Régine Pernoud
«Leonor,
por la cólera de Dios, Reina de Inglaterra».
Realizar
una reseña sobre un personaje histórico de la talla de Leonor de Aquitania nunca
es tarea fácil. Pero Leonor no merecería sólo una biografía, sino muchísimas
más, ya que forma parte de ese puñado de mujeres excepcionales que
destacaron por no conformarse con el papel que la sociedad les
otorgaba, y en el que figuran nombres propios como Hatshepsut, Isabel la
Católica, María de Molina, Teresa de Jesús, Juana de Arco, Agustina
de Aragón o Marie Curie; mujeres envueltas en un halo de leyenda como
el que rodeó, ya en vida, a la duquesa de Aquitania, dos veces reina, de
Francia y de Inglaterra.
Leonor
de Aquitania nació a principios de la década de 1120 y, desde su infancia, se
vio rodeada de un ambiente culto y cortés. Convertida, al morir su hermano, en
la única heredera del vasto dominio aquitano, siempre sintió una inclinación
natural por las letras y la música. Al contraer matrimonio con Luis VII, rey de
Francia, Leonor entra en la Historia y, a partir de ese momento, todos sus
actos y decisiones se funden con un siglo excepcional, salpicado de figuras
como la de Enrique II, Tomás Becket, Bernardo de Claraval, Guillermo el
Mariscal, Ricardo Corazón de León o Juan Sin Tierra. Años de religiosidad, de
cruzadas, de trovadores y de poesía cortés que ella impulsará en gran medida, y
en los que se asiste en las artes al nacimiento de un nuevo estilo, el gótico,
que llegará a todos los confines del orbe cristiano y erigirá catedrales
para acariciar, con los dedos del alma, la majestad de Dios.
No es posible leer la
biografía de Leonor de Aquitania sin caer preso de su personalidad arrolladora.
Lejos de los cánones medievales de la mujer, la reina de Francia marcha con su
marido a Jerusalén en plena cruzada; impulsa la nulidad de su casamiento para
contraer matrimonio con Enrique II; es madre de diez hijos (dos con Luis VII y
ocho con el rey inglés); recorre sus dominios con admirable tesón; se convierte
en fuente de inspiración del amor cortés; subleva a sus propios hijos contra su
padre e, incluso, encabeza una carta dirigida al mismísimo Papa de la siguiente
manera: «Leonor, por la cólera de Dios, Reina de Inglaterra». Una mujer que,
desgarrada por el dolor de ver a su hijo predilecto prisionero, se atreve a
reprochar el comportamiento al propio Celestino III: «Los reyes y príncipes de
la Tierra han conspirado contra mi hijo; lejos del Señor se le tiene en
cadenas, mientras otros saquean sus tierras; se le sujeta mientras otros le
flagelan. Y durante todo este tiempo la espada de San Pedro permanece en su
vaina».
Régine
Pernoud (Châteaux Chinon, 1909- París, 1998), medievalista rigurosa y narradora
de excepción, se embarcó hace cuarenta años en una empresa nada sencilla:
acabar con los mitos, leyendas y fábulas que acompañaron a la reina Leonor, no
sólo durante su vida sino también tras su muerte. Para la historiadora francesa
y doctora en Letras no sería un hecho aislado, ya que hizo de la lucha contra
los prejuicios su leitmotiv, como dejaría patente en el brillante ensayo Para
acabar con la Edad Media, publicado por la editorial Medievalia y cuyo rotundo
título avanza el propósito de la autora, que no es otro que el de alumbrar la
oscuridad medieval y desmontar de un plumazo la creencia generalizada de que el
Medievo encarna, mejor que ninguna otra época, la ignorancia, el
embrutecimiento y el subdesarrollo. En este caso ha sido Acantilado la
encargada de traer al mercado español una reedición de esta estupenda biografía
publicada por primera vez en 1969, fecha que, curiosamente, no se indica en el
libro, pero que no constituye un olvido involuntario de la editorial como ya ha
demostrado en otras de sus publicaciones. No es ésto lo único a destacar en las
siempre impecables ediciones de Acantilado: en este caso encontramos también un
par de erratas en los árboles genealógicos que ilustran el texto, y en los que
se menciona a la esposa de Alfonso VIII de Castilla como nieta en vez de hija
de Leonor, y a San Luis, rey de Francia, como Luis VIII en vez de Luis IX.
Con
una figura histórica de la magnitud de Leonor –o Aliénor, como se la conoce en
la historiografía francesa-, es fácil caer en la tentación de la hagiografía.
Sin embargo, Pernoud levanta una muralla que mantiene alejados
sentimentalismos, sensiblerías, leyendas y cuentos románticos trasnochados para
construir una imagen sólida y bien documentada de una mujer con una fuerza y un
empuje excepcionales, dotando al ensayo de amenidad sin perder un ápice de rigor.
Esta medievalista francesa que, como Leonor, rompió moldes en una época en la
que la investigación científica era terreno casi exclusivo del sexo masculino,
acerca al lector la figura de la reina de Inglaterra cuidando hasta el más
mínimo detalle. Los capítulos de esta biografía, tan apasionante que se lee
como una novela, están intitulados con elegancia y evocación, arrancan con unas
bellas estrofas de amor cortés de Bertrand de Born, de Bernart de Ventardorn o
de Peire Vidal, y su prosa es tan elegante, delicada y embaucadora que al
acabar un capítulo no se puede evitar devorar el siguiente con fruición. La
abundancia de anécdotas, el desfile de personajes, la vida cotidiana en la
corte, las intrigas políticas, las guerras intestinas o los conflictos entre
Iglesia y Estado transmiten la pasión de la autora y contagian su fascinación
por un siglo deslumbrante y rebosante de Historia con mayúsculas.
Pilar Moreno Monteverde
Datos libro:
Régine Pernoud
LEONOR DE AQUITANIA
Acantilado 2009
336 páginas.
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