26 noviembre, 2012

REINANDO DIDO


DIDO, REINA DE CARTAGO
ISABEL BARCELÓ



Isabel Barceló (Sax, Alicante) nos relata esta historia como lo hacían los poetas antiguos. La narradora, Imilce, se reune con su escribiente Karo en la plaza del granado, en Cartago. En torno a ella se congregan los habitantes de la ciudad que quieren escuchar los recuerdos de esta anciana que narra los hechos que llevaron a la Reina Dido a abandonar Tiro hasta llegar a las costas libias y fundar Cartago, así como sus amores con el príncipe troyano Eneas y el fatal desenlace tras conocer el deseo de éste de seguir su rumbo para fundar su ciudad en las costas del Lacio. Todos escuchan pero también aportan. La memoria colectiva está presente en todo momento, sobre todo cuando hablan los que en esa difícil travesía habían tomado parte.

Dido Reina de Cartago fue gestada al estilo de las novelas publicadas en el siglo XIX pero con la diferencia de que, en vez de aparecer los capítulos en un diario determinado para que sus lectores siguieran con interés la lectura del mismo y esperasen a la aparición del siguiente capítulo, se fue publicando en el blog Mujeres de Roma, del que Isabel Barceló es su administradora. Por eso los capítulos son muy cortos. La autora concedió la posibilidad a los lectores de implicarse en la novela de una manera especial: algunos optaron por elegir como «propio» alguno de los personajes clásicos, o aportar personajes por el simple procedimiento de inventarse para ellos un nombre y un oficio, según sus gustos y fantasías. En el listado de personajes aparecen los nombres de los participantes o sus seudónimos cuando así ellos lo quisieron.

El lector se encuentra con dos narradores: Imilce, la hija de Barce, nodriza de Siqueo y confidente de Dido que completa sus conocimientos con textos de las crónicas de Xilón, y el poeta troyano Trailo, a quien en más de una ocasión acusa de utilizar un tono demasiado poético y el permitirse ciertas licencias con las que ella no está de acuerdo, pues lo tacha de partidista. Nos encontramos con unos capítulos escritos en primera persona y otros en tercera dictados por un narrador omnisciente.

Imilce es el personaje en torno al cual gira este relato. Quiere que sus recuerdos queden anotados para que generaciones posteriores conozcan la verdadera historia de su pueblo. Un personaje al que, pese a su carácter temperamental, le iremos tomando cariño a medida que van pasando los capítulos.

Pigmalión era un hombre ambicioso. Quería el trono que había heredado su hermana tras morir su padre. Pero también quería riquezas: el tesoro que estaba escondido en el templo de Melqart para llevar a cabo sus planes. No dudó en torturar a Siqueo, el sacerdote del templo y esposo de Dido, para que le revelase el escondite.

La reina era conocedora de las pretensiones de su hermano. Enterada de la atrocidad que había cometido en la persona de su esposo, decide huir de la ciudad con los habitantes que quieran seguirle pues no quería que se produjese un enfrentamiento entre hermanos. Junto con el Príncipe del Senado y Acus, el hijo de este, prepara sigilosamente la huida. A medida que tocan diversos puertos para aprovisionarse se les van uniendo algunos pasajeros más, como los curiosos hermanos Xilón y Filón, la amazona Nismacil, el cordelero Kostas, o las bailarinas que son tomadas prisioneras en Chipre. Tras sufrir muchas penalidades durante la travesía llegan a las costas libias y tiene un encuentro con Yarbas, el rey de esas tierras, para que le dejase construir en su costa una ciudad.

Eneas, príncipe de los troyanos, entra en escena. Tras la destrucción de Troya, huye con varias naves para tratar de llegar a las costas del Lacio, en Italia, y allí fundar otra ciudad. Dido los recibe y acoge en Cartago. Los homenajea con un excelente banquete de bienvenida. Dido había sido aconsejada en más de una ocasión de que volviese a tomar esposo pero ella se negaba y era fiel a la memoria de Siqueo. Yarbas el rey libio, le pidió matrimonio en varias ocasiones. Pero al llegar Eneas a Cartago, los dioses entran en acción y deciden que Cupido aparezca en escena para que Dido se entregue a Eneas, que era hijo de la diosa Venus. Pero, tras llevar instalados un tiempo en las playas de Cartago, Eneas decide que ha llegado el momento de seguir su ruta. Dido es avisada de las pretensiones del príncipe troyano. La reina se desmorona al no poder retener a su amado y la tragedia se consuma.

