Este post fue enviado por Ariodante, quién nos envió su reseña a opiniondelibros@gmail.com. Muchas gracias Ariodante.
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Cuarta entrega de la Saga Marinera Española, el libro que tenemos entre manos continúa las aventuras del protagonista, Francisco Leñanza, Gigante, y de su amigo Santiago Cisneros, Pecas, ahora ya duque de Montefrío y de resultas del matrimonio de Francisco con Cristina, la hermana de Santiago, cuñados. El autor, Luis Delgado Bañón (Murcia, 1946), capitán de navío, escritor, director -hasta hace muy poco- del Museo Naval de Cartagena, es un amante de la historia, sobre todo la historia naval española, a la que ha dedicado años de esfuerzos y de investigación.
La primera parte de la novela tiene lugar tierra adentro: transcurre en tierras extremeñas, en la hacienda El Bergantín, donde los recién desposados viven su luna de miel; Francisco se recupera a pasos agigantados de la postración a que fue sometido tras sus heridas en el ataque al Peñón con las flotantes, operación comandada por D. Antonio Barceló y cuyo desastroso final le tuvo a las puertas de la muerte. Gracias a los cuidados de la dulce Cristina, del fiel Setum y los sabrosos guisos de Felicia, los paseos por el campo y las noches de amor, Gigante vuelve a recuperar su corpulencia y su vitalidad a punto de cumplir los diecinueve años. La llegada de su cuñado, el pequeño duque de Montefrío, afincado en la villa y corte pero a la caza de una nueva misión, le hace resurgir la llamada de la aventura y del mar, aunque sufre por Cristina, recién desposada y con una promesa de futura continuación de la familia. Pero aunque joven, es una mujer fuerte que sabe con quién se ha casado. Así que las cosas ruedan por su natural.
Posteriormente se desplazan a la hacienda murciana de Santa Rosalía, en la que disfrutan durante unos días de la compañía del general D. Antonio Barceló, que les profesa un cariño paternal. En ese tiempo, a la vez que el viejo marino se explaya con la caza, la buena comida y el aguardiente casero, Francisco aprovecha para recabar información sobre el barco que ha de tripular y su historial, información que Barceló le desgrana entre copa y copa, encantado de su monólogo. Es la manera de que los lectores seamos informados de la situación de la marina del momento, la historia personal de Barceló (que es real) y detalles técnicos sobre la navegación con un tipo especial de barco, el jabeque. Y así damos paso a la parte de acción marinera.
Llega, pues, el momento de que el alférez de navío Francisco Leñanza se incorpore al servicio activo y de ello trata la segunda parte del libro: de la campaña de Argel, en el verano de 1784, donde una flota compuesta por españoles, portugueses, malteses e italianos y comandada de nuevo por el brioso general Barceló, se dirige a la costa de Argel para impartir un castigo por el continuo acoso de los piratas argelinos sometían a nuestras naves en el Mediterráneo.
En la división de jabeques, dirigida por D. Federico de Gravina y Napoli, servirá Francisco, agregándose a la batalla su cuñado Santiago, proveniente de Turquía, donde ha estado en misión de paz. Echamos de menos un relato más largo de esta parte, que hubiera sido interesantísimo, y que sin embargo, el autor lo despacha demasiado a la ligera, para nuestro gusto.
Se nos describe la formación de combate, los problemas con los vientos adversos, los bombardeos que mantienen durante trece días frente a la fortaleza argelina, con el valiente general Barceló, en primera línea, moviéndose con su falúa entre las "cucarachas" (cañoneras y bombarderas) impartiendo órdenes constantemente a diestro y siniestro, babor y estribor, e incluso sufriendo un chapuzón; finalmente, tras haber cumplido la misión, el tornaviaje. En toda esta parte, hay un personaje que comparte la acción con Francisco: el caballero aventurero D. Alvaro de Galdomar, que le cuenta su historia personal y la razón por la cual está entre la tripulación. Historia que más adelante tendrá un curioso resurgir.
Las aventuras que siguen, -porque el retorno se complica- hacen de estas últimas páginas las más emocionantes del libro, con descomunal tormenta, cruenta batalla y tensión por los cuatro costados. Se acaba con retorno a Cartagena, entre vientos y calmas, y un feliz acontecimiento.
En suma, una novela algo descompensada entre las dos partes. La primera, más lenta y en algunos ratos poco amena, a pesar de que sea la que nos sitúe en las coordenadas históricas y la situación de la Marina y del país en esos años; y la segunda, que es mucho más atractiva por la acción y la trama, siempre necesarias en este tipo de literatura donde la aventura es imprescindible. Cierto que la vida del marino oscila entre tiempos tranquilos en tierra y largas temporadas a bordo, lejos de la familia y del hogar. Pero es la vida que han elegido, y aunque deseen gozar de la familia, en realidad el verdadero hogar del marino es la mar y si se le mantiene alejado de ella, sufre y desespera.
La edición incluye entre las ilustraciones, un mapa de los movimientos de barcos, una imagen de un jabeque con detalles y nombres, y otra imagen del general Barceló.
Ariodante. Octubre 2011.
Muchas gracias Aridante.
¡Saludos!
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