Este post fue enviado por Silvina, de Argentina, a gclibros@yahoo.com. Muchas gracias, Silvina.
Este libro tiene mucho valor ideológico, me pareció muy interesante y sobre todo, revelador. Espero que sepan encontrar el mensaje que trasmite, ya que, si bien parece una utopía, es el fin de este recorrido… Se los dejo.
Al margen de la globalización están: el ser humano, el medio ambiente, la democracia, la cultura, la verdad.
Los "cínicos" modelos económicos nos establecen en una confortable irrealidad. En esas "fábulas" económicas nos dicen que dejando "obrar" al mercado se aplican más eficientemente los recursos, se incrementan los beneficios, y se distribuyen mejor las riquezas. Un mercado sin ley, abandonado a su capricho especulativo y superior a toda normativa nacional o internacional.
Nada se dice de la generación de inestabilidad, de las crisis internacionales y de las desigualdades crecientes. Nada se dice sobre la distancia creciente entre espacio económico y control político. Los "puristas" del librecambio nos aplastan con el "rodillo" económico y nos imponen un "darwinismo" económico cainita y fatal.
La liberación, la desregulación y la privatización castigan a la sociedad, avasallan la dignidad de la vida humana, amenazan el hábitat, debilitan progresivamente la autoridad gubernamental, y provocan el crepúsculo de la piedad.
Esta economía de casino, este dinero que se ha vuelto loco, en el que la gran mayoría somos jugadores involuntarios incluye en su "modelo" más volatilidad, más incertidumbre, y más inquietud.
Algunos preguntan "quién le cortara las orejas al toro de Wall Street". Otros dicen que "la caída bursátil tendrá un largo impacto". Mientras, nosotros creemos escuchar la "canción triste de Wall Street", y preguntamos si "Babilonia no se derrumba", o qué pasará cuando se "esfume el efecto riqueza".
Una economía "virtual" 10 veces mayor al PBI de todos los países del planeta juntos y 100 veces mayor que todo el comercio mundial. Ante esta "locura" económica, esta especulación "desenfrenada", deseamos -humildemente- abordar las preguntas: ¿y el dinero dónde está?, ¿cómo se paga esta pirotecnia?, ¿quién financia esta fiesta?
El mercado no puede calibrar el futuro porque es corto de vista por naturaleza. No solo en razón de que su mirada se extiende hacia horizontes necesariamente cortos, sino porque carece de aptitudes y de la lógica requeridas para incorporar problemas distintos a los de su propia naturaleza y para moderar sus excesos.
Los países occidentales mantienen Estados poderosos con un alto nivel de proteccionismo. Casi cualquier componente dinámico de sus economías, incluida la famosa Nueva Economía, viene del sector estatal. Se mire donde se mire hay un enorme sector estatal que obliga al público a asumir los riesgos y a pagar el costo y que, si funciona, se lo entrega al poder privado. Esa es una razón fundamental para entender porque el Primer y el Tercer mundo se han distanciado tanto.
¿Puede la competencia gobernar el planeta?, ¿es la competencia el mejor instrumento para enfrentarse a escala mundial a los cada vez más grandes problemas medioambientales, demográficos, económicos y sociales?
En nombre de la flexibilización y la competitividad se somete al hombre al drama individual de la perdida de trabajo, de la precariedad, de la baja de salarios y al drama cotidiano de la pérdida del estado del bienestar.
La globalización aumenta el temor a un posible conflicto mundial entre el decreciente numero de "los poseedores", "los ricos", o "los dominadores", y la creciente masa de "los desposeídos", "los miserables", y "los marginados".
Resulta chocante la divergencia entre el fuerte proceso de globalización económica en el plano de las finanzas y la empresa, y el carácter explosivo de la mayoría de los problemas sociales, económicos, medioambientales, y políticos, que conocen los países y regiones del mundo.
Sólo nos resta hacer un cuestionamiento crucial, ¿qué tan lejos puede llegar la desigualdad antes que el sistema se derrumbe?
Creo que es hora de abrir los ojos...
Aunque, como te comenté, Silvina, vía mail, no estoy muy de acuerdo con los fundamentos de este libro y creo fervientemente en la libertad de mercado, muchas gracias por dejarnos tus comentarios y opiniones.
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