Con pocas pinceladas vamos conociendo cómo son los personajes que irán apareciendo en esta historia. El carácter de la Reina Dido, fuerte, enérgica, que demuestra grandes dotes de mando conforme a su cargo para hacerse valer ante su pueblo o el temperamento de la anciana Imilce. La ambición y la codicia de Pigmalión o la actititud desconcertante de Eneas, hijo de Venus, que cae prendado ante la belleza de Dido pero que sabía que su destino estaba marcado y debía de cumplirlo.

Dido Reina de Cartago es una historia en donde se conjuga lo humano y lo divino, pues los dioses juegan un papel importante en el devenir de los acontecimientos. Vemos cómo Neptuno, Eolo, Juno o Venus intervendrán directamente en la historia para que se cumpla el destino que tienen preparado para el príncipe troyano Eneas, poniéndole a prueba al enviar a Cupido para que Dido se quedara prendada de él. Una historia, en definitiva, bien construida pues se nota que la autora, una gran conocedora de la antigüedad clásica, sabe hacernos llegar la historia que nos cuenta de la forma más sencilla posible. 

De esta forma, Isabel Barceló consigue que nos enganchemos en su lectura desde las primeras páginas, y se nos haga amena y entretenida. El estilo es directo y el lenguaje utilizado sencillo pero contundente. Si a ello le unimos unos diálogos breves y directos, así como unas descripciones concisas, pues el lector lo agradece. En todo momento y siempre empleando estas premisas nos daremos una idea de cómo se va desarrollando el pasaje que estamos leyendo.  Dido Reina de Cartago es una novela histórica que no va a defraudar porque tiene todos los ingredientes necesarios para que el lector disfrute de la historia por lo que recomiendo su lectura. 

 Francisco  Portela

23 noviembre, 2012

COMIENDO PERDICES


Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e insisten en enamorarse

 Rita Gardellini



Sólo hasta que llegué al segundo capítulo no descubrí que el libro, en realidad, lo componen varios relatos, y además escritos desde distintos puntos de vista: el de la mujer y el del hombre. Hay originalidad en ellos, y un asomo de crítica oculto entre sus líneas.
“Después de comer perdices…”, una excelente miscelánea de relatos analizados desde la mirada crítica de ambos sexos. La verdad, no me han dejado indiferente tus historias. Es como un estudio del comportamiento humano en sus relaciones sentimentales. Y ciertamente, si se me obligara a decir cuál es el lado negativo, sería quizá mi dificultad (por otro lado normal) a la hora de encajar en mi mente las conversaciones. En Argentina, ya te dije, habláis de un modo distinto. Sin embargo, eso es lo que le proporciona frescura al libro: lo llevas a ese nivel popular, muestras el idioma de tu gente y lo expones sin apoyarte en ningún recurso. La riqueza del idioma de Sudamérica sobrepasa, a veces, al propio vocabulario español. Como diríais vosotros: ¡Es lindo!
Algunas me han gustado más que otras, pero en todas ellos encuentro algo hermoso, quizá parte del alma del autor, y eso me satisface mucho. “Después de comer perdices…” me ha gustado, como ya te dije, quizá por su originalidad, su fuerza o ese modo bifrontal de ver la vida, como una de esas miradas cúbicas de Picasso. Las tuyas son unas historias crudas, íntimas, y sobre todo cargadas de erotismo. 

Me ha gustado mucho Soledad, como más sobrio y humano. 

