15 mayo, 2012

RELATOS


EL CÍRCULO DE KRISKY

MIGUEL PUENTE MOLINS


Dependiendo de cómo salga del berenjenal en el que me haya metido por su culpa, considero que la curiosidad es uno de mis mayores defectos, o la más grande de mis virtudes. Ayer me empujó a pasarme por la presentación en Valencia de un par de libros del llamado “género fosco”. Este tipo de literatura, definida, por lo que entendí, como un tipo de fantasía oscura, gusta de jugar con el terror, nuestras fobias y nuestras angustias.

No sé si es debido a los muchos cuentos de muertos resucitados, ánimas en pena, brujas, maldiciones, sucesos extraños y conductas aviesas del personal más variopinto, oídos durante mi infancia al calor y única iluminación de una chimenea vieja, o a que la lectura con ocho años de Poe y Lovercraft me curó de espantos, pero lo cierto es que en casi 40 años que llevo leyendo cuanta historia de fantasía cae en mis manos, no he encontrado ningún relato o novela que me estremezca o haya hecho que me sobresalte ante algún ruido. Debido a esa incapacidad para causar emoción en mí,  no suelo interesarme mucho por la novela llamada  “de miedo” o “de terror”. No le encuentro más aliciente que el de la calidad literaria que pueda tener, pues normalmente suelo encontrarlas previsibles y poco interesantes.
Uno de los libros de los que se habló,  El círculo de Krisky, es una  antología de relatos. Esto no es algo que me entusiasme demasiado, pues los cuentos me parecen eso, cuentos, siempre demasiado cortos. A pesar de ser otro punto en su contra decidí probar suerte cuando un amigo me señaló un valor que lo hacía muy atractivo a mis ojos: los relatos tenían bases mitológicas.
Mitología: la palabra que, junto a “Fantasía” e “Historia”, hace que se disparen todas las alarmas en mi mente y me sienta atraída por una narración como por un imán.
 Así que lo compré, y esta mañana, mientras me tomaba el café he pasado una hora muy agradable enfrascada en su lectura. Pensaba leer un relato o dos mientras desayunaba y cuando me he dado cuenta se habían terminado las páginas. Eso es buena señal, desde luego.
 
El libro se compone de ocho relatos muy armónicos en su temática y en su estructura, que si bien no me han hecho pasar miedo, ni siquiera un poco de inquietud, sí que me han parecido historias interesantes bastante bien escritas y bien desarrolladas. Tienen la duración adecuada a cada una. Unas son muy cortas, pero sin tener apariencia de estar resumidas. Otras se alargan bastante más, sin que les sobre paja de relleno. Pero todas, con independencia del tema, el estilo o la duración, han conseguido lo mismo: que acabe de leerlos con una sonrisa de complicidad con el autor.

El primero de ellos, Los siete cuervos, está basado en un cuento popular, no muy difundido, que yo conocí en mi infancia como el de “Los siete hermanos cisnes”. El autor coge la historia, la sitúa en Galicia, y la viste con una exquisita ambientación de mitología celta-galaica que  a mí personalmente me ha hecho disfrutar mucho. Me ha parecido delicioso.
El segundo, Una duda razonable, es un cuento muy corto que tiene su punto de sorpresa gamberra y me dejó con la grata sensación de que se trata de un guiño a Poe.
En Psicosomático, quizá de los que  menos me han gustado, la enfermedad mental se mezcla con otras culturas con un resultado inquietante y muy interesante. La forma en que trata la somatización de los problemas mentales es cuanto menos curiosa, pero creo que el final podría haber sido mejor elaborado.
El hombre sin nombre hunde sus raíces en la civilización del creciente fértil. Algún fleco suelto en una historia bastante elaborada hace que este relato no sea lo redondo que podría haber sido. Es una pena, pues tiene elementos suficientes para convertirse en uno de los mejores relatos de la antología.
Sombra, otro de los más breves, hace buena la máxima de “menos es más” y se convierte en uno de los mejores para mi gusto. Inquietante y con un sabor que me ha recordado a King, en sus cuatro páginas condensa sentimientos y emociones muy diversas.
El extraño caso de Elías Fosco es, para mi gusto, el mejor de todos. Ambientado en la Galicia de la transición, con un fondo de mitología, cultura, o superstición (como se le quiera llamar) de la tierra natal del autor, le da otra vuelta de tuerca a la llamada “novela negra” concentrándola en un cuento interesante y muy especial. Lástima algún desliz tonto que lo afea un poquito,  pero que no afecta a la historia.
La cabeza de Dick pone el contrapunto humorístico que sirve para descargar la tensión acumulada tras el relato anterior. Historia simpática y un poco traviesa, nos vuelve a demostrar que este autor se maneja muy bien en las distancias cortas.
El círculo de Krisky es el relato que da nombre y cierra la antología. Basado en las cadenas de mensajes que recibimos todos en nuestros correos con desesperante asiduidad, las mezcla con extraordinaria habilidad con el folklore centroeuropeo, creando un relato capaz de despertar cierta ansiedad, para culminar en un final interesante.
En resumen, este libro me ha gustado bastante, más de lo que me esperaba. Solo algún pero ensombrece el buen sabor que me ha dejado.

