12 marzo, 2013

TRILOGÍA POLACA


UN HÉROE POLACO 
(Trilogía polaca III) 
 Henryk Sienkiewicz

Han transcurrido un par de décadas desde que los ejércitos polaco-lituanos desbarataran la sublevación cosaca; algunos años desde que se sobrepusieran al gravísimo trance de la invasión sueca. Apenas han podido concederse  un respiro, pues la época es de constantes zozobras; redoblando esfuerzos, las armas de la doble República se han cubierto de gloria en tierras prusianas y húngaras, mientras la lucha prosigue incesante en los confines orientales. 
A estas alturas, Juan Kretuski, el héroe de Zbaraj y protagonista de A sangre y fuego, es ya un patriarca de numerosa descendencia. El impetuoso Andrés Kmita, de cuyas peripecias supimos en El diluvio, se deja templar por la tibieza del hogar. En cambio, para el coronel de húsares Miguel Volodiovski, camarada de ambos personajes, la vida es un constante guerrear y un nunca reposar, vedados como le han sido los placeres domésticos.  Considerado por sus compatriotas como el primer soldado de la nación, siempre ha pospuesto los asuntos particulares a los de la patria; pero va tocándole el turno de formar un hogar. No obstante, a la espada más temible de Polonia la suerte parece serle esquiva en asuntos de amor. Peor que esto, es como si el destino se empecinase en confinarlo a eterna soledad… hasta que, apiadándose de él, le concede una tregua. Mientras tanto, una nueva amenaza se cierne sobre las fronteras meridionales del país: son los turcos, que se enfrascan en una de sus arremetidas contra la cristiandad.  

Volodiovski es, pues, el protagonista de la novela que cierra el ciclo patriótico de Sienkiewicz. El momento cúlmine de la narración lo proporciona la caída de la fortaleza polaca de Kamienec (sita en la actual Ucrania) en manos de los turcos, en 1672. Aun cuando el epílogo da cuenta del posterior vuelco de tornas –el alborear de Juan Sobieski, futuro rey, héroe de Viena y uno de los grandes próceres nacionales de Polonia-, el aire funesto de la referida derrota es, por lo que hace a la trilogía, una llamativa novedad. No acaba aquí la peculiaridad de Un héroe polaco, ya que el autor se ha permitido en esta novela una prolongada pausa en lo que resultaba ser un casi ininterrumpido encadenamiento de hechos de guerra. Y se agradece, entre otras cosas porque el interludio, abocado a los asuntos particulares de Volodiovski, permite la reaparición -en gloria y majestad- del mejor personaje de la trilogía. ¿Quién más, sino el viejo Zagloba? Se congratula el lector de ver convertido al astuto, bravo y locuaz personaje en el alma de la narración, aunque solo sea durante una parte de la misma; se lo disfruta, de veras, en su papel de improvisado casamentero (si de cardenal hiciera, también lo disfrutaríamos).
Punto a favor de la novela es su heroína, Bárbara Yerzorkovski, mejor conocida como Basia: un personaje singular, bastante diferente de las virtuosas muñecas, modosas princesitas de ensueño que parecían colmar el gusto de Sienkiewicz (gusto de su tiempo, hay que decirlo, también satisfecho en esta novela). En realidad es una mujer muy joven, poco más que una chiquilla, pero ¡qué chiquilla! Si no fuera por sus vestimentas y por su  extraordinaria belleza –fórmula invariable-, sus circunstantes la confundirían con un muchacho, de tanto que la seducen las aventuras y los relatos de batallas. Inquieta, ardiente, algo pueril en su tendencia a jactarse de su intrepidez, la cercanía del peligro –lo personifique un merodeador o un feroz guerrero tártaro- la inflama en vez de provocarle desmayo. Sin ser una virago, nada en absoluto, es diestra en el uso de las armas y una hábil jinete. (Tanta vivacidad embriaga a Zagloba, que le endilga el apodo de “pequeño haiduk” –bandido- al tiempo que lamenta su provecta edad.) Por una vez, en Basia tenemos a una mujer que desborda la función puramente ornamental a que nos estaba acostumbrando Sienkiewicz en materia de personajes femeninos. ¡Albricias!

