Este post lo envió Raúl Pereda de Editorial Drácena. Muchas gracias Raúl.
Crasheado
no es otra cosa que una rendición de cuentas de
la conciencia, disfrazada de carta de amor. Tras esta primera argucia, su lectura
nos descubre que Crasheado
es mucho más; es (en o por su tumultuoso
ciclorama de nombres, imágenes y secuencias, televisivas y fílmicas, comunes a
cada uno de nosotros), un daguerrotipo tan desbocado como exacto de la
conciencia universal del ciudadano en los albores del siglo XXI.
¿De qué se trata con ello? Muy
simple, demostrar hasta qué punto hemos sido despojados de nuestra intimidad
por los Mass Media.
Por tanto, Crasheado se convierte en una implacable denuncia de nuestra condición de meros
espectadores, ante un mundo servido tan constante y devastadoramente por los
múltiples artilugios mediáticos que ha abolido los últimos rincones de nuestra
intimidad y, con ella, cualquier rescoldo de nuestros sentimientos, hasta que
éstos no sean otra cosa que un reflejo de aquello prescrito y servido por los Media.
Relato, pues, imprescindible
para entender nuestra ofuscada existencia actual.
Blas Valdez, narrador y
guionista cinematográfico mexicano, poco amigo de dar demasiadas pistas biográficas.
Sus tramas, inmersas sin escapatoria en nuestra realidad inmediata, se caracterizan
por la imposibilidad del ideal —casi siempre el amor— y por la mezcla de todo
tipo de formas comunicativas (relatos, mensajes electrónicos, pasajes dramatizados,
etc…) y hasta de idiomas (español, inglés, spanglish…),
escogiendo, a tono con su estructura proteica y pluritonal, unos finales
abiertos, con lo que el conjunto constituye un reflejo palmario de nuestra
convulsa sociedad, en perpetua transformación.
Muchas gracias.
¡Saludos!
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