Comentarios sobre la edición: un error de maquetación (creo, que yo de eso no entiendo) en una página llama bastante la atención.
Comentarios sobre el autor: algún desliz involuntario y cierta tendencia a perderse en frases largas (un par de veces en todo el libro) son las únicas pegas que podría encontrarle buscando mucho.

Ángeles Pavía

Ficha Técnica
Título: EL CIRCULO DE KRISKY
Autor: MIGUEL PUENTE MOLINS
Editorial:  AJEC
Páginas: 167
ISBN: 84-15156-22-2
Género: Antología de relatos.






13 mayo, 2012

LOS FITZGERALD


ZELDA Y FRANCIS SCOTT FITZGERALDKYRA STROMBERG




Francis Scott Fitzgerald resume ejemplarmente la mayoría de las virtudes y defectos de su época, hasta el punto de que su asociación con los "felices veinte" o la era del jazz toma rasgos de simbiosis. Su origen de clase acomodada no le impidió padecer de un fuerte sentimiento de inferioridad respecto a quienes ocupaban una clase superior a la suya y junto a los que trataba de situarse como un igual, no por su dinero sino por su talento. De este modo, la literatura se convirtió en el arma con la que pretendió asaltar las mansiones con vistas a Central Park o las villas de la Riviera francesa. Afortunadamente para sus lectores (y para él mismo) su talento literario estaba a la altura de este empeño por lo que la calidad de su obra está fuera de discusión en nuestros días.
Con un afán tan grande por acceder a lo más selecto de la sociedad de su tiempo, no parecía lógica la elección de su esposa, una hermosa sureña, hija de un hacendado de clase alta de Montgomery. Zelda le habría permitido formar parte de la pequeña aristocracia del lugar, pero no satisfacer sus anhelos de notoriedad, reconocimiento y riqueza a un nivel más amplio.

Por otro lado, Zelda aspiraba a vivir en el lujo indolente en que se había criado, y sin embargo acabó casándose con un escritor que no había publicado más que un puñado de cuentos y que acababa de ver impresa su primera novela. Un escritor que tenía que consolidar su talento prometedor que aún no le impedía vivir en la estrechez. Sin embargo, el romance culminó (no sin ciertas tensiones) y el sol brilló sobre la estrella de Scott quien comenzó a ganarse una reputada fama a través de sus cuentos (llegó a ser el escritor de relatos mejor pagado de Estados Unidos) y de los adelantos por cuenta de sus futuras novelas que, generosamente, le daba su editor.
De este modo, provisto de fama y dinero, Scott y Zelda pasaron a ser el ingrediente de moda en cualquier acontecimiento social relevante. El despilfarro y el exceso con el alcohol, sus peleas públicas y las consiguientes reconciliaciones no hicieron otra cosa que aumentar la fama de la pareja.
Sin embargo, estos excesos no parecían mermar la calidad de la obra de Scott Fitzgerald quien parecía capaz de captar la imagen de toda una generación, de toda una época caracterizada (en esos ambientes) por el lujo y el desenfreno, el relativismo moral y la falta de principios y compromiso. Scott era capaz incluso de captar ese lado oscuro del glamour y la riqueza, y así lo dejó plasmado en su novela más conocida, El Gran Gatsby, en la que el protagonista esconde el origen de su fortuna incierta y sufre las consecuencias de su éxito, como si de una justicia se tratase que equilibrara la balanza de la vida.
Al igual que en este personaje, la sombra también se cernía sobre Scott ya que sus gastos (rigurosamente contabilizados en su ledger) superaban con creces los ingresos que su obra literaria le reportaba lo que no hacía otra cosa que aumentar la presión que sufría por publicar más relatos y adelantar su próxima novela y, con el fin de aliviar dicha tensión, se sumergía en nuevos viajes y fiestas alcohólicas acrecentando la espiral en que se veía envuelto.

