12 marzo, 2012

CON PUSHKIN EN LA INTIMIDAD


DIARIOS ÍNTIMOS
(1836-1837)
A.S. PUSHKIN
Traducción de Olga Volkonskaya
Prefacio de Mijail Armalinsky
Ilustraciones de A.S. Pushkin
Editorial Funambulista.

Magnífica traducción y cuidada presentación editorial, que incluye ilustraciones del propio Pushkin, es la obra presente. Reflexiones sobre el amor, la pasión, las relaciones con las mujeres -incluida su esposa-, así como su visión general de la vida, siempre a través del cristal del sexo, son el tema del  Diario Secreto. Escrito para no ser publicado hasta mucho después de su muerte, en sus páginas Pushkin se siente absolutamente libre y no pone freno a sus palabras. Abre su alma y su cuerpo al lector: desde crudas confesiones sobre su irrefrenable necesidad física de las mujeres, hasta detalladas descripciones del acto carnal que hubieran hecho sonrojar al propio Casanova, que era mucho más sugerente que explícito –quizás porque sus memorias sí estaban destinadas a publicarse en vida. Así como Tolstoi, en cuyos diarios de juventud plasma una vida turbulenta, se siente culpable ante su propio desenfreno, Pushkin, por el contrario, no sólo no se siente tal, sino que justifica su inevitable necesidad de sexo como una peculiaridad personal, alardeando de ello. Lo necesita, lo busca, lo desea: no puede evitarlo.
Únicamente le preocupa el honor, -tema recurrente en su obra, por otra parte-  es decir, el honor de su matrimonio: su esposa debe serle fiel, al menos en público. De ahí que llevase adelante el duelo fatal. D’Anthés, casado unas semanas antes con su cuñada Ekaterina, le provoca constantemente tratando de seducir a su esposa, y ésta le alienta con un coqueteo constante pero sin rendirse. Natalia parecía ser una mujer de pocas luces, aunque de una belleza esplendorosa. Y jugaba sus cartas: casó con Pushkin sin amor, para escapar de una familia problemática. Y se encontró con que el escritor era un sátiro, un hipersexual que no podía vivir sin practicar el sexo constantemente y con mujeres diferentes. Acabó acostumbrándose, pero usó la baza de los celos y la coquetería, en parte como venganza, en parte porque tampoco le amaba realmente. De hecho, le dio plena libertad para encelarse con sus hermanas, así como con prostitutas. Y Pushkin no necesitó más: las poseyó a todas.

Alexandr Sergeievich Pushkin (Moscú, 1799-San Petersburgo, 1837) poeta, dramaturgo y novelista, considerado como el padre de la moderna literatura rusa; nació en el seno de una familia noble, aunque por parte de madre descendía de un príncipe abisinio, esclavizado por los otomanos y llevado posteriormente a Rusia. Estas gotas de exotismo de algún modo se advertían en sus rasgos que él consideraba poco agraciados, y quizás aumentaron el ardor de su carácter apasionado. Pushkin fue un genio, un torbellino tanto en vida y en muerte, ya que murió a los 38 años, tras recibir un balazo en un duelo por salvaguardar su honor y la libertad de su modo de vida. Envidiado y odiado por muchos, ya que desde muy pronto destacó su producción literaria, poética, dramática y prosística, tuvo que soportar exilio, en Odessa y el Caúcaso, como un héroe romántico, ya que la sociedad no le deseaba en ella.
En 1831 se casa, casi por convención, con Natalia Goncharova, dama bellísima, no muy apasionada, pero generadora de pasiones, incluido el propio Zar, que la había sentado -apenas una niña- sobre sus rodillas y gracias a una oportuna intervención se quedó sin consumar lo que podría haber acabado con su virtud. Pero la coquetería de Natalia –quizás cansada de las constantes infidelidades de su marido, finalmente le lleva al duelo con un dandi francés que pone fin a su vida.
Seductor, sensual y apasionado, amante de la belleza como un artista del Renacimiento, su obra en su conjunto transita a caballo entre el romanticismo y el realismo, caracterizándose por una sucesión de contrastes y un juego con los diferentes puntos de vista. Tres elementos podrían considerarse como definitorios de su obra, mirada globalmente: la aproximación  historicista, la actitud social crítica y el enfoque psicológico. En el Diario, sin embargo, rezuma realismo por los cuatro costados. Realismo e incorrección política, diríamos ahora. Pushkin fue incorrecto políticamente desde que empezó a publicar, lo que le llevó al destierro  en 1820, con diecinueve años, por opiniones políticas liberales que disgustaron al zar, que a punto estuvo de enviarlo a Siberia aunque se contentó con el Cáucaso.
Al mismo tiempo, el Diario tiene profundísimas reflexiones sobre la vida, la muerte, el honor y el amor. Unas marcadamente románticas y otras de un realismo descarnado. Pero sus descripciones del sexo son ardorosas, detalladísimas y francamente perturbadoras por su sinceridad. Abre su alma y muestra su cuerpo como pocos hombres lo han hecho: dispuesto para la muerte, esperando el disparo fatal, escribe a corazón abierto. Las últimas páginas son dedicadas al tema del duelo, que ya veía como inevitable, y hasta lo deseaba: matar o morir, pero acabar aquel infierno en que se estaba hundiendo. Incluso llega a imaginar qué va a hacer su esposa tras su muerte, ¡y acierta! con una lucidez increíble.
Obra imprescindible para comprender el alma del gran escritor, e incluso diría más: el alma de un hombre, el alma de los hombres. Porque creo que  estas páginas resumen la esencia de lo masculino frente a lo femenino, la eterna batalla de los sexos, al margen de lo que entendemos por amor, que pertenece a otro nivel.

