07 diciembre, 2011

Uno se acostumbra – Arnoldo Rosas

Este post fue elaborado por Ediciones Oblicuas y enviado por Arnoldo Rosas a opiniondelibros@gmail.com. Muchas gracias Arnoldo por tu contribución.

EDICIONES OBLICUAS tiene el placer de presentarles esta sorprendente narración del escritor venezolano Arnoldo Rosas. "Uno se acostumbra" es una novela que juega con las identidades de los personajes a través del propio juego del protagonista: imaginar los nombres y las vidas de los otros al contemplarlos en situaciones cotidianas. Una excelente ocasión para dar a conocer en España la obra de este escritor hispanoamericano.

Uno se acostumbra

Antonio Martínez es un hombre de negocios, de mediana edad, solitario, que entre viaje y viaje fantasea con la posibilidad de ser otro, de tener otras experiencias. Acostumbra a imaginar los nombres de las personas que contempla en los aeropuertos y a construir a su alrededor unas vidas que podrían ser perfectamente la suya. ¿Pero cuál es su verdadera vida?

Arnoldo Rosas realiza un excelente ejercicio narrativo a lo largo de esta desconcertante e irónica narración mediante el cual implica al lector en el propio texto. Exige su participación para acabar de tejer la urdimbre de identidades ambivalentes que se desarrolla en ella: una trama que no hace más que reflejar las angustias y emociones de unos personajes que son incapaces de sostenerse a sí mismos.

Muchas gracias Arnoldo.

¡Saludos!

05 diciembre, 2011

El peregrinaje de Rubén – Guadalupe Eichelbaum

Este post fue elaborado por Pablo Aranda para la Revista Mercurio, y nos fue enviado a opiniondelibros@gmail.com por Guadalupe Eichelbaum. Muchas gracias Guadalupe.

Una mujer se acomoda en una esquina cuando sus hijos duermen, aparta papeles de la mesa y enciende el ordenador. La luz que irradia la pantalla se refleja en su cara. Durante una hora ha conseguido espacio, y claridad, para continuar su segunda novela. La mujer no se conformará con una impresión encuadernada de la novela para repartirla entre familiares y amigos. Esta vez no, ya descansan en un cajón los folios cosidos de su primera novela.

No es cierto que para escribir sólo sea necesario poseer un ordenador y tiempo. Aunque a veces nos topamos con novelas que parecen confirmarlo, novelas que incluso han sido probablemente publicadas por grandes editoriales. Pero escribir supone un trabajo previo, invisible, noches en las que la idea que nos vino una tarde va creciendo, buscando nuevos espacios entre los pliegues de nuestro cerebro.

Hasta que un día la insistencia se convierte en obsesión y tal vez anotamos un par de frases en la libreta que solemos olvidar en la mesilla de noche, una libreta que nos resultará insuficiente para plasmar esa urgencia que posee ya demasiadas ramificaciones. Tenemos la idea de encontrar el tono, quizá después la estructura.

Entraremos así en una suerte de trance, viviremos rodeados de una nebulosa de personajes que se cruzan hasta que concluyamos la novela. Y la contrariedad necesaria de volver al principio para corregir. Y terminar de corregir y darle otra vuelta. Ver lo que sobra, lo que falta, aceptar que lo que borramos lo perdemos para siempre, pero que es mejor así, que la novela gana con la pérdida.

La mujer da por finalizada la novela pero no se conforma con la posibilidad de que sólo la lean aquellos que la rodean. En las solapas de los libros que pueblan sus estanterías encuentra direcciones de editoriales. De las páginas de algunas revistas, de furtivas conexiones a internet, obtendrá direcciones de improbables concursos literarios. Entrará entonces en una vorágine de impresiones sucesivas de la novela, encuadernaciones, envíos por correo. Y la lenta espera de alguna respuesta. Porque el escritor, a menudo, no tiene quien le escriba.

Guadalupe Eichelbaum se puso en contacto conmigo a través de un amigo común. Me explicó algo similar a lo contenido en los párrafos anteriores, algo por lo que yo también he pasado. En el rincón de un bar cercano a la estación, junto a una mesa done dos prostitutas terminaban el bocadillo que les ayudaría a afrontar su noche extensa (digo esto porque, además de ser verdad, da un toque muy literario, ¿a que sí?), en ese bar me dejó su segunda novela: "El peregrinaje de Rubén".

Guadalupe Eichelbaum ha conseguido que la editorial Alhulia de Salobreña le publique su novela. De la revista Mercurio me piden que la reseñe en sus páginas (esta vez sin bares ni prostitutas acabándose sus bocadillos).

Parece que se cierra el círculo, uno al menos. El peregrinaje de una escritora. De una novela cercana.

Muchas gracias Guadalupe.

¡Saludos!

09 noviembre, 2011

El jabeque Murciano – Luis Delgado Bañón

Este post fue enviado por Ariodante, quién nos envió su reseña a opiniondelibros@gmail.com. Muchas gracias Ariodante.

