14 marzo, 2012

KOESTLER LUCHADOR


LOS GLADIADORES  
Arthur Koestler

Única incursión de Koestler en el campo de la novela histórica, Los gladiadores, o Espartaco (The gladiators, 1939), es el título inaugural de un terceto narrativo en que el autor aborda –entre otras cosas- el tema de la ética revolucionaria. Novelando el episodio de la sublevación de esclavos acaecida entre los años 73 y 71 a. C., Koestler estudia algunos de los dilemas relativos a fines y medios o el conflicto ‘moralidad trascendente v/s conveniencia social’ en una revolución. Se trata, pues, de una obra de registro político, basada parcialmente en la extrapolación y el anacronismo. Los otros componentes del trío son Oscuridad al mediodía (Darkness at noon, 1941; también conocida en castellano como ‘El cero y el infinito’) y Arrival and departure (1943; al parecer, sin traducción al castellano); ambas novelas, ambientadas en el siglo XX.

Arthur Koestler (1905-1983) fue un escritor de origen judío, nacido en Budapest y educado en Viena. En 1931 se afilió al Partido Comunista alemán, cuando trabajaba en un periódico berlinés. Poco después viajó a la URSS en misión reporteril, ocasión en que pudo conocer la atroz realidad del alardeado ‘paraíso de los trabajadores’. Progresivamente desencantado del comunismo, Koestler realizó una indagación primaria sobre la figura de Espartaco, movido de la curiosidad sobre quien inspiró el nombre del Spartakus-Bund (Liga Espartaco, movimiento del que surgiría el PC alemán). Entusiasmado por lo que descubrió y acuciado por la dura contingencia en que se hallaba inmerso, concibió la idea de componer una novela histórica sobre la famosa rebelión de esclavos.

Koestler creyó notar ciertos paralelismos entre la época del mentado suceso y las primeras décadas del siglo XX. Postula en su autobiografía que el siglo I a.C. fue “un siglo de intranquilidad social, de revoluciones abortadas y de violentos movimientos de masas […]. Las causas que determinaron tales trastornos sociales y políticos tenían un rasgo igualmente familiar a nuestra era: el derrumbe de valores tradicionales, una rápida transformación del sistema económico, grandes masas de gente sin ocupación, debido a la importación de esclavos de trabajo y a los cereales mas baratos llevados desde las colonias, la ruina de los pequeños campesinos y el aumento de grandes latifundios, una administración corrompida y una clase rectora decadente [etc.]” (La escritura invisible, Debate, 2000; p. 287). De acuerdo a esto, el autor procura reconstruir la historia de la sublevación recurriendo a las escasas fuentes históricas disponibles y al expediente de la ficción novelística, esto último con dos propósitos: suplir de modo especulativo los vacíos de la historiografía –curiosidad y prerrogativa de novelista, incipiente en su caso- y, ante todo, plasmar ciertas consideraciones nacidas de su evaluación del moderno paradigma revolucionario, extrapolándolas por vía de anacronismo al precedente establecido por Espartaco. El proceso de creación de Los gladiadores permitió a su autor ordenar ideas y romper definitivamente con el comunismo.
Como anticipaba, Koestler hace de la ética revolucionaria el tema medular de la novela. En su versión del episodio histórico, Espartaco quiere construir una sociedad utópica, una “federación basada en la justicia y la buena voluntad” que llevaría el nombre de ‘Estado del Sol’. El ideario que lo inspira es de índole igualitaria y protocomunista: nadie debía arrogarse el derecho de imponerse a los demás y todos compartirían la propiedad de los bienes. El problema es que la realización de la utopía enfrenta un sinnúmero de dificultades, tanto internas como externas, y Espartaco no puede sino actuar como un tirano. Es lo que Koestler denomina la ‘ley de los desvíos’: el líder revolucionario, amante de su pueblo y colmado de buenas intenciones, se ve obligado a desviarse del camino que inicialmente se ha trazado -demasiado piadoso, excesivamente ingenuo- y a ejercer la crueldad en nombre de la bondad; para suprimir de la historia las matanzas y los despotismos, se convierte él mismo en déspota asesino. Considerado desde la lógica revolucionaria, es una porfiada realidad, refractaria a las buenas intenciones, lo que fuerza a que los iluminados como Espartaco –así nos lo presenta el novelista- pospongan virtud y humanitarismo en nombre de un futuro soñado, cuya (hipotética) realización justificaría los sacrificios del presente (tema que es mejor tratado en Oscuridad al mediodía). No obstante, la exasperada observación hecha por uno de los personajes es la de más precio: “No hay tirano más peligroso que el que está convencido de ser un abnegado guardián del pueblo”. Esta es, en definitiva, la conclusión que mejor identifica el pensamiento de autor.

