Este material fue enviado por Jorge Zambrana a gclibros@yahoo.com, a quien agradecemos enormemente no sólo su contribución a nuestro blog, sino también a la cultura, la historia y el debate, en definitiva. Dado que el mensaje es muy extenso y muy bien fundamentado, luego de varios días de puesta en común, hemos decidido publicar toda la información recibida. Cabe aclarar que las expresiones y comentarios utilizados en este post no representan, necesariamente, las opiniones de quienes llevan adelante este blog; sino que son de pura responsabilidad de los autores del mismo.
Atendiendo a la amable invitación de Ustedes, les envío respetuosamente mis comentarios acerca del libro: "Atacama" de Claude Michel Cluny, impreso en Octubre 2008, el mismo que contiene una serie de falsedades, puesto que contradice a la verdad histórica.
La historia colonial y republicana de la América Española testimonia que el Departamento del Litoral de Bolivia, que era la antigua provincia de Atacama, perteneciente a la Intendencia de Potosí, limitaba al norte con Perú en el paralelo 21°28' donde desemboca el río Loa, y por el sur limitaba con Chile en el paralelo 25°28' donde desemboca el río Salado. A partir del año 1874 el límite fue modificado al paralelo 24°.
Todas las falsedades que contiene el libro han sido corregidas por el Ingeniero Civil y Analista de Historia Jorge Edgar Zambrana Jiménez.
Observaciones al libro "Atacama: essai sur la Guerre du Pasifique 1879-1883"
El libro de referencia, el mismo que está lleno de falsedades, ha sido publicado el año 2000 por la editorial E.L.A. La Différence de Francia, a instancias del Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia, en el marco de las Misiones Stendhal, y cuyo autor es Claude Michel Cluny, poeta, novelista, ensayista, editor, crítico de arte, experto en cuestiones geopolíticas con los Estados de América Latina, laureado con el Gran Premio de la Academia Francesa y el Premio Guillaume Apollinaire. Existe traducción castellana del año 2008 por el Fondo de Cultura Económica, México.
Observaciones efectuadas en La Paz, Bolivia, el 28 de Octubre de 2009:
A Bolivia se le ha cercenado el territorio que constituía la verdadera válvula de su vida, pues hemos quedado completamente aislados del mar y con un carácter de tributarios de las naciones limítrofes. Así como el principio de la vida de familia tiene por condición el suelo y el territorio, análogamente para la industria el elemento que la anima es el mar. Todas las grandes naciones, las que hacen un esfuerzo para industrializarse, tienden al mar. Es categórico que en la era del comercio mundial ningún país puede conseguir ningún grado de autodeterminación sino en intercambio con aquél, y ello solamente se logra en forma efectiva con puertos propios y soberanos en el mar.
Nos han quitado nuestra independencia que es un derecho inalienable e imprescriptible y que se lo debe considerar fuera del alcance de las transacciones humanas. El tratado de 1904, impuesto por la fuerza militar, ha incurrido en una violación flagrante de ese derecho primordial. La comunidad internacional reprueba y anula todo tratado que afecta directamente a la independencia de los pueblos.
El territorio es la primera y más sagrada de las prioridades nacionalistas; su enajenación es cosa tan grave que sale de la vida común y ordinaria de un pueblo. Tal acto está fuera de las facultades de un gobierno y aún del congreso nacional. La naturaleza del pensamiento democrático le impide aceptar que nuestro país se subordine a otro a causa de invasión y piratería por fuerza militar, repudiadas por la razón y la comunidad universal. Cualquier agresión "victoriosa" no constituye fuente de legítimo derecho y sólo es un brutal desprecio de los valores morales y del derecho internacional que no reconoce la conquista, mediante fuerza bruta, de territorios ajenos.
La República de Chile se hace la ilusión de que ha enterrado el derecho marítimo boliviano y de que sobre el mismo han colocado la misma lápida que han puesto sobre nuestros puertos y el río Lauca, cacareando a los cuatro vientos de que "es un asunto zanjado para siempre y que no deben nada, ni están obligados a nada, mucho menos a devolver un puerto".
La invasión filibustera, agresión, ocupación, depredación y actual dominio de nuestro litoral por la fuerza militar y la violencia usurpadora que obligó con coacción a firmar el injusto tratado de 1904, es inadmisible e ilegítimo. La cancillería chilena dice que son "derechos de victoria"... ¿Llaman derechos al cohecho anglo-chileno? ; ¿Llaman victoria al asalto premeditado y agresión a un país indefenso?
