D. E. STEVENSON
A pesar de los grandes avances
científicos en el campo del genoma humano, aún no se ha encontrado ninguna
prueba que demuestre que la capacidad de entretener a lectores de todas las
generaciones se encuentra ligada al ADN. Sin embargo, puede que no resulte
demasiado arriesgado e imprudente aventurar alguna relación entre cromosomas y
literatura cuando se descubre que D.E. Stevenson, autora de la entretenidísima
novela El libro de la señorita Buncle es, ni más ni menos, que sobrina
segunda de R. L. Stevenson, aquel
prestidigitador de la ficción y
taumaturgo de la peripecia que nos sedujo con la tonadilla “¡Quince hombres en el cofre del muerto,
yo-jo-jo y una botella de ron!”, que nos asustó con el toc-toc del bastón del ciego Pew o que nos zarandeó a través de mares
brumosos a bordo de la Hispaniola.
Dorothy Emily Stevenson nació en Edimburgo en 1892 y vivió en Escocia hasta su
fallecimiento en 1973. Su padre, ingeniero y constructor de faros, la educó en
casa a través de institutrices y fue a la tierna edad de ocho años cuando D. E.
comenzó a escribir sus primeros textos. Su extensa carrera literaria (escribió
más de cuarenta novelas) comenzó con Peter
West (1923), pero no alcanzó popularidad hasta la publicación de Mrs. Tim of the Regiment (1932).
Para fortuna y deleite de los
lectores en castellano, la editorial Alba, uno de los buques insignia en lo que
a clásicos universales se refiere, rescata, en su colección Rara Avis, esta pizpireta novela de brillante
plumaje, publicada en 1934 y a la que siguieron, en su país de origen, por su
enorme éxito de ventas, dos secuelas (Miss Buncle married y The two Mrs. Abbotts). En El libro de la señorita Buncle, un
pequeño pueblecillo inglés de los años treinta, humilde y devoto admirador de
su propio ombligo, ve con alarma y espanto cómo el rígido orden social que
gobierna consuetudinariamente sus vidas es amenazado por la publicación de una
novela, El perturbador de la paz, escrita por un malévolo convecino que se
parapeta tras un pseudónimo. La malvada
es, en realidad, la señorita Buncle, una mosquita muerta y “tonta perdida”
(sic) con aspecto de no haber roto un plato -de porcelana Wedgwood, claro- en su vida y que, de una manera ingenua, simpática
y sencilla, retrata la vida de Silverstream y de sus amistades presentándolas
como en realidad son, es decir, con todos sus defectos, manías y miserias
ocultas (o casi ocultas). El vendaval de El
perturbador de la paz arrancará sus caretas, abrirá los armarios y
esparcirá por las coquetas y floridas calles todas las emociones reprimidas, consciente
o inconscientemente, durante muchos años
y, poco a poco, y ante la mirada atónita de los habitantes y de la propia Barbara
Buncle, muchos de los pronósticos de la novela de la discordia se irán cumpliendo.
Pero no solo los vecinos formarán
parte de este divertimento metaliterario; el propio lector participa en el
juego, porque, al igual que ocurre con El
perturbador de la paz, El libro de la
señorita Buncle no puede abandonarse una vez empezado, y el apetito
provocado con cada capítulo debe, necesariamente, saciarse con la lectura del
siguiente. Y es que la autora construye un juego de espejos en el que se reflejan
los personajes, y en el que también se
deforma el ingenuo estilo de la señorita Buncle, transformándose en una
narración omnisciente sutil y guasonamente malvada, preñada de mudas, anécdotas,
burlas soterradas, un poquito de romanticismo y mucho, mucho humor inglés.
Su pluma irónica e incisiva dibuja unos personajes
–junto a sus alter ego
metaliterarios- pintorescos y entrañables, prontos a saltar de las páginas para
dedicarse a arrancar nuestros hierbajos, como hace el hilarante coronel
Weatherhead con sus “padrastros”, a reunirse en la cocina alrededor de un té Earl Grey para escuchar las
imprecaciones de la empingorotada y despepitada señora Featherstone Hogg, o a salir
pitando a la estación de ferrocarril más cercana para tomar el primer tren a
Samarcanda.
Desde su simpático comienzo, “Una magnífica mañana el sol asomó la nariz
entre las colinas”, hasta su redondo final –anunciando, eso sí, las futuras
secuelas-, D. E. Stevenson despliega una
prosa fluida que discurre ágil, saltarina y directa por los breves capítulos en los que se estructura
la obra, plagados de diálogos cómicos, frases
lapidarias, descripciones sencillas y coloristas, y, en un alarde de inteligente
dosificación argumental, cuajados de pequeñas
subtramas que, unidas entre sí por el hilo invisible de la comedia, contribuyen
a evocar en la mente del lector una sensación de velocidad y ligereza.
A los amantes de los libros que hablan de libros esta novela les
parecerá una lectura deliciosa; a los
lectores de Gaskell les recordará sin duda a Cranford; y a los que disfrutan con la ironía sutil e incluso
mordaz puede que les quede un cierto regusto a Saki (en versión, desde luego,
menos corrosiva) porque esta matrioska
literaria esconde en su interior, además, una carga de profundidad dirigida no
solo contra los profesionales de la crítica literaria, sino contra el borreguismo lector que sólo compra y
lee lo que compra y lee el vecino.
Tal vez se echa en falta un dramatis personae y un puñado de notas a
pie de página para aclarar al lector hispanoparlante el significado de algunos
nombres propios y su ingeniosa mutación a manos de la ingenua señorita Buncle,
como complemento todo ello de un ya de por sí explícito prólogo… Pero, en suma,
merece Alba nuestra felicitación por haber sabido ofrecer a los lectores una cuidada
edición, con una traducción impecable y un atractivo diseño; y nuestro aliento también
para que ponga el mismo empeño y el mismo esmero en la edición en castellano de
las dos secuelas que D.E. Stevenson regaló a los lectores de su tiempo.
Pilar Moreno Monteverde.
Datos técnicos
El libro de la señorita Buncle, D.E. Stevenson (1934).
Traducción: Concha Cardeñoso Sáenz de
Miera.
Alba Editorial; colección Rara avis.
Primera edición: mayo 2012.
378 páginas.
5 comentarios:
Con esta reseña dan ganas de ir corriendo a comprarlo.
Pues cómpralo, "Al rico libro", que seguro que no te arrepientes.
Un saludo.
Estimada reseñadora:
Enhorabuena tanto por lo acertado de su crítica como por su consumado estilo literario.
¿Ha leído Vd. una novela de E.M.Foster titulada "REgreso a Howards End"? Me pareció sublime.
Atentamente, Marty McFly
Estimado Marty:
No, no he leído la novela, aunque sí he visto la película (excelente, por cierto).
Después de su recomendación, tendré que plantearme adelantar su lectura.
De E.M.Foster he leído "Pasaje a la India", que me dejó un grato sabor de boca.
Muchas gracias por su comentario, y mi enhorabuena por su... filmografía futurista.
Un saludo.
Publicar un comentario