El afán polémico de la novela es patente conforme se desenvuelve la trama y explícito en el post scriptum -apéndice explicativo añadido por el autor en la edición inglesa de 1965, e invariablemente incorporado en las ediciones en castellano-. La tentativa de Koestler no fue la única en su género ni en su tiempo. Otros representantes de la denominada ‘literatura del exilio’ (Lion Feuchtwanger, Alfred Döblin, Heinrich Mann) cultivaron la modalidad literaria que el venezolano Arturo Uslar Pietri calificara de “reconstrucción de la historia”, en novelas de tesis que se valen de paralelismos históricos para dilucidar un presente conflictivo. Más que en el acápite de la fidelidad histórica, mis reproches irían por el lado de la perdurabilidad de la obra; lado del que, como es lógico, suele cojear la ficción de tinte político. La sola presencia del post scriptum me suscita dudas acerca de la autonomía de la obra (aquello de “La novela debiera ser capaz de hablar por sí misma”). Con todo y recordar que el de la autonomía narrativa es un principio nacido de una época, un artificio literario entre otros, creo que la relevancia y la vigencia de Los gladiadores están muy supeditadas al contexto histórico que impulsó su redacción. Se trataría, por tanto, de una obra con fecha de vencimiento.

Hecha constancia de tales reservas, me parece que la novela aún se sostiene satisfactoriamente, bien confeccionada como está, de modo que se deja leer con gratitud. Resulta interesante, además, por los dilemas que plantea.
En suma, recomendable.


Rodrigo

- Arthur Koestler, Los gladiadores. 
Pocket Edhasa, Barcelona, 2005.
Traducción de María Eugenia Ciocchini, 504 pp. 
Hay edición por Altaya bajo el título de Espartaco (1996, misma traducción, 346 pp.).

12 marzo, 2012

CON PUSHKIN EN LA INTIMIDAD


DIARIOS ÍNTIMOS
(1836-1837)
A.S. PUSHKIN
Traducción de Olga Volkonskaya
Prefacio de Mijail Armalinsky
Ilustraciones de A.S. Pushkin
Editorial Funambulista.

Magnífica traducción y cuidada presentación editorial, que incluye ilustraciones del propio Pushkin, es la obra presente. Reflexiones sobre el amor, la pasión, las relaciones con las mujeres -incluida su esposa-, así como su visión general de la vida, siempre a través del cristal del sexo, son el tema del  Diario Secreto. Escrito para no ser publicado hasta mucho después de su muerte, en sus páginas Pushkin se siente absolutamente libre y no pone freno a sus palabras. Abre su alma y su cuerpo al lector: desde crudas confesiones sobre su irrefrenable necesidad física de las mujeres, hasta detalladas descripciones del acto carnal que hubieran hecho sonrojar al propio Casanova, que era mucho más sugerente que explícito –quizás porque sus memorias sí estaban destinadas a publicarse en vida. Así como Tolstoi, en cuyos diarios de juventud plasma una vida turbulenta, se siente culpable ante su propio desenfreno, Pushkin, por el contrario, no sólo no se siente tal, sino que justifica su inevitable necesidad de sexo como una peculiaridad personal, alardeando de ello. Lo necesita, lo busca, lo desea: no puede evitarlo.
Únicamente le preocupa el honor, -tema recurrente en su obra, por otra parte-  es decir, el honor de su matrimonio: su esposa debe serle fiel, al menos en público. De ahí que llevase adelante el duelo fatal. D’Anthés, casado unas semanas antes con su cuñada Ekaterina, le provoca constantemente tratando de seducir a su esposa, y ésta le alienta con un coqueteo constante pero sin rendirse. Natalia parecía ser una mujer de pocas luces, aunque de una belleza esplendorosa. Y jugaba sus cartas: casó con Pushkin sin amor, para escapar de una familia problemática. Y se encontró con que el escritor era un sátiro, un hipersexual que no podía vivir sin practicar el sexo constantemente y con mujeres diferentes. Acabó acostumbrándose, pero usó la baza de los celos y la coquetería, en parte como venganza, en parte porque tampoco le amaba realmente. De hecho, le dio plena libertad para encelarse con sus hermanas, así como con prostitutas. Y Pushkin no necesitó más: las poseyó a todas.

