23 febrero, 2012

VAGABUNDEANDO CON G. HAEFS


CUENTOS VAGABUNDOS
GISBERT HAEFS
Evohé Narrativa

 Gisbert Haefs (Wachtendonk, Renania, 1950), autor, traductor y editor germánico, realizó sus estudios de filología inglesa y española en la Universidad de Bonn. Como él mismo cuenta en una entrevista, he nacido en una familia católica, pasando mis años de escuela en un colegio de jesuitas – me había costado bastante trabajo ganarme la libertad intelectual, y después de luchar contra el adoctrinamiento cristiano, no me apetecía dejar mi cerebro a los marxistas, sino pensar por cuenta propia. Entonces, la filología y la literatura  fueron su elección universitaria. Ha trabajado como traductor independiente y más tarde como traductor y editor en alemán de diversos autores como Bioy Casares, Borges, Kipling,  Conan Doyle, Chesterton, Mark Twain o incluso Bob Dylan y Brassens, ya que también, como un virtuoso renacentista, le interesa la poesía y la música, habiendo publicado en 1981 unos Cantos Grotescos, canciones que compuso, interpretó y editó en disco.
En España conocemos más su vertiente como autor de ensayo y novela histórica, pero hay otros aspectos de su amplia obra literaria que se nos muestran ahora, en esta compilación de cuentos que presentamos aquí. Y nos sorprendemos al descubrir casi a un autor desconocido, nuevo, distinto y muy atractivo. Siempre se ha dicho que es más difícil escribir un buen relato que una buena novela, porque ha de concentrarse en un breve espacio y ha de atraer y atrapar al lector para dejarlo satisfecho a su final. En España no hay demasiada tradición de relato, pero creo que precisamente por ello, podemos augurar que estas historias van a encontrar una acogida en hambrientos lectores de un género no muy abundante por estos lares.

En estos dieciocho cuentos, de muy diversa factura, obras que ya han sido publicadas en Alemania anteriormente y de donde algunos personajes han sido recogidos en obras posteriores, encontramos un nexo de unión, vago, sutil y vaporoso: la inquietud y el desasosiego. Son narraciones inquietantes, ciertamente. Porque descubren tras una fachada de cotidianeidad, en algunos casos, o de normalidad, un mundo oscuro, agazapado cual monstruosa criatura a la espera de ser liberada.
No es casualidad que Haefs haya traducido a Conan Doyle o a Kipling, o a Bioy Casares y a Borges, todos ellos con una faceta inquietante en sus obras. Traducir es como recrear una obra, recrear a un autor. Un buen traductor ha de meterse en la piel del autor al que traduce y adivinar qué ha querido decir;  qué y cómo lo dice, realmente. Y en esa empresa ha de haber una simbiosis, una interrelación entre ambos. Leer entre líneas antes de verter al otro idioma, finalmente, la obra ajena, que, en una pequeña pero importante parte, el traductor hace propia, le impregna.

El espíritu de Kipling sobrevuela muchos de estos relatos. También descubrimos un humor muy especial, muy borgeano, una mezcla de inquietud y de goticismo, como en Monstruo o El anatomista azul. Clima onírico, impactante, en El fin de Jürgen Soberg. Hay en algunos una cierta intención de sátira muy fina, de paradoja, como en la Parábola con varios conocidos. Errores y virutas toca el tema de las sectas pseudorreligiosas, que es reiterativo en varios relatos, como En la frontera.

Algunas narraciones se enmarcan dentro del más puro estilo de la novela policíaca, siendo altamente destacable El triunvirato, que me parece de una estructura y elaboración redonda (a pesar de ser triangular), y en menor grado, Matzbach y un par de buenistas, de la que destacaría este párrafo: “Quien pone eufemismos en circulación, cambia el lenguaje, cambia el contenido de las palabras para mejorar el mundo conforme a su modelo, acaba llamando, probablemente pronto, “auto de fe” a la quema de herejes y “limpieza étnica” o, por qué no, “purificación religiosa de la población”, al genocidio.
Otras, como Un feliz acontecimiento o como, sobre todo Ángel en la penumbra, a pesar de su apariencia de dirty realism, contiene diversas connotaciones, absolutamente terribles: el amor/odio al héroe, el repudio a los que nos protegen pero que necesitamos, a la inevitable herencia paterna, la mediocridad que no soporta al diferente, al que ayuda, precisamente porque se le necesita, el resentimiento contra todo ello, ...son  relatos parabólicos, que lanzan una potente carga de profundidad contra una sociedad en franca decadencia, y algunos dejan un regusto de amargura, como el de Retorno al hogar, que es mucho más dramático y parece un mal sueño. Tanto el comienzo, con El testigo,  como el final del libro, con Los dones de los tres reyes, tienen un marco de tema histórico judeocristiano, romano y, si se quiere, religioso. Y ambos son muy curiosos y con un toque de humor muy especial, francamente divertido.
 Sin embargo, se echa de menos al final de cada relato, la fecha en que fue escrito, que consideramos un dato más para ubicarlos, así como su título original. Tampoco una introducción o breve prólogo sobre la obra del autor  hubiera sido desdeñable, al ser una colección de cuentos tan variopinta, y tan diferente a lo ya conocido de Haefs en España. Vaya, de todas formas, nuestra enhorabuena a Evohé por esta nueva publicación, que nos muestra otra cara de un autor que tiene aún mucho que contarnos.


