Jaroslav Hašek
El
28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona
imperial austríaca fue asesinado en Saravejo por un nacionalista serbio dando
comienzo en la práctica, la Primera Guerra Mundial. Ese mismo día comienza
igualmente Las aventuras del valeroso soldado Schwejk, libro que narra
las aventuras (y desventuras) del soldado Schwejk en esta contienda.
La Primera
Guerra Mundial supuso el comienzo real del siglo XX, que hasta 1914 había
continuado con la dinámica del siglo anterior. Los horrores de una guerra
deshumanizada que afectó tanto a civiles como a militares, el nacimiento de la
Unión Soviética y las revoluciones consiguientes. los fascismos, la
tecnificación de la sociedad son sólo algunos de los nuevos rasgos que
definirán este siglo. Pero también, la Gran Guerra supuso el fin de una época,
de un modo de entender las relaciones internacionales, la estructura de los
estados, etc. Nada como el final del Imperio Austrohúngaro ejemplifica mejor
este derrumbe. La monarquía austriaca agrupaba diferentes nacionalidades
(checos, bohemios, húngaros, austriacos, ..) que ya desde finales del siglo XIX
trataban de abrirse paso y consolidarse como realidades jurídicas
independientes y soberanas a todos los niveles, tanto cultural como político.
Por
ello no es de extrañar que el comienzo de la guerra fuera acogido con tremendo
desentendimiento por parte del pueblo checo, que se vio inmerso en un conflicto
con el que nada ganaba y mucho perdía. El reclutamiento obligatorio llevó a
muchos checos a los campos de batalla en defensa de un Imperio con el que no se
identificaban y que usaba como lengua oficial el alemán con claro desprecio del
resto de lenguas nacionales. El propio Hašek participó en la guerra, primero
como soldado del ejército austriaco para desertar posteriormente y pasarse a
las filas rusas donde se integró en una unidad militar formada por desertores checos.
El fin de la guerra trajo consigo la caída del Imperio Austrohúngaro y la
proclamación de la República Checa.
Y es
en este momento, cuando el nuevo Estado comienza a dar sus pasos y la nación
checa aprende a ser libre y dueña de su destino, cuando Hašek comienza a inicia
la escritura de este libro. Los lectores contemporáneos del soldado Schwejk pudieron
disfrutar de la enorme carga política que rezuma la obra. Los mandos del
ejército austriaco son mostrados como maniáticos, borrachos, indolentes,
incapaces o, simplemente, locos; su organización militar es caótica y nada
consigue resultar como se planea: los transportes militares se extravían, la
intendencia es corrupta, la formación de los oficiales es nula, el sistema de
claves es risible y las altas instancias son incapaces de situar la línea del
frente en un mapa. Todo ello es descrito por Hašek bañado por una ironía tal
que, en lugar de rebosar crueldad y ánimo de revancha, destila comicidad.
La
novela se iba publicando por fascículos según iba siendo escrita. Hašek se
instalaba en cervecerías y tugurios sin parar de beber y escribir. Cuando
completaba unas páginas las leía a sus amigos quienes se morían de la risa
según oían las locuras extravagantes del buen Schwejk. Muchos personajes populares
de la Praga de entonces aparecen retratados en la novela (con cariño o saña,
según la estima que les tuviera el autor). Tenderos, panaderos, empleados
públicos, policías, etc, desfilan por sus páginas haciendo que la lectura
actual pierda gran parte del encanto que pudo tener en su día pero dejando una
idea de los tipos populares checos.
En
este ambiente tabernario fue creciendo la historia del soldado Schwejk hasta
comenzar a ser publicada y distribuida de puerta en puerta por el propio Hašek
y ver la luz como libro una vez muerto el autor. De hecho, la obra quedó
incompleta al fallecer éste en 1923 en la población de Lipnice a donde se había
trasladado precisamente para conseguir (sin éxito) alejarse del alcohol.
Muchas
de las anécdotas y gamberradas que se cuentan en el libro fueron hechos reales
de la vida de Hašek. Así, se cuenta la anécdota de un redactor de la conocida
revista Mundo Animal que comenzó a inventar extraños animales como una
ballena del tamaño del bacalao, a cambiar el nombre de los ya existentes o a
imaginar extravagantes descubrimientos del reino animal. Por increíble que
parezca, Hašek fue ese redactor calavera. También Hašek se inspira en sí mismo
cuando describe la actividad de Schwejk traficando con perros que secuestra con
engaños arrebatándoselos a damas descuidadas, falsificando razas o engordando
el pedigrí de perros vagabundos.