Alexandr Sergeievich Pushkin (Moscú, 1799-San Petersburgo, 1837) poeta, dramaturgo y novelista, considerado como el padre de la moderna literatura rusa; nació en el seno de una familia noble, aunque por parte de madre descendía de un príncipe abisinio, esclavizado por los otomanos y llevado posteriormente a Rusia. Estas gotas de exotismo de algún modo se advertían en sus rasgos que él consideraba poco agraciados, y quizás aumentaron el ardor de su carácter apasionado. Pushkin fue un genio, un torbellino tanto en vida y en muerte, ya que murió a los 38 años, tras recibir un balazo en un duelo por salvaguardar su honor y la libertad de su modo de vida. Envidiado y odiado por muchos, ya que desde muy pronto destacó su producción literaria, poética, dramática y prosística, tuvo que soportar exilio, en Odessa y el Caúcaso, como un héroe romántico, ya que la sociedad no le deseaba en ella.
En 1831 se casa, casi por convención, con Natalia Goncharova, dama bellísima, no muy apasionada, pero generadora de pasiones, incluido el propio Zar, que la había sentado -apenas una niña- sobre sus rodillas y gracias a una oportuna intervención se quedó sin consumar lo que podría haber acabado con su virtud. Pero la coquetería de Natalia –quizás cansada de las constantes infidelidades de su marido, finalmente le lleva al duelo con un dandi francés que pone fin a su vida.
Seductor, sensual y apasionado, amante de la belleza como un artista del Renacimiento, su obra en su conjunto transita a caballo entre el romanticismo y el realismo, caracterizándose por una sucesión de contrastes y un juego con los diferentes puntos de vista. Tres elementos podrían considerarse como definitorios de su obra, mirada globalmente: la aproximación  historicista, la actitud social crítica y el enfoque psicológico. En el Diario, sin embargo, rezuma realismo por los cuatro costados. Realismo e incorrección política, diríamos ahora. Pushkin fue incorrecto políticamente desde que empezó a publicar, lo que le llevó al destierro  en 1820, con diecinueve años, por opiniones políticas liberales que disgustaron al zar, que a punto estuvo de enviarlo a Siberia aunque se contentó con el Cáucaso.
Al mismo tiempo, el Diario tiene profundísimas reflexiones sobre la vida, la muerte, el honor y el amor. Unas marcadamente románticas y otras de un realismo descarnado. Pero sus descripciones del sexo son ardorosas, detalladísimas y francamente perturbadoras por su sinceridad. Abre su alma y muestra su cuerpo como pocos hombres lo han hecho: dispuesto para la muerte, esperando el disparo fatal, escribe a corazón abierto. Las últimas páginas son dedicadas al tema del duelo, que ya veía como inevitable, y hasta lo deseaba: matar o morir, pero acabar aquel infierno en que se estaba hundiendo. Incluso llega a imaginar qué va a hacer su esposa tras su muerte, ¡y acierta! con una lucidez increíble.
Obra imprescindible para comprender el alma del gran escritor, e incluso diría más: el alma de un hombre, el alma de los hombres. Porque creo que  estas páginas resumen la esencia de lo masculino frente a lo femenino, la eterna batalla de los sexos, al margen de lo que entendemos por amor, que pertenece a otro nivel.

Ariodante







10 marzo, 2012

REINAS SUREÑAS


LA REINA DEL SUR
ARTURO PÉREZ-REVERTE

"Sonó el teléfono y supo que la iban a matar (...). Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido (...). En el estéreo del dormitorio, los Tigres del Norte cantaban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas. Siempre temió aque tales canciones fueran presagios, y de pronto eran realidad oscura y amenaza. El Güero se había burlado de eso; pero aquel sonido le daba la razón a ella y se la quitaba al Güero. Le  quitaba la razón y varias cosas más".