Aparte los ejércitos enemigos de Polonia, el antagonista de turno es un tártaro de nombre Azya, guerrero de gallarda apostura aunque talante sombrío. A despecho de su origen, combate bajo la bandera polaca, y sabe ganarse la estima de sus superiores. Azya es la personificación de motivos clásicos como el del personaje de linaje misterioso que de pronto se revela ilustre, el afán de venganza, la ambición desmedida y la traición; concentra buena parte de la intriga y los giros sorpresivos contenidos en la novela, elementos tan jugosos como puede depararlos la narrativa decimonónica.
Finalizada la trilogía, el balance arroja un cierto esquematismo en la construcción de los personajes, imputable más que nada al sesgo patriótico de su concepción; se trata en todo caso de un esquematismo que no desmiente la esencial humanidad de los tipos representados. En este marco, y dada la época de su escritura, los estereotipos étnicos y prejuicios estéticos asociados resultan inevitables; a ver quién se sorprende al toparse con proverbiales alusiones a la “astucia oriental”, o con el deje despectivo de una frase como “armenias hermosas pero demasiado morenas”. La prosa es un modelo de sobriedad, sin más efusiones estilísticas que las de los moderados raptos de patriotismo y la celebración del heroísmo viril. Se percibe, como en sordina, el tono épico de la narración. Abundan las batallas, claro está, pero no es Sienkiewicz de los que se regodean en descripciones prolijas o en excesos morbosos. Entre las mayores virtudes de estas novelas destaca el que su autor jamás abusó del andamiaje histórico: nada de abrumarnos con una marea de datos y pretensiones explícitas de veracidad. No llegó Sienkiewicz a perder de vista que, con todo y ser expresa su intención de “levantar los corazones” (precisamente la frase con que remata la serie), de su pluma surgían NOVELAS.    
En general, puede decirse que la escuela realista tiene en la “Trilogía polaca” de Sienkiewicz un muy correcto exponente.


Rodrigo
- Henryk Sienkiewicz, Un héroe polaco. Ciudadela Libros, Madrid, 2007. 303 pp.

10 marzo, 2013

MAFIAS


LA CANCIÓN DEL SICILIANO
CRISTINA AMANDA TUR
Ed. Funambulista 

La canción del siciliano comienza con el asesinato en la isla de Ibiza de Mario Sonnino, guardaespaldas de Sacha La Plaggia, especialista en obras de arte... y nieto y sobrino de capos de la Mafia. En esta novela tenemos una trama de ficción entrelazada con personajes y hechos reales de la historia de la Mafia siciliana, una historia cuyos protagonistas —el equipo contra el Crimen Organizado de Ibiza, comandado por el policía sevillano Ariel, y Rebelene, una periodista local amiga de los policías pero fascinada por Il Bel Sacha y con el corazón dividido, intentarán averiguar hasta qué punto la muerte del guardaespaldas de La Plaggia es una venganza relacionada con el pasado de la famiglia. La investigación (y el amor) llevará a la periodista a Sicilia; y todos deberán enfrentarse a sus convicciones, educación y sentimientos, sin que ninguno pueda evitar escapar a su naturaleza.

Mario supo inmediatamente lo que estaba ocurriendo, y supo también que estaba muerto sin remedio y sin extramaunción. Había llegado el momento de encontrarse con su destino y buscó algún santo al que encomendar su espíritu, pero todos parecían encontrase aún de vacaciones”.

Esta es la cuarta novela de la saga escrita por la autora ibicenca Cristina Amanda Tur en la que aparecen los miembros del equipo contra el Crimen Organizado de Ibiza y la periodista Rebelene. Todo empieza con un asesinato, el de Mario Sonnino, guardaespaldas de Francesco La Plaggia, que desde hace algún tiempo residía en Ibiza. El equipo de policías, bajo las órdenes de Ariel, realiza las investigaciones oportunas para averiguar hasta qué punto esa muerte guarda relación con el pasado de la familia de Sacha, nieto del capo Francesco di Vicenzo.

Las investigaciones nos llevarán de Ibiza a Sicilia. A lo largo de  la novela iremos dando el salto de una isla a otra. Ricardo Salvi, será el carabineri  que les irá pasando la información solicitada a los policías españoles para aclarar qué tipo de conexión puede haber entre la mafia siciliana y la corrupción reinante en Ibiza.

Con pocas pinceladas conocemos los rasgos, sobre todo psicológicos, que definen a los personajes que nos iremos encontrando a lo largo de esta adictiva novela. Así nos iremos familiarizando con el carácter de Ariel, el jefe del equipo, desconfiado del trabajo de sus superiores y a quien sus compañeros conocían perfectamente, pues por sus gestos y su mirada adivinaban lo que podía estar tramando. Rebelene es una periodista local, amiga de los policías, que se dirige con ellos al lugar de los hechos. Sabía que siempre podían aportarle jugosas noticias para su sección de sucesos del diario local para el que trabajaba. Se sentía atraída por Sacha La Plaggia, un marchante siciliano, que vivía desde hace un tiempo de forma acomodada en Punta Galera, una  zona privilegiada de la isla. Los policías desconfiaban de él y le investigaban pues sospechaban de su estancia en Ibiza y creían que el asesinato de su guardaespaldas se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas rivales mafiosas. La decisión de Rebelene, que se sentía atraída por Il bel Sacha, de acompañarlo en su viaje a Sicilia, jugará un papel importante en el desenlace de esta fascinante trama, que sorprenderá al lector.