El embajador de Chile en La Paz, el 13 de Agosto de 1900, nos escupió en la cara su célebre brulote sin parangón en los anales diplomáticos de América, manifestando: "El antiguo litoral boliviano es y será para siempre de Chile, quien lo ha ocupado y se ha apoderado del mismo con el mismo título con que Alemania se anexó las provincias francesas de Alsacia y Lorena, con el mismo título con que los EE.UU. han tomado Puerto Rico. Nuestros "derechos" nacen de la fuerza bruta agresora y victoriosa, la ley suprema de las naciones. El litoral es rico y vale muchos millones; eso ya lo sabíamos; lo guardamos porque vale; que si no valiera no habría interés en su conservación. Chile no debe nada, ni está obligado a nada, mucho menos a devolver un puerto".
En esas fechas, cuando Francia e Italia protestaron contra el atropello expansionista chileno y amenazaron con intervenir en el conflicto, Alemania se pronunció por intermedio de su Canciller Otto príncipe de Bismarck diciéndoles prepotentemente: "Dejen a Chile que aproveche el fruto de su agresión victoriosa", y envió una misión a asesorar a Chile en una nueva reorganización de sus fuerzas armadas. Cada vez que llega un nuevo Cónsul chileno a presentar cartas credenciales a La Paz, la ingenua y estúpida prensa boliviana le pregunta: " ¿Qué piensa del pedido boliviano de un puerto? "; y el nuevo escupitajo agresivo no se hace esperar : "Bolivia puede tener todas las aspiraciones que quiera, pero no tiene ningún derecho al mar"!
De igual manera, es incongruente que el año 1929 Chile y Perú, sin convocar a Bolivia para el efecto, firmaron el Tratado de Amistad y Límites en el cual especifican que los gobiernos de Perú y Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia los territorios que quedan bajo sus respectivas soberanías. De esta manera, el país del que fuimos aliados durante la guerra, se ha confabulado con el agresor para encerrarnos detrás de Los Andes, quedando ellos como centinelas de nuestra prisión, con el compromiso de que ninguno puede abrir la salida sin el consentimiento del otro. Ello contradice la Convención de Viena de 1968 sobre el derecho de los tratados entre Estados, la cual en sus artículos 34 y 35 establece que: "Un tratado entre dos Estados no puede obligar a un tercer Estado sin el consentimiento de éste expresado por escrito".
La hija predilecta de Bolívar, no puede vivir eternamente mutilada, expoliada, clausurada, anquilosada y encadenada con el dogal mediante el que se la ha reducido con implacable injusticia bajo los tratados de 1904 y 1929, vulnerando la geografía y la historia. Es un problema con características coloniales, existiendo agresión y usurpación territorial por la fuerza, explotación intensiva de recursos y riquezas ajenas y una continuada ocupación y dominio ilegales que ya duran 131 años. La Nación Boliviana proclama su reintegración marítima como atributo esencial de soberanía, desarrollo y progreso. Los esquemas y fronteras trazados el siglo XIX a punta de bayonetas y cañones, hay que hacerlos de nuevo en función de un mundo moderno y dinámico.
La obligada mediterraneidad a que Bolivia ha sido sometida, clama pronta reparación. Recuperar el mar será reencontrar el destino marítimo de nuestro Estado y salvarlo de caer en el engaño de un "corredor" inservible sin puerto propio ni soberano. El "dominio" que Chile nos ha impuesto en el tratado de 1904 no está respaldado por ninguna ley sino por la fuerza bruta militar de un ejército permanentemente armado mediante dineros producto de la depredación de nuestras minas de cobre Chuquicamata y La Escondida, y que impide a Bolivia hacer valer en forma práctica su justo derecho de propiedad.
La novena disposición transitoria de la nueva Constitución Política del Estado ordena denunciar el tratado de 1904 que está contradiciendo el derecho imprescriptible del Estado boliviano al ejercicio pleno de la soberanía sobre su litoral. Ese tratado carece de toda legitimidad, ya que en vez de solucionar los problemas emergentes de la usurpación chilena de nuestro litoral, los ha violentado y agravado encerrando a Bolivia, y por ello el enclaustramiento subsiste como una injusticia internacional.