Ariodante







10 marzo, 2012

REINAS SUREÑAS


LA REINA DEL SUR
ARTURO PÉREZ-REVERTE

"Sonó el teléfono y supo que la iban a matar (...). Se quedó muy quieta, conteniendo el aliento como si la inmovilidad o el silencio pudieran cambiar el curso de lo que ya había ocurrido (...). En el estéreo del dormitorio, los Tigres del Norte cantaban historias de Camelia la Tejana. La traición y el contrabando, decían, son cosas incompartidas. Siempre temió aque tales canciones fueran presagios, y de pronto eran realidad oscura y amenaza. El Güero se había burlado de eso; pero aquel sonido le daba la razón a ella y se la quitaba al Güero. Le  quitaba la razón y varias cosas más".

Así comienza la historia de Teresa Mendoza, a la carrera. Una carrera que la aleja de su pareja, de su Culiacán querido, de Sinaloa. Pero una carrera que la convierte en un mito, en la Reina del Sur, en la más poderosa narcotraficante del sur de España. En Méjico, en España, todo el mundo habla de ella. Le dieron a elegir dos destinos y decidió instalarse en Melilla.
 
Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) fue reportero de guerra  durante veintiún años, de prensa, radio y televisión, vivió la mayor parte de los conflictos internacionales de las últimas dos décadas.  y es autor, entre otras novelas, de El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990), El club Dumas (1993), Territorio Comanche (1994), La piel del tambor, La carta esférica, La Reina del Sur, Cabo Trafalgar; Un día de cólera, El Asedio y de la serie histórica Las aventuras del capitán Alatriste. Es miembro de la Real Academia Española. Muchas de sus obras han sido llevadas al cine:  El maestro de esgrima, dirigida por Alberto Olea; La tabla de Flandes, por Jim McBride; La carta esférica, por Imanol Uribe; Territorio Comanche, por Gerardo Herrero, o Alatriste, dirigida por Agustín Díaz Yanes, entre otras.

Una mujer es la protagonista de La Reina del Sur. Su historia se va componiendo por el periodista que investiga a Teresa Mendoza, cuya fama era conocida a ambos lados del charco. Nos va poniendo sobre la pista de este personaje entrevistándose con toda aquella persona que hubiese tenido relación con ella. Nos cuenta la huida de La Mejicana, como se le conoce en ese mundo de las drogas y por la policía.

Llega a Melilla. Conoce al propietario de clubes nocturnos, Dris Larbi. Éste le ofrece un trabajo como camarera. Conocerá a Santiago Fisterra, piloto de planeadoras, dedicado al  tráfico de tabaco y estupefacientes. Le enseña todo lo que sabe pero en uno de sus viajes nocturos, son perseguidos y la lancha se estrella contra unas rocas. Santiago fallece y La Mejicana es llevada a prisión. Allí entabla relación con Patty, O´Farrell. Salen de prisión y se dedican al negocio de tráfico de drogas por el estrecho de Gibraltar. Es en la cárcel donde se empieza a fraguar la historia de La Reina del Sur. Pese a ser mujer, los hombres con los que tiene relación en este mundo de los narcos la respetan. Saben que es valiente, que no se amedrenta ante nada. Monta su imperio. Se relaciona con traficantes rusos, españoles. Tiene su propio código de honor. Código que le lleva a tomar decisiones difíciles. Pero si no tienes decisión te puedes encontrar en un gran aprieto. Y para eso ella tiene sangre fría. Sangre que le servirá para ser respetada, para ser rica y también para la venganza, una venganza que la llevará a su país a saldar viejas cuentas.