Ariodante



20 febrero, 2012

24 HORAS CON ZWEIG

Aprovechando que  el próximo día 22 de febrero es el 70 aniversario de Stefan Zweig:

VEINTICUATRO HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER

STEFAN ZWEIG


«Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un perfecto deleite.» Stefan Zweig. Estas palabras que dice el autor sobre lo que debe de ser un libro para  un lector es lo que, realmente, me pasó al leer Veinticuatro horas en la vida de una mujer porque esta pequeña pero gran novela de poco más de cien páginas atrapa a uno toda ella de principio a fin, leyéndola con ansiedad, pues se está ávido de conocer cuáles fueron las causas que originaron el lamentable suceso que desconcertó a los huéspedes de la pensión de la Riviera, que en ella pasaban unos días de apacible descanso. El tema que alteró la tranquilidad de los comensales fue un deplorable incidente que afectó a la sensibilidad de los inquilinos del «Palace Hotel», al que era anexo la pensión antes citada, pues se unía a él a través de un jardín y los residentes en uno y  otro edificio podían mezclarse sin problema alguno.

Incidente narrado en primera persona porque quien esto nos cuenta era uno de esos contertulios, causante, además de que la discusión fuera en aumento. Ese acaloramiento fue ocasionado por las diferencias que había entre unos y otros a cerca del acontecimiento en cuestión. Y lo que había sucedido era que, ya bien entrada la tarde, un rico comerciante de Lyon buscaba desesperadamente a su esposa. Todos estaban realmente asustados ante la desesperación de este hombre, pues dada la tardanza de la señora Henriette, que así se llamaba la mujer, algunos se temían lo peor. Pero una criada del Palace encuentra una carta y se la entrega. Al leerla el hombre se derrumba. Todos se dan cuenta del motivo de la desaparición y abandonan al comerciante en su abatimiento. La condesa que presidía la reunión de los tertulianos le cuenta su historia al narrador para que así comprenda cuál es su punto de vista sobre lo ocurrido y le hace ver, de esta manera, que comparte con él su misma opinión. 

 
Stefan Zweig (Viena, 1881- Petrópolis, Brasil, 1942) es el autor de este atractivo relato.   Su declarado antibelicismo hace que se exilie en Zurcích (Suiza).  Escribe historias noveladas como Erasmo de Rotterdam o María Estuardo así como ensayos históricos y literarios como Verlaine, Tres maestros (Balzac, Dickens y Dostoievski) o biografías como la de María Antonieta, adaptada al cine. Escribe libretos de óperas. Luchó toda su vida por la ciudadanía del mundo y por la paz y fraternidad humana.  Se suicida en Brasil, junto con su segunda esposa. 

El autor describe con maestría y un lenguaje sencillo pero efectivo las pasiones humanas. En la época en que se desarrolla esta historia priman las apariencias porque si una persona, sobre todo una mujer, se aparta de la moralidad que le tocó vivir será criticada quedando marcada para siempre por el «qué dirán». Dominaban los prejuicios sociales sobre todo lo demás pues las disputas que refleja en la novela es si lo que hizo Henriette está bien o mal. Utiliza incluso el francés para referirse a términos relacionados con el amor o el juego y  el inglés en un pequeño diálogo entre el narrador y la condesa, todo ello aclarado con notas del traductor.

Es una obra que recomiendo por su fácil lectura y destacaría sobre todo cómo se puede conocer a una persona sin mirarle a la cara por los gestos que la misma hace con las manos sobre el tapete del juego, utilizando la protagonista la técnica de la quiromancia.