No se puede hablar de una unión de naciones sudamericanas (Unasur) si no se exige la justicia evidente para Bolivia y no se deja de ignorar la atroz iniquidad de haber enclaustrado a un pueblo hermano y entronizado en América la política corrupta a que sólo apelan los pueblos destituidos de justicia y que invocan en su favor las armas, la conquista, la fuerza bruta, la invasión y la usurpación. El deber y el honor imponen a las naciones la necesidad de protestar en nombre de la civilización y hasta del género humano, contra un país que conculca los sanos principios de derecho y equidad. Guardar silencio, observar delicada neutralidad, es hacerse cómplice del atentado despojador, copartícipe de tamaña inmoralidad y alevosía. No se debe caer en la insensatez de creer que los crímenes en que incurre una nación los lava el tiempo y que es prudente olvidarlos.
Algunos analistas internacionales de los hechos históricos de la guerra del Pacífico 1879-1883, como el laureado poeta francés Claude Michel Cluny, que reflexionan y hacen comparaciones imprudentes e impúdicas relativas al arte de la guerra y las prácticas políticas y estratégicas de las naciones que tuvieron parte en ese conflicto, oscureciendo más que aclarando las razones y pormenores de la invasión chilena, podrían paliar las fallas de su saber y sobre todo la insolente extensión de su chilenofilia si consultaran los documentos oficiales e históricos de la Colonia Española, para enterarse que Pedro de La Gasca, eclesiástico y político, presidente de la Audiencia de Lima y plenipotenciario del Rey de España, hace cuatro siglos y medio estableció el límite vigente hasta 1866 entre Nueva Extremadura (hoy Chile) y Nueva Toledo (hoy Bolivia), en el río Salado (Paposo) situado en 25°28' de latitud sur, treinta leguas al norte del río Copiapó; de esa manera, evitarían escribir libros mentirosos como el titulado "Atacama : Ensayo sobre la guerra del Pacífico, 1879-1883" y publicado mediante las editoriales La Différence de Francia y el Fondo de Cultura Económica de México, tergiversando la historia y difundiendo tres falacias pinochetistas : 1) que Bolivia nunca tuvo mar (olvidan que en el tratado de 1866, ratificado por el tratado de 1874, Melgarejo les regaló un grado y medio geográfico más dos puertos, Salado y Taltal); 2) que usurpó territorio del virreinato de Chile (parece que en Francia y en México llaman virreinato a una simple capitanía); 3) que esa usurpación se hizo con la complicidad de Simón Bolívar (en Chile creen que el Libertador es su compatriota ya que se atreven a calificarlo de usurpador).
A los escolares chilenos les lavan el cerebro con la enseñanza falsa de que Chile "en 1879 invadió para reivindicar su territorio" y de que "Bolivia nunca tuvo mar". A los educadores chilenos les sería útil leer el Almanaque de la República de Chile, edición de 1824, donde se expresa : "....El departamento de Coquimbo ocupa el extremo septentrional de la república y confina al norte con la provincia de Atacama perteneciente al Alto Perú, siendo el límite entre ambos el río Salado". En 1830 el científico francés Alcides D'Orbigny descubrió grandes depósitos de guano en Cobija y Mejillones y previó la enorme importancia de ese fertilizante como fuente de riqueza fiscal para Bolivia. En 1841 la administración del Presidente boliviano José Ballivián otorgó una concesión al inversionista francés Domingo Letrille para exportar guano a Europa. El presidente Bulnes de Chile tomó nota de esa noticia y promulgó en 1842 arbitraria y prepotentemente una ley declarando de propiedad chilena los guanos bolivianos situados al sur del paralelo 23°, dando origen de ese modo a los conflictos. Chile y Bolivia vivían en perfecta paz hasta el momento en que se descubrió esa riqueza en el desierto boliviano del Departamento del Litoral, llamado antes Provincia de Atacama; entonces, y por primera vez, pretendió Chile tener derecho a parte de ese territorio, y provocó, con tal motivo, una disputa de límites. El gobierno de Santiago urdió y maquinó desde 1837 diversas formas de apropiarse de nuestro litoral; primero, invadiendo en dos oportunidades territorio de la Confederación Perú-Boliviana; después dictando una ley