José María Merino
Decía Horacio Quiroga, en su
“Decálogo del perfecto cuentista”, que un
cuento es una novela depurada de ripios. No cabe duda de que José Mª Merino
(La Coruña, 1941) -uno de los grandes embajadores del cuento español, miembro
de la RAE y galardonado con numerosos premios-, tomó en su día nota del consejo
quiroguiano y demuestra hoy su vasta experiencia
en La realidad quebradiza, un puñado
de relatos y microrrelatos (recopilados con gran acierto por el también
cuentista Juan Jacinto Muñoz Rengel) que constituye en realidad un repaso
cronológico de toda una vida dedicada a la creación de pequeñas –y no tan
pequeñas- ficciones en sus mejores libros de cuentos, como los Cuentos del reino secreto, los Cuentos del barrio del refugio; los Cinco cuentos y una fábula o Las puertas de lo posible, entre otros.
Pero Merino no es solo uno de
nuestros mejores cuentistas, es también un imaginativo creador de literatura
fantástica, esa que David Roas define
como aquella que muestra la convivencia conflictiva de lo real y lo imposible.
Y es que, en palabras del propio Merino tomadas de su prólogo a Cuentos de los días raros (uno de los
volúmenes extractados), “frente al sentimiento avasallador de aparente y común
normalidad que esta sociedad nos quiere imponer, la literatura debe hacer la
crónica de la extrañeza. Porque en nuestra existencia, ni desde lo ontológico
ni desde lo circunstancial, hay nada que no sea raro. Queremos acostumbrarnos a
las rutinas más cómodas para olvidar esa rareza, esa extrañeza que es el signo
verdadero de nuestra condición”.
Como si de un Arquímedes de la
imaginación se tratase, Merino parece retar al lector en cada cuento, como diciendo
“dadme un episodio cotidiano, corriente y
moliente, y escribiré un relato
fantástico”. Porque si algo rezuma en los cuentos del coruñés es la imaginación,
una fértil –casi prodigiosa- creatividad que parece abonar todos los campos de
la literatura fantástica, y que tan acertadamente se dan cita en La realidad quebradiza: la
desfamiliarización, el mito del doble (Doppelgänger),
las realidades paralelas, la despersonalización, la vida de la materia inerte,
la confusión entre sueño y vigilia, las vueltas de tuerca metaliterarias, el
vínculo entre lenguaje y realidad, la metamorfosis o… -cómo no- los fantasmas. Todo un catálogo de temas
fantásticos entre los que destaca la ficción científica, en la que el autor manifiesta
no solo su curiosidad ante la fugacidad y mutabilidad de un mundo futuro
imprevisible, sino también cierto tono nostálgico ante la desaparición de lo acostumbrado
y conocido.
Y para lograr el efecto de inquietud
que lo fantástico persigue, y el desasosiego que lo inexplicable pretende, Merino
recurre a todos los ascendientes literarios y cinematográficos que han marcado
desde los comienzos su trayectoria como escritor, reencarnándolos en sus
páginas a través de camufladas referencias intertextuales sobre Dostoievsky,
Twain, Monterroso, Homero, Galdós…; de términos que evocan en la mente del
lector al más clásico Asimov (como “Puertomarte” o “espaciopuerto”); o de sutiles
referencias a aquella película que transcurría en un tiempo y una galaxia muy lejanos…
Pero… ¿Sólo eso? ¿Sólo un nuevo
doctor Frankenstein que resucita a un monstruo formado por miembros muertos de
seres que un día existieron? No, mucho más que eso. Porque no sería justo silenciar
que, junto a grandes influencias
literarias de otros tiempos, del ingenio de Merino surgen, con impronta propia
y sin contraer deudas con el pasado, nuevas y sugerentes propuestas, como sus
curiosos vocablos (“arcantro”, “psicotensora” o “burgas”) o sus extrañas
criaturas, algunas ( los “hadanes”) más familiares que otras (como los
artrópodos parlantes, las mariposas gigantes o las espeluznantes esculturas
dotadas de vida propia).
Quiroga afirmaba también que, para
obtener la vida en el cuento, se
debía escribir como si el relato no tuviera interés más que para el pequeño
ambiente de los personajes, de los que el autor podía haber sido uno. Y como si
de un personaje mismo se tratara, el espíritu y la curiosidad de Merino empapa
todos y cada uno de los cuentos que escribe: se le reconoce en el ubicuo, caleidoscópico
y desconcertante profesor Souto de numerosos relatos; en el misterioso testigo
y narrador de Los valedores; en el
hombre desplazado y anulado de El
derrocado; en el pequeño que descubre la magia del séptimo arte en El niño lobo del cine Mari… Es también
su estilo el que impregna sus voces, un estilo evocador, irónico, humorístico, nostálgico,
inquietante, salpicado de bellas metáforas, adornado siempre con el adjetivo adecuado.
Y es, en fin, su prosa la que envuelve y controla sus vidas, entre juegos de elipsis
y analepsis, inteligentes mudas, creciente tensión y… giros sorprendentes que
conducen a finales asombrosos.
La antología que Rengel nos propone incluye,
a modo de prólogo, un audaz viaje a través de la mente del autor, en el que se
nos aproxima a su biografía, se diseccionan sus entresijos y mecanismos
narrativos, y se despiezan su memoria, lenguaje y personalidad. Un refrescante aperitivo
para un apetitoso menú que, claro está, había de terminar con un suculento
postre: una entrevista inédita a Merino que Páginas de Espuma regala a sus
lectores y que posiblemente dejará a estos con la misma sensación que deja en
el paladar una exquisita vianda: con “ganas de más”.
La realidad quebradiza es, en definitiva, una excelente recopilación de relatos
(con preludio y coda) que no sólo introduce al lector en los mundos fantásticos
de Merino, sino que lo invita, atrayéndolo y seduciéndolo, a explorar sin
descanso esos mundos y a recorrerlos sin demora de punta a cabo.
Pilar Moreno Monteverde
Datos técnicos
La realidad quebradiza, José Mª Merino
Páginas de Espuma, 2012
262 páginas.
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