Es de agradecer el buen trabajo realizado por la autora pues conjuga perfectamente la ficción con los hechos reales que nos va relatando a lo largo de la misma. Sabe en qué momento debe introducir la historia de la Mafia siciliana, reciente y pasada. Emotivo es el homenaje que le rinde en Palermo a los jueces Falcone y Borsellino, asesinados vilmente por los clanes mafiosos. Todo ello relatado con un lenguaje crudo y realista. Los diálogos son ágiles y de un ritmo casi cinematográfico.

La canción del siciliano se la recomiendo a los amantes de la novela negra y, por supuesto, a los que quieran iniciarse en este género. Su ritmo trepidante hace que nos enfrasquemos en su lectura desde las primeras páginas.  No quedarán defraudados pues encontrarán en ella todos los ingredientes que en él son habituales: drogas, corrupción, persecuciones, vigilancias a sospechosos, traiciones, ambición, poder, vendettas, la omertà o ley del silencio, el ojo por ojo. Las costumbres que los antiguos capos de estas organizaciones criminales siguen llevándose en la actualidad. Muchas de ellas nos recordarán a la obra cumbre de Mario Puzzo, El padrino, pues nos encontraremos con el significado de una boda en un clan mafioso, que se aprovecha para hacer negocios o los “mensajes” que se les dejan a los enemigos.

Encontramos también otro factor habitual en este tipo de novelas, como es la crítica social, donde vemos cómo claramente la mafia es la que tiene el poder y las instituciones públicas están cargadas de una corrupción galopante.  Se nota, sin lugar a dudas, el gran conocimiento que tiene sobre la Mafia esta periodista y criminóloga ibicenca. Una novela que no resultará indiferente a quienes la lean. 

Francisco Portela

05 marzo, 2013

EL PRIMER MOTÍN


El navío Congreso Mexicano 
 Motín a bordo.
LUIS DELGADO BAÑÓN
Ed. Noray, 2012

Don Luis Delgado Bañón es capitán de navío y ha sido director del Museo Naval de Cartagena. Historiador y marino, dos cosas que no se pueden esconder. Don Luis está novelando la historia de nuestra Real Armada desde las últimas galeras hasta nuestra guerra civil. El volumen que comentaremos hoy, número 22 de la Saga Marinera Española, se sitúa en 1.824. Mal rey y malos tiempos para un imperio en el que ya se pone el sol. No acompañaremos en este volumen a ningún Leñanza de sangre, que es el recurso que suele emplear don Luis en sus libros para dar continuidad a la narración, añadir elementos críticos, y salpimentar la historia con relatos de alcoba, intriga, espada y pistolón, mucho aguardiente de Cehegín, y cualquier cosa que pueda amenizar un tema ya de por sí apasionante. Hoy será nuestro cicerone el capitán de navío Adalberto Pignatti, Beto para los amigos. Nombrado segundo comandante del navío Asia, verá como una misión aparentemente de rutina se convierte en un desastre por culpa de…  ya se verá. Sepa usted una cosa: todo lo que va a leer no es, como en otras series de novela marinera, fruto de la imaginación del autor. La realidad supera a la ficción. Con detalles novelescos para hacer la lectura más divertida, tal como don Luis se lo cuenta sucedió lo que hay en estas páginas.

A lo largo de sus libros, el autor no se corta ni con el sable: hoy no toca servir la rica carne adobada que tan bien prepara Miguelillo, sino amarga mazamorra. No vamos a hablar de cómo un grupo de idealistas, partiendo de California en una fragata que lo es solo de nombre, conquistan Alaska. Ni de cañones de a 24 en un bote de remos, ni de combates a tocapenoles en la noche oscura. Como en San Vicente hoy toca una página negra de la Real Armada, y se presenta sin paños calientes. Un buque sin capitán, un motín a bordo, una traición que es siempre otra fidelidad… pero que aquí es cruel como puñalada por la espalda. Todo marino sabe que el capitán manda a bordo solo por debajo de Dios, y eso porque Dios es más antiguo (en la cadena del mando, se entiende). ¿Qué ocurre cuando el senyor de la nau, amo de la vida y la muerte, que ha sido un hombre valiente que se ha enfrentado a su rey por corrupto, cae en lo que por el bien de su alma espero fuera melancolía?