absurda de propiedad de las guaneras bolivianas y detentando nuestras riquezas por el pillaje entre los años 1842 y 1866. La alevosa y escandalosa agresión e invasión de todo el litoral boliviano ocurrió en 1879 al irrumpir Chile en nuestro suelo con un ejército pertrechado con financiamiento de Inglaterra, portando los mejores fusiles, ametralladoras y cañones de la época, en buques blindados los más perfectos de su clase nunca construidos hasta entonces, salidos de los astilleros ingleses para la marina chilena. Ante la indefensión y el abandono gubernamental de nuestras costas, se produjo el ataque de agresión y usurpación del Departamento del Litoral. Fue en realidad una guerra inglesa contra Bolivia y Perú con Chile como el instrumento. El país del Mapocho, solo, jamás nos hubiera invadido si no hubiera sido por el respaldo del capital inglés. Fue un asalto arreglado con fines de saqueo y pillaje donde Inglaterra toma una mitad y Chile la otra mitad, en nombre de los mismos intereses por los cuales Inglaterra se apropió de la India. Con un plan encubierto, y pausadamente preconcebido desde cuarenta años antes, se consumó sorpresivamente el crimen sobre Bolivia y contra el derecho internacional público de las naciones, al invadir Chile nuestro puerto de Antofagasta el 14 de Febrero de 1879. Bolivia no tenía un solo buque y se hallaba sin armas y sin recursos de guerra, y en aquel trance de honda y amarga crisis, armada sólo de dignidad y altivez y sin tener montado ningún material militar y desposeída de los equipos y bastimentos indispensables para una campaña militar, fué al encuentro de su pérfido y criminal agresor. Una inclemente sequía ocurrida durante los años 1877-78, y que continuó hasta fines de 1881, había plagado el país boliviano de desabastecimiento, tifus, viruela, disentería, fiebre amarilla y mortandad; cada día eran recogidos muchos cadáveres, muertos por el hambre, la falta de agua y la peste. La nación se encontraba en total estado de bancarrota, hambruna, desorden y todavía afectada por las consecuencias del terrible terremoto de 8/Mayo/1877 que destrozó los puertos del Departamento del Litoral, principalmente Cobija donde se derrumbaron el 90% de los edificios y lo poco que quedó en pié fue destruido por el consiguiente maremoto.
Terminada la confrontación, y según el Pacto de Tregua de 1884, el Departamento del Litoral de Bolivia pasó a ser "territorio ocupado temporalmente" por la guerra. ¿A santo de qué, después en 1904, se convirtió en territorio bajo "dominio absoluto y perpetuo" de Chile? Dolosamente, se ha sustituido la "ocupación" con el "dominio". Además, con el recurso de la fuerza, se ha alterado la frontera cercenando territorio de los departamentos de Potosí, Oruro y La Paz, incluyendo la parte alta del río Lauca que posteriormente ha sido abusivamente disminuido en su caudal desviando su curso superior hacia Arica mediante un túnel. Luego, el ejército chileno ha resuelto, por su cuenta, quedarse con nuestro Litoral, y pretende pasar de dominador a "propietario", despojándonos bajo el ejercicio de la fuerza bruta. Sudamérica no podrá constituirse en un espacio geográfico de relaciones ejemplares de desarrollo y estabilidad, mientras la razón no se imponga a la fuerza. Con el Tratado de 1904 Chile ha usurpado los territorios arrebatados, a sabiendas, por el derecho internacional, de que ningún Estado puede imponer a otro la renuncia a perpetuidad de su territorio e independencia.
El Congreso Americano de Panamá en 1826 planteó el principio jurídico del Uti Possidetis Juris, violado por Chile en 1842 al usurpar las guaneras bolivianas de Mejillones.
El Congreso Americano de Lima en 1848 ha consolidado el principio del Uti Possidetis Juris de 1810 para todos los países de origen español, convenio jurídico violado nuevamente por Chile al haber invadido militarmente en 1847 territorio de Mejillones mediante su corbeta "Esmeralda".
El Congreso Internacional, reunido en París en 1856, ha concertado el Nuevo Derecho Internacional que no reconoce la "conquista" para enseñorearse mediante la fuerza militar de territorios ajenos.
Chile ha pisoteado este principio al invadir militarmente el Departamento del Litoral boliviano.