Entre tanto, la vida y personalidad de Zelda siguió su propio curso. En los principios de su relación actuó como el centro de atracción de las fiestas sociales. Su belleza y encanto cautivaban a sus anfitriones, si bien los excesos con el alcohol terminaban por crear ciertas suspicacias. Pasada esta primera época como Miss Fitzgerald, trató de crear su propia personalidad, desarrollando los más diversos intereses. Así, se dedicó (recuperando una afición de su juventud) a la danza de manera intensiva para luego optar por la literatura como forma de consolidar su propia identidad.
Siempre ha sido muy discutido el papel de Zelda en la literatura de Scott. Es un hecho probado que el escritor tomó prestado abundante material de los diarios y cuadernos de Zelda (lo que no hizo más que crear un cierto sentimiento confuso en ambos). De ahí que el intento de Zelda por publicar sus pequeños relatos (y su única novela) contaron siempre con cierta desconfianza por parte de Scott. De una parte temía que las obras de Zelda se adueñaran del tema de su próxima novela, de otra temía enfrentarse a ella en este campo en el que él siempre había sido el creador admirado. Así, en ocasiones aconsejó que algunos relatos se publicaran como obras conjuntas, para obtener un mejor precio gracias a su nombre. En otras, aconsejó al editor de Zelda, a espaldas de ésta, que la persuadiera para que cejase en su empeño de publicar su novela.
En cualquier caso, y tomara lo que tomara prestado de las ideas de Zelda, el principal papel de ésta en la obra de Scott Fitzgerald es el de modelo de sus personajes femeninos hasta un punto en que es difícil si las protagonistas de sus obras imitan a Zelda o ésta a aquéllas. Un nuevo modelo de mujer, atrevida, autónoma, aflora en sus libros al mismo tiempo que lo hacía en la vida real, flapper era su nombre y Zelda su icono.

Finalmente, la inestable vida de Zelda se quebró comenzando una peregrinación por diversos sanatorios, en Europa y Estados Unidos, para tratarla de diversos problemas nerviosos. La relación de la pareja se mantuvo pese al forzoso alejamiento y, casi recíproca indiferencia, que se refleja en la correspondencia que intercambiaban. Las nuevas obras de Scott habían perdido el apoyo de gran parte del público que antaño las acogía con admiración; no en vano, la Gran Depresión había modificado definitivamente el panorama de la sociedad norteamericana. Sus relatos cada vez se vendían a peor precio y los problemas económicos continuaban amenazando la vida de Fitzgerald, de modo que éste buscó el refugio en la única industria que parecía sobrevivir a la gran crisis: Hollywood.
En el mundo del cine trató de comenzar una nueva vida marcada por su dedicación, poco fructífera, a la escritura de guiones que apenas verían la luz. Junto a estos trabajos coleccionó pequeñas historias detectivescas en torno a un personaje singular, Pat Hobby, y comenzó a elucubrar sobre su próxima novela, basada en el mundo del cine del que ahora tenía un conocimiento de primera mano.
Esta última novela, El gran magnate, sería publicada póstumamente ya que la vida abandonó a Scott en 1940. Zelda le seguiría penosamente ocho más tarde al fallecer en el incendio del sanatorio en el que estaba internada.

