BACARRÁ
ÓSCAR URRA
Tercera entrega de Óscar Urra y su emblemático detective
privado Julio Cabria. Al contrario de la lógica el autor ha elegido un nuevo
modelo, un formato más continuista, es decir, mismos personajes, mismo espacio
y una trama que enlaza con los anteriores títulos de la saga. Ahora me preguntó
si continuará con sucesivas entregas o Urra da por terminada la trilogía.
El listón se ha ido elevando en las obras anteriores y
Bacarrá aún lo eleva un poquito más, aquí la prosa de Urra deslumbra, luce como
nunca y sobre todo se nota ese poso de madurez y de saber hacer que dan tener
dos novelas a las espaldas. Ya no sorprende el autor y ahora lo que nos muestra
tiene momentos de auténtica delicia, como el primer capítulo, una obra de arte.
De todas formas a lo largo de la novela se van mostrando
buena parte de su fino sentido literario:
“Los dados no tienen ni tendrán la gracia de las cartas,
meditaba Cabria esquivando turistas borrachos por la
Cava Baja a las tantas de la madrugada, de
retorno a su morada. Los dados son veloces, atolondrados y dependen de la
suerte o de la trampa, como un pícaro del Siglo de Oro, mientras que el naipe
es espiritual, volátil y traicionero, como un personaje de Shakespeare, aunque
ambos hagan un ruido delicioso sobre el tapete; unos, a cráneos dulcemente
entrechocados; otros, a resuello cercenado. En la mano, la carta es fría y el
dado cálido. El dado va desnudo y hay que cubrirle; la carta va vestida, y hay
que desnudarla. Al caer, el dado se hace el muerto, mientras que la carta mata.
El naipe es un cortesano renacentista, el dado un legionario romano; el dado es
plebeyo, la carta patricia; uno es el ying, otro el yang; y así hasta el
infinito, o hasta mi portal....”Pag. 61.
Entre las líneas del texto aparece, cómo no, todo el arte
y la imaginería de los juegos de azar, como ha sido el ejemplo anterior y el
siguiente:
“Quería ver claro de una vez y librarse de la maldición
que últimamente le perseguía: ganaba casi sin querer, jugara a lo que jugara,
y, como todo jugador sabe, una racha demasiado larga, buena o mala, engendra
desgracias, viola la dinámica secreta de la lógica timbera, te marca ante los
demás y ante uno mismo como un raro y un indeseable de los tapetes.” Pag. 91
En este fragmento aparece uno de los elementos que más
valoro en el escritor madrileño y es su fino sentido psicológico, no se juega
para ganar, al menos no siempre, se juega por el vicio de jugar e incluso, como
se destaca en el fragmento, ganar siempre puede acarrear un problema, pues la
suerte y la desgracia caminan de la mano, algo que es tan cierto como que ésta
es una buena novela.
Otra de las características de Urra como escritor son los
personajes que crea y su mundo propio. Son personas solitarias, frías,
ensimismadas en su mundo con claro oscuros, en algunos con grises y en otros
con negros. Trabaja muy bien el escritor ese ambiente, un tanto claustrofóbico,
cerrado, tan opaco como una timba de las que acostumbra a describirnos y aunque
pueda parecer que con semejante ambientación sus novelas no sean de sencillo
tránsito no lo es, su mundo se abre con una facilidad que asombra y nos ofrece
ese ambiente canallesco tan animoso.
En resumen un buen colofón para la trilogía, un verdadero
soplo de aire fresco a la novela negra hispana y también una invitación a un
mundo nocturno, variopinto, estrafalario, jugador y apostavidas que tan bien
viene para los lectores. Si le sumamos una prosa contundente y de calidad ya
tenemos una serie de novelas de lo más destacable. Toda una invitación a la
lectura y al disfrute.
Sergio Torrijos
DATOS TÉCNICOS:
212 páginas
ISBN: 978-84-15065-09-8
ISBN: 978-84-15065-09-8
Fecha de publicación: 2011
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