Así comienza la historia de Teresa Mendoza, a la carrera. Una carrera que la aleja de su pareja, de su Culiacán querido, de Sinaloa. Pero una carrera que la convierte en un mito, en la Reina del Sur, en la más poderosa narcotraficante del sur de España. En Méjico, en España, todo el mundo habla de ella. Le dieron a elegir dos destinos y decidió instalarse en Melilla.
 
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) fue reportero de guerra  durante veintiún años, de prensa, radio y televisión, vivió la mayor parte de los conflictos internacionales de las últimas dos décadas.  y es autor, entre otras novelas, de El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El club Dumas (1993), Territorio Comanche (1994), La piel del tambor, La carta esférica, La Reina del Sur, Cabo Trafalgar; Un día de cólera, El Asedio y de la serie histórica Las aventuras del capitán Alatriste. Es miembro de la Real Academia Española. Muchas de sus obras han sido llevadas al cine:  El maestro de esgrima, dirigida por Alberto Olea; La tabla de Flandes, por Jim McBride; La carta esférica, por Imanol Uribe; Territorio Comanche, por Gerardo Herrero, o Alatriste, dirigida por Agustín Díaz Yanes, entre otras.

Una mujer es la protagonista de La Reina del Sur. Su historia se va componiendo por el periodista que investiga a Teresa Mendoza, cuya fama era conocida a ambos lados del charco. Nos va poniendo sobre la pista de este personaje entrevistándose con toda aquella persona que hubiese tenido relación con ella. Nos cuenta la huida de La Mejicana, como se le conoce en ese mundo de las drogas y por la policía.

Llega a Melilla. Conoce al propietario de clubes nocturnos, Dris Larbi. Éste le ofrece un trabajo como camarera. Conocerá a Santiago Fisterra, piloto de planeadoras, dedicado al  tráfico de tabaco y estupefacientes. Le enseña todo lo que sabe pero en uno de sus viajes nocturos, son perseguidos y la lancha se estrella contra unas rocas. Santiago fallece y La Mejicana es llevada a prisión. Allí entabla relación con Patty, O´Farrell. Salen de prisión y se dedican al negocio de tráfico de drogas por el estrecho de Gibraltar. Es en la cárcel donde se empieza a fraguar la historia de La Reina del Sur. Pese a ser mujer, los hombres con los que tiene relación en este mundo de los narcos la respetan. Saben que es valiente, que no se amedrenta ante nada. Monta su imperio. Se relaciona con traficantes rusos, españoles. Tiene su propio código de honor. Código que le lleva a tomar decisiones difíciles. Pero si no tienes decisión te puedes encontrar en un gran aprieto. Y para eso ella tiene sangre fría. Sangre que le servirá para ser respetada, para ser rica y también para la venganza, una venganza que la llevará a su país a saldar viejas cuentas.

 Es la protagonista de una trepidante historia cargada de acción. Una acción que nos deja sin aliento. Vivimos cada momento, cada situación que en ella se relata. Nos sumergimos en un mundo que el escritor nos da a conocer. Un mundo que, por desgracia, en la realidad sí existe. Gente sin escrúpulos que se enriquecen a costa de la vida de otros. Hay un código a seguir y el que no cumple el código ya sabe lo que le pasa.

 Es una novela que no tiene desperdicio. Reverte, a la hora de trabajarse los capítulos no se anda con tapujos. Te invitar a pasar página tras página. Una obra llena de violencia, de amor, sexo, corrupción, de traiciones, asesinatos. Quizá el único pero de La Reina del Sur es el lenguaje que utiliza, porque la protagonista no renuncia a su origen mejicano y ella no lo olvida, por lo que los vocablos procedentes de su región de origen, Sinaloa, estarán siempre presentes. Pero eso no hace que el ritmo de la acción decaiga. Al contrario, nos entretiene y no decepciona en absoluto.

Galaico

Título: La Reina del Sur
Círculo de Lectores S. A.
Licencia editorial para Círculo de Lectores de Pequot S. L.
Nº. Páginas: 477
ISBN.: 8422697912

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...