El Pacto Americano, celebrado en Washington en Abril de 1890, ha establecido que "la teoría de la conquista será repudiada por el Derecho Internacional Americano y no se reconoce y se considera nula toda cesión de territorio hecha bajo amenaza de guerra o en presencia de fuerza armada. La Nación que hubiere hecho tales cesiones, tendrá derecho para exigir su devolución". Chile está impidiendo, por medio de arbitraria ocupación militar del Departamento del Litoral de Bolivia, el cumplimiento de este pacto.
Los gobiernos chilenos argumentan de que si Chile devolviera el litoral usurpado a Bolivia, entonces en ese caso se tendrían también que alterar muchas fronteras alrededor del mundo, y ponen como ejemplo el caso de la guerra de USA contra Méjico en 1847, en la que los aztecas fueron despojados del vasto territorio de Texas, California, Arizona, Nevada, Utah, Colorado, Wyoming y Nuevo Méjico. Sin embargo, los mejicanos NO HAN SIDO ENCLAUSTRADOS. Los bolivianos reclamamos porque la invasión chilena ha dejado a Bolivia privada de comunicación directa y soberana con el mar; es decir, desposeída de sus puertos esenciales para la propia conservación y su efectiva autonomía e independencia.
Los ingresos obtenidos dolosamente por Chile, explotando el Litoral Boliviano desde el momento de su agresión fratricida en el año 1879 hasta fines del siglo XX, alcanzan a la fabulosa cantidad equivalente a ochocientos mil millones de dólares de hoy día, sin contar lo usurpado al Perú. Solamente el cobre boliviano más el peruano les reditúa en el siglo XXI, luego de que han descubierto más minas que estaban escondidas, un ingreso anual de diecinueve mil millones de dólares de los cuales destinan el 10% para armamentismo. Hay que añadir la deuda por el desvío y uso abusivo de la mitad del río Lauca en el riego y generación de energía eléctrica en Arica. Además, el Estado chileno usurpa, aprovechando la debilidad del ejército boliviano, cuatrocientos litros de agua por segundo de las 94 vertientes que forman los bofedales del Silala, las cuales se hallan en el vice cantón Quetena de la provincia Sud Lípez del departamento de Potosí, y ganan con ello utilidades diariamente desde hace ciento dos años, mal utilizando las obras de captación en territorio boliviano originalmente concedidas por la Prefectura de Potosí a la compañía privada The Antofagasta Railway para única y exclusivamente en el abastecimiento de las máquinas del ferrocarril, y están negociando el cien por ciento del caudal para lo cual clandestinamente han construido unos canales recolectores y un tanque almacenador dentro del territorio boliviano cruzando luego la frontera con una tubería de donde separan una parte a una planta de purificación para luego vender el agua potable en las ciudades de Calama, Cerritos Bayos, Sierra Gorda, Carmen Alto, Baquedano, Prat, O'Higgins, Mejillones y Antofagasta, todas en territorio del ex-Departamento del Litoral de Bolivia; la otra parte la comercian para uso de la empresa minera Chuquicamata que explota el cobre usurpado en la invasión de 1879; de ese modo han estado incurriendo en ilícito y prepotente abuso explotando nuestra agua sin pagarnos. En la actualidad, intentan hacernos creer que dichas vertientes constituyen un río internacional, proponiendo compensarnos a partir de hoy solamente 8 mil dólares al día cuando las utilidades que ellos usufructúan son cien mil dólares cada día; y no quieren hacerse cargo de la deuda centenaria que ya llega a los cuatro mil millones de dólares.
En cambio, el encierro de Bolivia acarrea una fuga de divisas cada año hacia Chile de 400 millones de dólares por gastos del "libre tránsito" tributario.
La única solución contra el atraso, la debilidad y la pobreza, es el crecimiento, el desarrollo económico y social, para lo cual es indispensable la recuperación de nuestra costa marítima. Por ello, estamos obligados a incrementar rápidamente nuestro poderío económico, de modo de eliminar la actual situación de semi-colonia dependiente tanto de Chile como de las grandes potencias. Debemos industrializarnos, destrabando el desarrollo minero, gasífero, agrícola, turístico, educativo, cultural, social y político, acumulando el excedente de divisas dentro del país y evitando el crecimiento de las deudas externa e interna, de manera que el presupuesto nacional cuente con programas de inversión productiva y de infraestructura.