Publicado en: http://novilis.es/?p=2640

Cuarta entrega de la Saga Marinera Española, el libro que tenemos entre manos continúa las aventuras del protagonista, Francisco Leñanza, Gigante, y de su amigo Santiago Cisneros, Pecas, ahora ya duque de Montefrío y de resultas del matrimonio de Francisco con Cristina, la hermana de Santiago, cuñados. El autor, Luis Delgado Bañón (Murcia, 1946), capitán de navío, escritor, director -hasta hace muy poco- del Museo Naval de Cartagena, es un amante de la historia, sobre todo la historia naval española, a la que ha dedicado años de esfuerzos y de investigación.

La primera parte de la novela tiene lugar tierra adentro: transcurre en tierras extremeñas, en la hacienda El Bergantín, donde los recién desposados viven su luna de miel; Francisco se recupera a pasos agigantados de la postración a que fue sometido tras sus heridas en el ataque al Peñón con las flotantes, operación comandada por D. Antonio Barceló y cuyo desastroso final le tuvo a las puertas de la muerte. Gracias a los cuidados de la dulce Cristina, del fiel Setum y los sabrosos guisos de Felicia, los paseos por el campo y las noches de amor, Gigante vuelve a recuperar su corpulencia y su vitalidad a punto de cumplir los diecinueve años. La llegada de su cuñado, el pequeño duque de Montefrío, afincado en la villa y corte pero a la caza de una nueva misión, le hace resurgir la llamada de la aventura y del mar, aunque sufre por Cristina, recién desposada y con una promesa de futura continuación de la familia. Pero aunque joven, es una mujer fuerte que sabe con quién se ha casado. Así que las cosas ruedan por su natural.

Posteriormente se desplazan a la hacienda murciana de Santa Rosalía, en la que disfrutan durante unos días de la compañía del general D. Antonio Barceló, que les profesa un cariño paternal. En ese tiempo, a la vez que el viejo marino se explaya con la caza, la buena comida y el aguardiente casero, Francisco aprovecha para recabar información sobre el barco que ha de tripular y su historial, información que Barceló le desgrana entre copa y copa, encantado de su monólogo. Es la manera de que los lectores seamos informados de la situación de la marina del momento, la historia personal de Barceló (que es real) y detalles técnicos sobre la navegación con un tipo especial de barco, el jabeque. Y así damos paso a la parte de acción marinera.

Llega, pues, el momento de que el alférez de navío Francisco Leñanza se incorpore al servicio activo y de ello trata la segunda parte del libro: de la campaña de Argel, en el verano de 1784, donde una flota compuesta por españoles, portugueses, malteses e italianos y comandada de nuevo por el brioso general Barceló, se dirige a la costa de Argel para impartir un castigo por el continuo acoso de los piratas argelinos sometían a nuestras naves en el Mediterráneo.

En la división de jabeques, dirigida por D. Federico de Gravina y Napoli, servirá Francisco, agregándose a la batalla su cuñado Santiago, proveniente de Turquía, donde ha estado en misión de paz. Echamos de menos un relato más largo de esta parte, que hubiera sido interesantísimo, y que sin embargo, el autor lo despacha demasiado a la ligera, para nuestro gusto.

Se nos describe la formación de combate, los problemas con los vientos adversos, los bombardeos que mantienen durante trece días frente a la fortaleza argelina, con el valiente general Barceló, en primera línea, moviéndose con su falúa entre las "cucarachas" (cañoneras y bombarderas) impartiendo órdenes constantemente a diestro y siniestro, babor y estribor, e incluso sufriendo un chapuzón; finalmente, tras haber cumplido la misión, el tornaviaje. En toda esta parte, hay un personaje que comparte la acción con Francisco: el caballero aventurero D. Alvaro de Galdomar, que le cuenta su historia personal y la razón por la cual está entre la tripulación. Historia que más adelante tendrá un curioso resurgir.

Las aventuras que siguen, -porque el retorno se complica- hacen de estas últimas páginas las más emocionantes del libro, con descomunal tormenta, cruenta batalla y tensión por los cuatro costados. Se acaba con retorno a Cartagena, entre vientos y calmas, y un feliz acontecimiento.

En suma, una novela algo descompensada entre las dos partes. La primera, más lenta y en algunos ratos poco amena, a pesar de que sea la que nos sitúe en las coordenadas históricas y la situación de la Marina y del país en esos años; y la segunda, que es mucho más atractiva por la acción y la trama, siempre necesarias en este tipo de literatura donde la aventura es imprescindible. Cierto que la vida del marino oscila entre tiempos tranquilos en tierra y largas temporadas a bordo, lejos de la familia y del hogar. Pero es la vida que han elegido, y aunque deseen gozar de la familia, en realidad el verdadero hogar del marino es la mar y si se le mantiene alejado de ella, sufre y desespera.

La edición incluye entre las ilustraciones, un mapa de los movimientos de barcos, una imagen de un jabeque con detalles y nombres, y otra imagen del general Barceló.

Ariodante. Octubre 2011.

Muchas gracias Aridante.

¡Saludos!

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...