RITA GARDELLINI
El primero, el de Cenisiente tiene su "punto", por aquello del sentimiento epicúreo del príncipe, la hombría del herrero y la necesidad de satisfacción de Cenisiente. 
Simona y Selma, historias de amor y sexo... sexo y amor según las dos perspectivas de los personajes. Dicen que la mujer ofrece sexo a cambio de amor, y que el hombre ofrece amor a cambio de sexo. Es triste, pero es una cruel realidad. Personalmente intento aunar ambos sentimientos en uno sólo. Y aunque es cierto que los Géminis somos dualistas, en algunos casos nuestros pensamientos resultan unívocos, de un solo significado. De ahí que no terminara de convencerme el personaje masculino de Selma. Hay una frase que, aunque es posible que así sea, me niego a aceptar. Y es esta: 
"Ningún hombre es amigo de una mujer pasional y bella, es imposible". Es como pensar que todas las mujeres rubias, atractivas y de cuerpo escultural, son incapaces de ser personas cultas e inteligentes. Son prejuicios equivocados. 
Porque es cierto que los prejuicios influyen mucho en la relación de amistad, pura amistad sin sexo, entre un hombre y una mujer. Y estos prejuicios tienen, la mayor parte de las veces, nombre de mujer. ¿Te acuerdas de aquella frase primera que te subrayé?:
"Ningún hombre es amigo de una mujer pasional y bella, es imposible". Eso lo escribiste tú, y yo no estaba de acuerdo, y sigo sin estar de acuerdo. Pero otros pensarían que sí. Por eso me afecta de algún modo. 
Y ahora hablemos de Paula. Este relato refleja cierta conformidad. Ella acepta las infidelidades de su esposo. Es el último escollo que ha de sortear una mujer que lo ha perdido todo, incluso el amor del hombre que convive con ella, el cual prefiere mantener sexo con alguien más joven que él. Eso ocurre todos los días, en todas partes del mundo, y es triste.
Brenda es una joven de su tiempo: desenfadada, idealista, supersticiosa a veces y muy desinhibida. Es curioso como algunas jóvenes se encaprichan de hombres tibios, hombres que sólo avivan la pasión cuando se les incita. Ella es un personaje entrañable, él me gusta menos. En realidad, prefiero la parte femenina de los relatos. Un final frío y realista como la vida misma. Me gusta. 
Lidia es la típica "Maruja", como decimos acá a las amas de casa aburridas de una vida análoga y repetitiva. Mujeres que se casan con el hombre equivocado, hombres que incurren en el mismo error. Y luego, con el tiempo, se da uno cuenta de que todo podría haber sido distinto si...
No es que sea de mis favoritos, pero esconde mucha verdad.
En Fiona, Néstor adquiere toda la atención del lector. Es un don Juan de pacotilla, cebado, ególatra, un castigador que produce más compasión que admiración. Hay muchos Néstor desperdigados por esta santa tierra. Tiene el final que se merece.

Carina, una mujer que busca en la pasión un modo de adentrarse de nuevo en el amor, después de que se echara a perder su matrimonio con otro hombre. Ella lo pasa bien con Gerardo, su amante, pero sabe que sólo es eso: fuego en un instante; y luego, humo y ceniza. Su relación no va a ningún lugar. Eso a él no le importa mucho, solo desea la parte física de Carina. Hay algo de soberbia en el personaje masculino. Hay un texto que me ha gustado:
"Un quiebre entre épocas, minifalda, labial y tacos pero ni locas lavan un plato; que le abrás la puerta, le pagués el convite pero no se te ocurra subestimarlas porque te agujerean el hígado con su mirada de asco y entre los absurdos: no creen en príncipes ni almas gemelas pero no logran ver las relaciones sexuales como lo que son: la manera más lógica y simple de relación entre el hombre y la mujer"
Tan cierto como la vida misma.
Amelia, otra mujer en busca de emociones fuertes, pero que a la vez está supeditada a una ley moral que le impide aceptar ciertas bajezas, como permitir que un stripper se le refriegue de forma sicalíptica. Para ella es patético, y yo, personalmente, también lo creo (tanto en los hombres como en las mujeres). Y sin embargo, ella le propone amistad, amistad verdadera entre ambos, a pesar de la diferencia de edad. Él acepta sus condiciones, pero finalmente tendrá que olvidar a todas ellas por su futura familia. ¿Sabes?, al margen de Brenda creo que este relato es el que más me ha afectado. Creo en la verdadera amistad entre el hombre y la mujer, pero no todos lo entienden así.
Triana, un nuevo coloquio entre las dos caras de la moneda: amor y sexo... sexo y amor. La ternura batalla con la pasión, la mujer vive y siente el amor... el hombre lo convierte en auténtica basura. Es la maldición de la sangre en el hombre, falta de sentimiento. La mejor parte, ésta:
Me hubiera gustado ser la primera en darte un beso de cumple apenas pasadas las doce.
Me hubiera gustado prepararte el pollo con arroz que te gusta –aunque no creo que te durara una comida tan común estando de cocinera-, para que me dijeras que es el mejor que probaste.
Me hubiera gustado regalarte un traje negro para desnudarte, empezando por la corbata, la única prenda con la que yo quedaría vestida.
Me hubiera gustado que supieras al menos cómo tomo el café.
Me hubiera gustado que me extrañaras.
Me hubiera gustado no ser con vos… yo misma. 