Scott Fitzgerald escribió siempre desde un cierto hedonismo y con una perspectiva vital claramente superficial; sin embargo, supo incrustar en sus personajes suficientes vetas agridulces que humanizan su carácter dotándoles de una profundidad de la que sin duda carecían muchos de los amigos en que se inspiró. Sus crecientes problemas económicos no hicieron sino poner de manifiesto su escepticismo ante las clases acomodadas y la relación fluctuante que mantuvo con ellas. Este sabor amargo vela el optimista paisaje con que suelen abrirse sus obras y nos adentra en dramas sutiles en los que el lenguaje (para cuyo reflejo escrito tenía gran talento) es capaz de impulsar por sí mismo una trama.
Su relación con Zelda refleja igualmente las mismas contradicciones vitales. Deseoso de tener una mujer admirada y de ser envidiado por su causa pero al tiempo, celoso de la sombra que ésta pudiera arrojar sobre su fama. No aceptó los intentos de Zelda por afianzarse como una personalidad propia, empujándola a una crisis psíquica (cuyo origen, no obstante, fue fundamentalmente hereditario) que acabó por hundirla y por destruir su ya delicada relación.

Al cabo, esta relación no hizo sino satisfacer sus intereses. Ambos obtuvieron parte de aquello por lo que se habían unido y, ciertamente, conocieron el amor en sus primeros años. Kyra Stromberg narra este proceso de un modo algo desorientado. Culpemos también a la era del jazz, quizá un poco de mareo y desenfoque sean apropiados cuando se habla de esta vibrante pareja y el tiempo en que vivieron.

 GWW
ZELDA Y FRANCIS SCOTT FITZGERALD 
KYRA STROMBERG, 
EL ALEPH, 2001
ISBN 9788476694473

11 mayo, 2012

ROMA EN ACCIÓN


DEVOTIO

GABRIEL CASTELLÓ



Ed. GOOD BOOKS



SINOPSIS

DEVOTIO se compone de dos escenarios que se intercalan y avanzan en paralelo, uno desarrollado en tiempos de Diocleciano mientras que el otro arranca pocos meses después de que César cruce el Rubicón: en el primero nos sumergiremos en la Tarraconense de principios del siglo IV, sumida en una crisis económica y social sin precedentes hasta aquel momento en el que una nueva secta oriental gana adeptos día a día. El Augusto decide erradicarla a golpe de edicto y el encargado de dicho propósito en la provincia es un hombre cruel y sin escrúpulos, el gobernador Publio Daciano. Alentado por la ciudadanía más conservadora de Caesaraugusta, ordena el arresto de dos prominentes cristianos, el obispo Valero y su diacono, Eutiquio (conocido para la posteridad como San Vicente Mártir) y su traslado a Valentia donde serán procesados por su apostasía. Tito Antonio, magistrado emérito de la ciudad, conoce por casualidad al joven reo y, prendado por su carisma, decide actuar como su abogado frente al implacable gobernador.

 El segundo escenario alterno nos lleva a la Beronia fronteriza veinte años después de las guerras sertorianas. Un joven muchacho se enrola en las levas que Lucio Afranio, uno de los legados de Pompeyo el Grande en Hispania, está realizando por toda la Citerior con el propósito de reforzar las legiones fieles al Senado ante la inminente llegada del usurpador Cayo Julio César. Antes de partir, su padre le revela su auténtico nombre y condición como ciudadano romano, además de la terrible historia que le llevó al exilio. Lucio Antonio, el hijo de Cayo Antonio Naso, parte hacia la guerra dispuesto a lavar el honor de la familia y acompañará a los líderes de la facción pompeyana desde Ilerda hasta Munda en el periplo de aventuras y horrores que supuso la Guerra Civil. Sus crónicas suponen una versión claramente “pompeyana” y menos mitómana del De Belo Civili que nos dejó escrito César.

 Tanto Eutiquio como Antonio son dos exponentes de la fidelidad extrema a sus ideales, por ello ambos representan a la perfección la devotio hispana llevada a su máximo extremo.
***
¿A qué extremo te pueden llevar tus convicciones? ¿Matarías o morirías por un ideal? DEVOTIO es la epopeya de dos hombres, separados por el tiempo, pero unidos en su lealtad extrema a sus creencias. Recorriendo estas dos historias paralelas, la de Eutiquio de Osca en tiempos de Diocleciano, y la de Lucio Antonio durante la Guerra Civil, el lector conocerá la turbulenta Hispania romana en dos momentos muy diferentes, la República y el Imperio, la creación del estado más grande de su tiempo y la corrosión interna de un mundo decadente.
***
Dos épocas, dos protagonistas, una misma cualidad:
Fidelidad hasta la muerte.