Galaico
 
Ficha técnica:

VEINTICUATRO HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER
STEFAN ZWEIG
Título original: Vierundwanzig studen aus dem leben einer frau
Traducción: María Daniela Landa
Portada de J. Palet
ED.PLAZA & JANES, S. A. 1969


16 febrero, 2012

SACKS EN MARTE


un antropologo en marte-oliver sacks-9788433905406UN ANTROPÓLOGO EN MARTE
OLIVER SACKS. Anagrama, 2006

Como un antropólogo en Marte es como describe su experiencia de la vida Temple, la autista del último capítulo de este libro de Oliver Sacks. Temple es un ejemplo de autista altamente funcional que ha superado gracias, entre otras cosas, al lenguaje y su esfuerzo denodado, la terrible triple carencia que asfixia a otros autistas (carencias sociales, comunicativas e imaginativas). Ha logrado desarrollar una brillante carrera profesional a través de su trabajo de investigación en materia de ganado, convirtiéndose en asesora de numerosos proyectos pioneros en todo el mundo, dando clases en la Universidad, escribiendo innumerables ensayos, dando conferencias y dedicando el tiempo que le queda a estudiar el fenómeno del autismo, a escribir sobre él (su libro más importante al respecto es su propia autobiografía) y dar charlas sobre el autismo. Pese a este tremendo éxito, Temple vive incapaz de asumir los sentimientos ajenos, no maneja correctamente el lenguaje irónico, no es capaz de valorar conceptos como "espiritualidad, belleza, amor".
Ha creado una fachada que le permite pasar por uno más, a costa del tremendo esfuerzo de "aprender" comportamientos sociales que observa e imita. Esta extrañeza ante el mundo es lo que la convierte en un antropólogo en Marte.
En la misma situación se encuentra el autor, Oliver Sacks que contempla y nos relata con asombroso y cariño las tremendas historias que conforman este volumen y que, al igual que ocurre en El hombre que confundía a su mujer con un sombrero, nos enfrentan a un mundo sobrecogedor del que apenas podemos atisbar una sombra gracias a divulgadores como Sacks.
Las historias de Un antropólogo en Marte vuelven a recoger casos clínicos realmente sorprendentes sin perder nunca la perspectiva humana. El autor acude a casa de los protagonistas, convive con ellos y de ellos aprende que, en muchas ocasiones, lo que parece una grave "deficiencia" no es más que una forma diferente de ser, de comprender o percibir el mundo. ¿De poder superar el autismo, Temple aceptaría la propuesta? La respuesta clara y directa de la bióloga es inmediata: No. No está dispuesta a renunciar a las “ventajas” de su autismo (capacidad de análisis, dedicación a su trabajo, pensamiento visual, retentiva, etc) a cambio de unas aptitudes que parece no necesitar.
Paradójico resulta también el caso del pintor que, tras un leve accidente de tráfico, pierde la percepción del color. Este pintor, cuya obra se basaba en el extenso uso de colores brillantes, reconstruye su vida y obra, sobre el blanco y negro. Sus cuadros ganan fuerza y expresividad y su ambiente social pasa a ser el nocturno dado que la luz del sol le molesta y dificulta la visión. El proceso de adaptación a las nuevas circunstancias es largo y no está exento de dificultades, de pruebas y errores, pero finalmente le conduce a un nuevo equilibrio que le permite sacar partido a una grave incapacidad. ¿Cabe definir su percepción como atrofiada o anormal?¿Desearía volver a ver el color? Nuevamente la respuesta es clara: No.
Otro pintor en apuros es Magnani quien abandonó de niño el pueblo de la Toscana en el que había nacido y en el que su padre había fallecido dejando a su madre abandonada con todos sus hijos por criar. Magnani "congeló" el pueblo de su infancia y lo guardó en su memoria tal cuál quedó a finales de los años 40 con una precisión tal que sus cuadros (cuyo único tema es Pontito) pueden ser vistos como fotografías, reproduciendo detalles nimios con fiel precisión. Su cerebro "vive" en Pontito de modo que, cuando está ante un lienzo, incluso gira la cabeza para poder ver lo que hay a los lados del camino que está pintando. Magnani hace girar toda su vida sobre Pontito al igual que hace su obra pese a no haberlo visitado en decenios. Cuando finalmente acude al pueblo en dos ocasiones, sufre un choque tremendo dado que el pueblo ha seguido el curso de la historia, a diferencia de lo que ocurre con los cuadros que lo representan, y la realidad lucha por abrirse paso. Después de un parón en su obra, Magnani vuelve a pintar como lo hacía antes, añadiendo algún nuevo detalle que ha visto en sus visitas (por ejemplo una antena de televisión, un poste de electricidad) pero dejando la esencia de "su pueblo" intacta, su cerebro se ha impuesto a la realidad.
El último hippie es incapaz de vivir más allá de los primeros años 70, su mundo quedó congelado en aquella época en la que comenzaron sus mareos y fiebres y en que los Grateful Dead eran el grupo de moda en la Costa Oeste con todos sus miembros al completo, mientras para el resto del mundo son recuerdo de una época muerta, al igual que varios de sus integrantes. Greg parece comportarse como las personas lobotomizadas de los años 40 y 50, sin impulsos propios, totalmente ausente y pasivo. Sin embargo, al primer estímulo (unas palabras que se le dirijan, música que suene al fondo de la sala) se convierte en una persona expansiva, atenta y conversadora, aunque anclada en los 70. ¿Sería más feliz en su vida sabiendo que los Dead dejaron de ser lo que representaron para él? Greg no está en disposición de contestar por sí mismo a esta pregunta pero adivinamos la respuesta.
Bennet padece el síndrome de Tourette, una afección neurológica que reduce al individuo a una serie de tics gestuales, orales y de todo tipo que parecen hacer imposible una vida sosegada. Sin embargo, Bennett está felizmente casado, conduce un coche, pilota una pequeña avioneta, da clases en la universidad local y es el cirujano de mayor prestigio en todo su hospital. En las reuniones semanales con sus colegas alarga los brazos hacia el techo, estira las piernas de manera compulsiva, lleva la cabeza hacia el suelo mientras sus hombros se agitan pero su opinión es respetada y nadie parece sorprenderse de su comportamiento. Para poder estudiar y preparar las operaciones más complejas debe consultar sus libros de medicina sentado en una bicicleta estática preparada a tal efecto mientras fuma en pipa. La realización de movimientos mecánicos y rítmicos parece concederle un poco de paz para poder leer sin que su cabeza salte a otra parte. ¿Renunciaría a todo lo que ha conseguido a cambio de perder esas "pequeñas rarezas" como las define su feliz esposa? Seguramente no.