 Es la protagonista de una trepidante historia cargada de acción. Una acción que nos deja sin aliento. Vivimos cada momento, cada situación que en ella se relata. Nos sumergimos en un mundo que el escritor nos da a conocer. Un mundo que, por desgracia, en la realidad sí existe. Gente sin escrúpulos que se enriquecen a costa de la vida de otros. Hay un código a seguir y el que no cumple el código ya sabe lo que le pasa.

 Es una novela que no tiene desperdicio. Reverte, a la hora de trabajarse los capítulos no se anda con tapujos. Te invitar a pasar página tras página. Una obra llena de violencia, de amor, sexo, corrupción, de traiciones, asesinatos. Quizá el único pero de La Reina del Sur es el lenguaje que utiliza, porque la protagonista no renuncia a su origen mejicano y ella no lo olvida, por lo que los vocablos procedentes de su región de origen, Sinaloa, estarán siempre presentes. Pero eso no hace que el ritmo de la acción decaiga. Al contrario, nos entretiene y no decepciona en absoluto.

Galaico

Título: La Reina del Sur
Círculo de Lectores S. A.
Licencia editorial para Círculo de Lectores de Pequot S. L.
Nº. Páginas: 477
ISBN.: 8422697912

08 marzo, 2012

SEÑORES DE LA GUERRA GALAICOS


EL SEÑOR DE LORDEMANOS
MIGUEL ÁNGEL BADAL SALVADOR 
Año 1050. El territorio de Galicia se agita convulso ante la implacable amenaza que se cierne desde las aguas del norte, anunciando el albor del final de los tiempos. Sentado frente al pupitre en el que trabaja, el obispo Cresconio se debate entre turbadores pensamientos, aterrorizado ante la idea de que los paganos lordemanos puedan saquear toda su diócesis y profanar el santuario sagrado del apóstol Santiago. Condenado por Roma, sobre su cabeza pesa la idea de morir excomulgado y padecer eternamente los horrores del infierno; pero entre sus pensamientos se deslizan las evocaciones de otra época, un tiempo en el que la tierra carecía de rey y en el que él mismo hubo de empuñar la espada.

Hace un mes fui a Bibliocafé, lugar emblemático de Valencia donde los haya, a una presentación del libro que vengo a comentar. Hacía tiempo que tenía un poco abandonada la novela histórica, pues, tras un atracón de romanos, legiones, centuriones y demás acompañantes, había estado un tanto saturada y  había decidido tomarme un periodo de descanso. Pero como ya empezaba a echarla de menos, me dejé convencer por los dos escritores, presentador y presentado, y me hice con el libro. La verdad es que me apetecía, después de un largo paréntesis, volver al medievo en todas sus vertientes, historia, literatura, cine, música... Siempre voy por épocas. Nada más salir, casi antes de llegar a casa, empecé a leerlo. Pero hube de dejarlo unos días aparcado por motivos de trabajo acumulado. Cuando ya llegó el fin de semana y me encontré más libre me sumergí totalmente en su lectura. Han sido tres días arduos, ya que no es una novela para lectores poco experimentados, pero ha valido la pena, y aunque tiene, como la mayoría de las obras, luces y sombras, creo que las primeras son mucho más que las segundas.
Esta novela histórica, exquisitamente documentada y perfectamente escrita consigue, desde los primeros párrafos, sumergirnos totalmente en la Galicia medieval. No es una novela de fácil lectura, pues la ambientación, así como el léxico la hacen un poco costosa para quien no esté acostumbrado a modismos y vocabularios un tanto arcaicos, pero la fluidez del estilo del autor compensa esa dificultad. Para allanarnos aún más el camino, al final del libro hay unos apéndices que nos facilitan mucho la comprensión tanto del momento histórico como del vocabulario utilizado.
El personaje central, el eje en torno al cual gira toda la obra es el obispo Cresconio que nos va narrando en primera persona los sucesos que recuerda mientras escribe la crónica de lo acaecido. Este personaje, bien descrito, y bien retratado, aunque un poco esquemático, deja muy atrás en cuanto a personalidad al resto de los habitantes de aquellas tierras. Incluso el señor de Lordemanos, aquel que da nombre a la novela, se queda plano, casi anecdótico, en comparación. La forma de tratar a los personajes es uno de los puntos más débiles de la obra, ya que, el hecho de darles poco relieve, junto con la narración que alterna la primera persona cuando escribe lo que recuerda el monje, y en tercera persona cuando se narra la trama, nos recuerda más a una crónica que a una novela en sí. Esto, que para aquel que va buscando una novela de acción puede ser un defecto o un lastre, para aquel que disfruta con una buena recreación de un ambiente medieval y de la novelación de un hecho histórico es un punto a su favor.