Este párrafo es exquisito. Sólo por él merece la pena haber leído el libro. En conjunto, me ha gustado mucho, unos más que otros, eso sí.


 FICHA TÉCNICA:
Título: DEPUÉS DE COMER PERDICES O POR QUÉ LAS MUJERES SON BOLUDAS E INSISTEN EN ENAMORARSE.
Autora: Rita María Gardellini Cavido
Editorial: UNR EDITORA, Rosario, Argentina. 2011. 
96 páginas: 21 x 14 cm.
ISBN 987-950-673-917-1
Diseño de tapa: Hilén Daiana Mainella
Ilustración de autor: Hilén Daiana Mainella
En e-book. Re edición 2012
113 páginas

A la venta en las librerías en Rosario, Argentina.
En España

20 noviembre, 2012

EN NEGRO


A TIMBA ABIERTA

ÓSCAR URRA


Debutar en el género negro y hacerlo de esta forma no es de lo más sencillo, pues la novela es de una calidad muy por encima de la media. Es todo un aldabonazo sobre las cabezas de los amantes a la novela clásica de género, esta narración cuenta con todos los elementos para considerarla como tal. Posee policías, inspector privado, ambiente negro o sencillamente realista, mafiosos, mujeres guapas, exmujeres de genio indomable, camareros persuasivos, chivatos profesionales, ácratas, o lo que es lo mismo un mundo de muy variopinto pelaje, todo rodeado de la ciudad, de Madrid, del centro de la ciudad, de ese territorio tan añejo como imprescindible, donde la delincuencia y el alma palpitante de la ciudad conviven.

Si en algún momento se consideró que el binomio, detective privado con problemas y un mundo negro, era cuestión del pasado Óscar Urra consigue que dicha afirmación se quede prácticamente en eso, en una afirmación sin mucho sentido. Con narraciones de este calibre queda meridianamente claro que el género goza de muy buena salud, pues con unos mimbres tan clásicos, el autor madrileño es capaz de crear una pieza de inconfundible sabor y de elevada calidad.


El sabor lo pone ese espacio geográfico que tan cercano parece y que tan bien trabaja otro de los exponentes más salvajes de la novela negra, Juan Madrid, de quien no se puede soslayar la influencia entre las páginas de Urra. Pero la novela es algo más, posee una prosa muy cuidada, muy trabajada, por momentos usada de una forma tan fina y sutil que se acerca más a ser un arma afilada. Véase como ejemplo:



Cabria sintió todo el desgaste de la jornada acumularse en su espalda y sus piernas, y un cosquillo concreto y antiguo le clavó alfileritos en la yema de los dedos: el que sentía cuando llevaba mucho tiempo sin tocar la fría y pulida superficie del naipe. Si este caso no se resolvía tampoco lo harían sus problemas, y entonces más le valdría buscar tapetes en otras ciudades, razonablemente lejos de sus acreedores, donde pudiera ejercer su vocación de aficionado a la supervivencia.Pag. 114.



Ahí va otra:



...pero sé algo más, sé quién hay en esa casa, y eso me inmoviliza, por que el destino está hecho de decisiones mal tomadas y de peligrosas balas perdidas.Pag. 127-128.



De tales alfilerazos está plagada la novela, donde el lenguaje es una de las normas del escritor, pues está tratado y muy cuidado. Sostiene además una trama con un ritmo elevadísimo de lectura y de adicción, que logra que devoremos la novela con una celeridad asombrosa.
Percibo la influencia más clásica en el escritor, se nota desde lo más recóndito de sus palabras, se huele el sabor de otros detectives, desde los que han marcado el género hasta personajes más recientes, incluso en algún momento casi llego a notar la presencia de algún personaje de la comisaría de Leganitos que aparecieron en otras novelas de otro inconfundible autor.


En resumen una novela más que recomendable, todo un golpe de naipe sobre la mesa de la novela negra actual, pues hay que reconocer la valentía del autor, de con aspectos muy conocidos y en algunos casos manidos, es capaz de crear una muy buena novela con algunos personajes que resistirían una saga y algo más. Con Óscar Urra volvemos a un Madrid canallesco, malote, bocazas, poderosísimo en su fuero más interno, algo que no podíamos perdernos nunca.


Sergio Torrijos

DATOS TÉCNICOS:

EDITORIAL: SALTO DE PÁGINA

Fecha de publicación:  2008

160 páginas


¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...