La adaptación no siempre resulta feliz y en ocasiones fracasa. Virgil fue operado de cataratas con más de 40 años tras haber vivido sin visión prácticamente desde los 6 años. Su vida era estable, a punto de casarse, trabajaba como masajista para la YMCA que, al tiempo, le facilitaba una casa, había aprendido a leer en Braille y era autónomo. Su cerebro había hiperdesarrollado el tacto ocupando parte de las zonas que correspondían a la visión. Tras las operación Virgil no logró ver correctamente ni dar coherencia al mundo que se le presentaba ante sus ojos. Incapaz de comprender que la conjunción de dos ojos, una nariz y una boca eran una cara, o de tener una visión tridimensional que le permitiera distinguir qué objeto está cerca, cuál lejos, etc, acabó retornando a su mundo de tinieblas con graves problemas de autoestima y una creciente frustración. Problemas de salud previos (peso excesivo, presión arterial, ...) agravados por su desánimo acabaron por poner punto y final a su vida sin que su cerebro pudiera "recuperarse" de los años que había vivido ciego.
El cerebro es en ocasiones capaz de utilizar sus recursos libres concentrándolos en una determinada aptitud. La capacidad memorística o la habilidad de cálculo más prodigiosa son características comunes a muchos savants generalmente despreciados como espectáculos circenses. Stephen es un niño incapaz de comunicarse pero con unas dotes especiales para el dibujo que suscita interés y se ve alentado a desarrollar una brillante carrera con la publicación de varios libros de dibujos y viajes alrededor del mundo en busca de temas para sus ilustraciones. Stephen es capaz de "atrapar" el estilo de Matisse y hacerlo suyo. No copia los originales, asume su estilo y le agrega el suyo propio. Incluso se aprecia cierta ironía en sus retratos que, sin embargo, no es capaz de transmitir en su vida cotidiana, circunscrito a su condición de adolescente asocial con los conflictos y represiones que ello supone. ¿Tiene capacidad de empatizar o de sentir apego por las personas? ¿Siente verdadero aprecio por quienes se esfuerzan por atenderle?¿El contacto social podrá modelar su cerebro para dotarle de cierta capacidad de sentimientos?

Éstas son las historias que nos presenta Sacks y éstas las cuestiones a las que, en ocasiones responde, y en otras deja para futuras investigaciones o para la simple especulación. Una idea subyace, nuestra concepción de integridad y plenitud, de normalidad, determinan lo que, a sensu contrario, es anormal o deficiente. Los personajes de este libro nos hacen ver que no ser réplicas de nuestro modelo no las hace imperfectas, minusválidas o incapaces. Como un antropólogo, deberíamos abstenernos de juzgar con nuestros prejuicios y etnocentrismo. Este libro es un estupendo antídoto contra esa amenaza y un ejercicio para conocer mejor a nuestros semejantes o a nosotros mismos.

GWW

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...