En torno a este personaje se envuelve una trama que sirve para mostrarnos el tema principal de la novela: que la presencia de lordemanos, de los pueblos del norte en las costas cantábricas era mucho más frecuente de lo que la gente piensa. Pero entorno a esa presencia se teje con maestría un ambiente de miedo, casi de terror, de la gente que vivía en esas tierras, personificada por su obispo. Era miedo a los ataques de los lordemanos, y miedo a las incursiones de los sarracenos, miedo a las guerras intestinas de los barones en una tierra que al carecer de rey, carece de gobierno y de ley. Y además, es miedo al propagado fin del mundo, miedo al fin del milenio anunciado en las escrituras, que se palpa con todas las calamidades que acechan a la gente llana que sobrevive como puede. Y por parte del  obispo es miedo a morir en un momento en el que el amor por su tierra y su honestidad lo han llevado a la excomunión.

Ese ambiente amedrentado, oscuro y terrible es lo que Miguel Ángel sabe transmitirnos con fuerza, sabe hacer que nos sintamos transportados cuando nos acostumbramos al lenguaje y nos metemos en la piel del bueno del obispo. Esto lo consigue gracias a lo que para muchos será el mayor impedimento para disfrutar de esta novela: el lenguaje que utiliza. Este es arcaico sin resultar ininteligible, repleto de modismos y expresiones en desuso, pero que por el contexto se entiende en su mayor parte. En manos de alguien que lo utilizara con menos brillantez y acierto podría ser un punto muy negativo, pero en este caso solo hace que aumentar el valor literario de esta obra.

Otro punto que no acaba de convencerme, sin ser ningún defecto serio ni ningún impedimento para disfrutar de este libro, es el hecho de que, cuando el narrador cuenta la trama «actual» se retrotrae en demasía a los usos y modismos que está utilizando cuando la historia es narrada por el obispo Cresconio, habiendo muy poca diferenciación lingüística entre personaje y narrador, Creo que aquí, diferenciar un poco más el lenguaje, dejando el del obispo con todos sus modismos y arcaísmos y modernizar el del narrador, habría sido darle un punto más de agilidad a la lectura de la novela. A pesar de ello, la narración mantiene su coherencia y los diálogos quedan perfectamente encajados, sin resultar forzados, pero dando poco relieve a los personajes. Es esta una obra en la que las descripciones, controladas en su justa medida, la ambientación tan cuidada, y la documentación tan exhaustiva, priman en contra de una agilidad narrativa de la que adolece. A pesar de eso, la novela se estructura perfectamente en torno a la vida del monje y a la crónica que está redactando, pero creo que deja un poco de lado el que en principio debería ser el eje central y es el señorío vikingo de Lordemanos, aunque mantiene la tensión de una forma constante y adecuada.

Indicada sobre todo para un lector experimentado, que busca encontrarse con la historia a través de la literatura y que ya sabe a lo que va, puede ser considerado un libro un poco arduo por el lector medio que busca una novela de aventuras ambientada en el medievo.
Factores positivos que destacan: Su exquisita documentación y ambientación, y un gran dominio del lenguaje que hace que en cuanto se coja el ritmo se disfrute un montón de una prosa elegante y muy cuidada.
Factores negativos que observamos: la superficialidad de los personajes, que en su mayoría son meros comparsas siendo el obispo el único que destaca un poco más pero no lo suficiente para hacer que el lector sienta empatía con él.

En conclusión, es una novela histórica muy recomendable para los habituales del género, que nos muestra, con una prosa cuidada y muy bien escrita, (cosa muy de agradecer) una época poco explorada y rica en acontecimientos y en vivencias dignas de ser narradas. Yo he disfrutado mucho con ella, y pienso estar muy pendiente de las próximas obras de este autor novel.


Ángeles Pavía

Datos técnicos:
Título original: EL SEÑOR DE LORDEMANOS
Autor: Miguel Ángel Badal
Editorial: De librus tremens
 Nº de páginas: 294
Género: Novela histórica
ISBN : 978-84-15074-20-5



¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...