Don Luis oyó hablar del presentismo, pero es un tema que no le interesa. La acción está contada desde el punto de vista de un oficial de la Real Armada, con el sentimiento y moral –o a veces falta de ella- propio de aquellos tiempos.  No se comete este error tan en boga de poner personajes actuales en hechos pasados: Pignatti es un hombre de su época, con lo bueno y lo malo, con un concepto del honor que nos puede parecer hoy en día inverosímil… pero que era el propio de aquellos duros hombres. El lenguaje, el comportamiento, las reacciones ante sus superiores y compañeros… remiten a aquellos años.  A pesar de su fabulosa documentación y fidelidad a los hechos, no es el objetivo del autor un ensayo objetivo y desapasionado, sino mostrar los sentimientos encontrados de un marino fiel a una causa. Cuando Pignatti, Beto, te cuenta la tempestad que atormenta su alma ves a un hombre y no a un personaje. No es un héroe vestido de blanco, capaz de desfacer cualquier entuerto. Hay actos suyos que serían no solo indignos de un oficial, sino también de un caballero. Pero sientes el deseo de abrazarle, y decirle “yo también he cometido errores en esta vida, me pregunto cómo hubiera jugado tus cartas”. Los personajes de Don Luis son de carne, huesos y lágrimas, incluso los imaginarios.

Hay muy buena novela marinera, pero en mi opinión esta serie destaca en dos puntos. Modestamente, quien suscribe navega un poquito. Y cada vez que abre uno de estos volúmenes siente la imperiosa necesidad de zarpar. En la obra de don Luis cuando hay viento frescachón se cargan los juanetes, como todo buen nostromo haría.  Y cuando hay rachas de ventarrón como poco, como poco tomas dos rizos, pero teniendo la capa ya preparada. No pierda su tiempo en encontrar errores marineros en esta narración, que no los hay. Igualmente ocurre con los detalles de uniformidad, costumbres… para un aficionado al mar y la historia, este libro es una delicia. Ya puedes tener mar de damas: con la costa a sotavento sufre el capitán, sufre el último paje de escoba, y sufre el lector. Maldita la hora, nostromo, que no celebramos el paso del Ecuador, la primera muesca marinera. Cruza los dedos a Neptuno, el de los siete dedos.
Y por otro lado… Navegar es estar muchas horas en el puente, a veces sin nada más que hacer que vigilar las olas y las nubes. En el navío Asia, el segundo de a bordo tiene la costumbre de reunir a los oficiales de mar y los caballeros y contarles historias. Consigue el autor que te sientas ahí, en cubierta, con una mano sujetando el bicornio y la otra en el biricú, notando el viento salado en el rostro, viendo a muchas millas aparecer ya el pico del Teide, y escuchando junto a los guardiamarinas el por qué se llaman estas islas Afortunadas, o cómo tenemos que bajar tantas millas para evitar las terribles calmas cuando… ¡Vela tres cuartas a estribor! ¿Será amigo? ¿Será mercante o corsario? ¿Buena presa, o descubierta de una división de navíos enemigos? Historia de braza y coraza, toca dejar la ilustración y tomar el sable… o no. Y no solo eso: en los consejos de a bordo, como un oficial más, el lector se sumerge en los debates de política, en la historia de aquellos tiempos convulsos, que van a ver el fin de un imperio y el nacimiento de nuevas naciones. Así que como dice Martín Fernández de Navarrete, además de halagar el corazón fortifica uno su entendimiento, lo que es buena cosa, y con un pedazo de nuestra historia del que poco se enseña en las escuelas. Por algún extraño motivo la historia naval es una gran desconocida, cuando otros países han sabido sacar jugo a la suya. Hombres de hierro en barcos de madera, luchando por un mal rey en un mundo que se descompone, sin pensar en dar un paso atrás, simplemente porque es su deber. Y si toca hoy derrota y vergüenza, se cuenta. Ya vendrán las victorias, que las hubo. Solo le pido, como lector, una cosa a don Luis, y es la misma que le pidió en su día aquel espíritu a Ramón Llull: “Escribe”. ¿Para qué? respondió éste. “Para que se sepa”.
Así que hágame caso. Si le apasionan la historia y el mar corra a comprar El navío Congreso Mexicano, sírvase una copita de rico aguardiente de Cehegín… y disfrute de una historia que no es solo ficción, sino nuestra historia. Y si no le apasionan… mi querido amigo, corra a comprar este libro. Es que usted las ha probado poco.

Miguel Aceytuno

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...