familiar, pero seguía descolocada.
Hasta un tiempo después de haberlo terminado,
no pude enfocarlo con otra perspectiva. Fue entonces cuando descubrí con que
libros lo asociaba de tal forma que parecían solaparse el uno con los otros
hasta formar una sensación de “dejá vu”. Quizá no sea tan parecido, quizá solo
sea una asociación relativa, pero la verdad es que cuanto mas pienso en ello,
mas elementos de conexión le encuentro con “El médico”, la famosa novela de
Noah Gordon, y en un plano distanciado, con “Retorno a Brideshead”, de Evelyn
Waugh, y por supuesto con Harry Potter, aunque con esta tiene en común lo mismo
que cualquier otra novela ambientada en una universidad anglosajona, aparte de
un personaje calcado del bribón Draco Malfoy.
Con la primera, las semejanzas de la trama son importantes:
mientras el joven Kvrothe pasa su infancia con una troupe de titiriteros y su
adolescencia como arrapiezo en la ciudad, para acabar pasando su juventud en
una universidad donde aparece como alumno aventajado pero paria, Robert Cole
pasa su infancia como arrapiezo de Londres y su adolescencia como aprendiz de
barbero y titiritero ambulante, lo que le da al instrucción necesaria para,
cuando llega a la universidad de sus sueños, ser un alumno aventajado pero
paria. Ambos tienen un don que los hace especiales, aunque no se trate del
mismo, y ambos maduran y encuentran la amistad y el amor de las mismas maneras.
Quizá el hecho de que una transcurra en un periodo medieval concreto de la
historia, y la otra esté ambientada en una época medievalista muy similar aún
hace que las semejanzas sean mayores.
Respecto a la segunda novela con la que la
relaciono, “Retorno a Bridesead”, fue sobre todo el ambiente de la universidad
lo que me hizo recordar, más que al libro de Evelyn Waugh, a la extraordinaria
serie de la BBC. Puede que alguno la recuerde como la que lanzó al estrellato, a
principios de los ochenta, a un joven y fascinante Jeremy Irons. Pero es sobre
todo la relación del protagonista con Julia, la hermana del impresionante
Sebastian lo que me viene a la mente cuando recuerdo ciertos pasajes de “El
nombre del Viento”, que no voy a desvelar aquí, a riesgo de “spoilear” al
personal.
Respecto a los personajes, son bastante
planos y estereotipados. Si Kvrothe quiere ser cínico y descreído cuando se nos
presenta como un cantinero, tiene que practicar mucho para alcanzar a Athos,
por ejemplo (el mosquetero de mayor edad de los tres que Dumas hizo famosos), o
al mítico Philip Marlowe. Y cito estos
como prototipos antiguos que ya le daba mil vueltas al significado de personaje
amargado, irónico, torvo y oscuro cuando los abuelos de estos autores aun no
sabían ni por donde se cogía un lápiz. El resto de los personajes son meras
comparsas sin personalidad, totalmente olvidables.
Lo único destacable es el estilo narrativo,
que no es que sea ninguna maravilla, pero engancha, es de fácil lectura, y hace
que entretenga lo suficiente como para ser leído con bastante agrado. Y hoy día
ya es de agradecer que sea así ya que es lo único que nos puede aportar una novela
que no se esmera nada en la trama ni en los personajes. Es la gran ventaja de
este escritor. Ha escrito muy bien una historia ya escrita y para quien le
venga de nuevas, puede ser la gran maravilla de la literatura fantástica.
No sé. A mí si me quieren contar caperucita,
tendrán que esmerarse mucho más para que después me trague la bella durmiente,
que por lo que van comentando por ahí quienes la están leyendo en inglés, tiene
toda la pinta de ser la segunda parte. Esperaré,
a ver que dicen los que la leen en castellano, ahora que acaba de salir.
Angeles Pavía
FICHA TÉCNICA
Título: El NOMBRE DEL VIENTO
Autor: PATRICK ROTHFUSS
Editorial: DEBOLSILLO
Páginas: 872
ISBN: 84-9908-247-9
Género: Novela / Fantasía Épica
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