Por otro lado, la independencia de América Latina solo podrá materializarse sobre la base de la integración continental en el campo económico, de modo que todos los Estados alcancen un nivel más o menos equilibrado, tal como está ocurriendo en la CEE. Para ello, es imprescindible solucionar previamente la cuestión del puerto propio y soberano para Bolivia. Chile, culpable de nuestra clausura geográfica, tiene la llave del grillete de nuestra prisión que detiene nuestro progreso.
Basta de eufemismos y de frases almibaradas de la cortesía protocolar. Que América y el mundo sepan que Bolivia ya no está dispuesta a seguir soportando en silencio esta situación humillante. No podemos continuar siendo, como nación, un ave sin alas. Ojalá que se ilumine la inteligencia de los gobernantes bolivianos para que analicen y revisen la política internacional de nuestra Cancillería. El Estado boliviano tiene que hacer valer su derecho marítimo en el campo diplomático. Sudamérica aspira al imperio de la paz y el desarrollo integrado, y por ello el problema pendiente con Chile se convierte automáticamente en multilateral.
La comunidad de naciones y los organismos internacionales especializados deben exigir a Chile la solución del enclaustramiento sin dádivas geográficas como la faja ilusoria al norte de Arica que simplemente es un espejismo alevoso. El pueblo boliviano jamás dejará de pensar en la liberación de sus puertos arrebatados, principalmente Mejillones, Antofagasta y Cobija, que siempre serán fuente de inspiración patriótica para las futuras generaciones. Los bolivianos seríamos inmerecedores de existir si abdicáramos de nuestro instinto de reivindicación buscando posibilidades ilegítimas.
El congreso plurinacional deberá proceder a la reforma de la constitución política para modificar el artículo 267, y expresar el derecho irrenunciable e imprescriptible de Bolivia sobre los puertos que le fueron usurpados en la invasión de 1879; así recién se encarará adecuadamente la solución del enclaustramiento, al haber sido Bolivia despojada arbitrariamente por la acción devastadora de Chile que sigue imponiendo su pérfida prepotencia con brutal desprecio de los derechos humanos y económicos de los bolivianos y su futuro. Lo que ha hecho Chile con Bolivia no tiene antecedentes en la historia mundial. Ningún Estado ha condenado a la asfixia perpetua a otro, como en el presente caso, cercenándole sus únicos vitales pulmones habilitados con gran sacrificio por los bolivianos durante sus primeros cincuenta años de vida republicana : Antofagasta, Mejillones y Cobija. La actual diplomacia, heredera del ominoso abrazo de Charaña, debe dar paso a la reivindicación de estos principales y necesarios puertos, las más seguras y hermosas bahías de la costa de Bolivia y sud del Perú. Este problema pendiente es realmente un caldero en el fuego, al que Chile ha puesto una férrea tapa pensando que con ella ha decretado su dominio perpetuo sobre Bolivia, pero el vapor está subiendo de punto y tarde o temprano hará saltar todo en mil pedazos, a no ser que dentro de un espíritu constructivo y americanista se presente el problema ante el Tribunal Internacional de Justicia con el fin de encontrar una solución satisfactoria que devuelva a Bolivia su territorio soberano y útil en la costa del Océano Pacífico, donde los bolivianos tenemos razón de alegar el principio del derecho del "primer ocupante" desde el río Salado (Paposo) hasta la desembocadura del río Loa, litoral perteneciente primero al Estado Tiwanacota, después al distrito del Collasuyo del Imperio Incaico y luego a la Audiencia de Charcas autónoma convertida en República en 1825 dentro de límites inalterados. En cambio Chile (antes Nueva Extremadura), territorio salvaje de la Araucanía, como dependencia de la Audiencia de Lima y sustentada con recursos provenientes de la plata del Cerro de Potosí, no tenía autonomía y por decreto del Virrey del Perú fue elevada al rango inferior de capitanía colonial administrada siempre por el Virreinato del Perú hasta el año 1810.
Las anteriores observaciones han sido hechas por el Ing. Jorge Edgar Zambrana Jiménez, Ingeniero Civil, Analista de Historia y Economía
Y les agradecería las publicaran con mi nombre, para conocimiento de la verdad por parte de los pueblos cultos y que no merecen ser engañados por escritorzuelos sin escrúpulos.
Muchas gracias.