HISPANIA, albores del siglo IV…
 El nuevo gobernador de la Tarraconense, Publio Daciano, un veterano de las legiones de pasado oscuro, está dispuesto a que su primer cargo provincial sea el impulsor de sus ambiciones. Para ello no escatima esfuerzos en aplicar los edictos imperiales de Diocleciano con absoluta severidad. En plena persecución religiosa, el joven diácono de Caesaraugusta, un muchacho arrogante llamado Eutiquio de Osca, es arrestado junto a su obispo y conducido a Valentia para ser ambos juzgados por su apostasía. Tito Antonio, magistrado emérito y hombre de edad y reconocido carisma en la colonia, acaba siendo el abogado del joven cristiano frente a un riguroso tribunal liderado por el propio gobernador…
 
HISPANIA, 49 a.C.
 Turibas, un sencillo jovenzuelo berón, descubre que no es quien cree ser, sino hijo de un ciudadano romano exiliado tras las guerras sertorianas. Su padre, Cayo Antonio Naso, le revela al llegar a la mayoría de edad su tremenda historia y el verdadero origen de su familia. El muchacho, dispuesto a lavar la honra familiar mancillada durante la revuelta de Sertorio, se enrola en la leva que su tío, Lucio Afranio, está realizando en la Hispania Citerior con tal de nutrir de auxiliares las legiones fieles a Pompeyo acampadas en Ilerda ante la inminente llegada del usurpador Cayo Julio César.
 Los ojos de Lucio Antonio nos harán recorrer una Hispania en guerra, conocer el conflicto desde el punto de vista de Pompeyo el Grande y Catón de Útica, navegar por el Mare Internum hasta las exóticas África, Numidia, Grecia y Egipto, presenciar momentos cruciales de la historia romana como las dramáticas batallas de Farsalia o Munda y estremecernos con su romance imposible con la bella Varinia, la única hija del propretor Accio Varo. Las crónicas que Lucio va escribiendo a sus padres entre campaña y campaña relatan esas aventuras, pasiones y odios, además de todos los sucesos extraordinarios en los que se ve involucrado durante los largos cuatro años de Guerra Civil que asolaron la República y supusieron el germen del Imperio.
***


HISPANIA, invierno del 303
Un nuevo gobernador sin escrúpulos…
Un muchacho cristiano sin miedo…
Un viejo magistrado sin ayuda…
 Tres hombres distintos cuyas vidas confluirán en Valentia, a dos de ellos los engullirá la Historia, el tercero forjará una leyenda. Pocos conocen su verdadero nombre, muchos su apodo: Vincentius.

HISPANIA, primavera del 49 a.C.
La República está en guerra. César controla Roma y se dirige a marchas forzadas hacia Hispania con tal de derrotar a las legiones fieles a Pompeyo el Grande acantonadas en Ilerda. Lucio Afranio, uno de los legados de Pompeyo en la Citerior, se ve forzado a realizar una leva entre los indígenas para reclutar efectivos con los que reforzar sus legiones. Un muchacho berón se entera de su verdadero nombre y ascendencia en la víspera de dicha leva. Su padre no es solo un sencillo aldeano, es un prófugo, un ciudadano romano exiliado forzosamente tras las guerras sertorianas. Tras conocer los dramáticos motivos que obligaron a su padre a no volver a su Valentia natal, decide enrolarse en la milicia celtibera para restaurar el honor de la familia.
 En las cartas que Lucio Antonio, el hijo de Cayo Antonio Naso, les escribe a sus padres entre campaña y campaña el lector descubrirá una versión paralela de la Crónica de la Guerra Civil de César, pero vista desde el lado pompeyano, siendo sus ojos testigos de acontecimientos tan atemporales como las batallas de Farsalia o Tapsos, la muerte de Pompeyo o el suicidio de Catón. Su relato le sumergirá en la agonía de la República romana, las intrigas intestinas que socavaron a los enemigos de César, además de estremecerle con su historia de amor imposible con Varinia, la hija del propretor de África hasta llegar al final de la guerra tras el sangriento asalto de Corduba.

GABRIEL CASTELLÓ

Ficha técnica:


DEVOTIO
AUTOR: Gabriel Castelló
FORMATO: 13.5X21.5 CM
PÁGINAS: 790
IDIOMA: ESPAÑOL
EDICIÓN: 1°
ISBN: 9788494053474
PVP:19.95€

Podeis encontrarlo aqui:

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

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