Pero
la novela es mucho más que un conjunto de chascarrillos populares y de una
crítica a la vencida armada austriaca. Para los lectores no checos, y para los
que no conocieron los sufrimientos de la Primera Guerra Mundial, el soldado
Schwejk tiene aún mucho que enseñar. Tradicionalmente, esta novela se ha
presentado como una inolvidable sátira antimilitarista. Los lectores ven lo
absurdo de la maquinaria militar, sus métodos alienantes en los que la
violencia de los oficiales con sus soldados es proverbial o cómo los abusos con
la población civil son vistos como normales por la jerarquía militar. Y este
discurso antimilitarista es tanto más meritorio cuanto que, en todo el libro,
sus protagonistas no se enfrentan con ningún soldado enemigo, la violencia
siempre se ejerce dentro de la propia fuerza austriaca, sea en luchas y
disputas entre soldados de distintas nacionalidades, por parte de los oficiales,
etc.
Sin
embargo, el auténtico valor que hace que esta novela sea perdurable y que su
lectura resulte provechosa, al margen de las concretas circunstancias
históricas que la engendraron, es la fuerza de su protagonista. El libro carece
de argumento como tal: Schwejk, bondadoso praguense, aquejado de tontura
como él mismo reconoce y algo mayor para verse llamado a filas, acaba (fruto de
su propia estupidez) enrolado en el ejército austriaco donde pasará a servir a
diversos oficiales y acabará siendo ordenanza de su batallón, ocasionando el
caos allá por donde pase pese a su buena voluntad y a su fidelidad al
emperador.
Acepta
todas las tareas y castigos que le son impuestos, con franqueza (e incluso con
alegría), tratando de consolar a quienes le rodean con anécdotas de su Praga
natal encadenando historias hasta que se le ordena callar.
Fiel
a una tradición literaria que se remonta a Cervantes y a Rabelais, Hašek hace
avanzar toda la obra por la mera fuerza de su protagonista que va saltando de
desastre en desastre sobre un fondo rico en detalles, personajes secundarios,
reflexiones, etc. La obra carece de un plan predeterminado, es pura invención.
Al igual que en las obras de los autores clásicos citados y sus coetáneos, el
humor es la piedra fundamental, un humor ácido que muchas veces se asienta en
el surrealismo. Las borracheras son pantagruélicas, las bofetadas dignas de
gigantes, la locura de algunos oficiales, propia de un caballero andante. Hašek
no busca describir la realidad, pero quiere que el lector la descubra
sutilmente a través de sus palabras. Discernir las grandes verdades que esconde
el discurso del estúpido Schwejk es una tarea que se impone del mismo modo en
que un lector del Quijote se pregunta a menudo quién es el loco.
Schwejk
nos recuerda a Sancho Panza por su figura rechoncha, su zafiedad y su gusto por
la comida y la bebida, pero también por su locuacidad indominable. Donde Sancho
Panza hilvana refranes con la habilidad y rapidez de un chamarilero, Schwejk
recita atropelladamente divertidísimas historias de personajes de su Praga
natal; no hay afirmación que escuche o pregunta que se le formule que no le
remita de manera inmediata a lo que le aconteció a Zarka, empleado de la
estación de gas, o a Tynezkej que había bebido agua de pantano y creía
reconocer a todo aquél con quien se cruzara, o al decano que en su vejez
estudiaba a san Agustín y dedujo que Australia no existía y que era una
invención del diablo.
Pero,
de entre tanta palabrería, uno no puede dejar de admitir que sus juicios son, a
menudo, certeros y dotados de mayor cordura que los de quienes le rodean.
Sancho casi nunca cede a las locuras de su señor, permaneciendo anclado en el
terreno de la cordura. Por el contrario, Schwejk aúna la figura sensata y prosaica
de Sancho con el romanticismo idealista de don Quijote, de ahí que su
personalidad sea tan atrayente y que, en todo momento, debamos preguntarnos
ante qué Schwejk nos encontramos.
El
paisaje de fondo de la novela es muy rico, no sólo gracias a estas anécdotas,
sino en gran medida por los numerosos personajes que siempre rodean a Schwejk.
Muchos de ellos son meras caricaturas, como el teniente Dub, preocupado por el
modo de imponer disciplina a sus soldados pero que siempre termina por quedar
en evidencia, o el gigante Baloun, que pese a su fuerza y tamaño llora
desconsolado si no logra saciar su infatigable apetito. Peculiar resulta
también el voluntario de un año Marek, a quien se le encomienda escribir la
crónica del batallón y que, en sus ratos libres, se dedica a redactar los
gloriosos hechos de guerra del batallón que aún no han tenido lugar. También
lee a sus compañeros cómo morirán heroicamente ante la indiferencia de estos
más preocupados por el tamaño de sus ranchos.
Quizá
el personaje más complejo de todos ellos sea el teniente Lukasch quien soporta
todas las locuras de Schwejk sin apartarle de su lado, sospechamos que siente
por él cierto cariño pese a los insultos que le regala a menudo. A pesar de ser
un militar fiel al régimen imperial, no puede disimular su desprecio por el
resto de oficiales y su incompetencia. También tiene su lado humano cuando
intenta seducir a una hermosa joven casada con un hombre de avanzada edad al
que claramente no ama. Sin embargo, el atolondrado Schwejk se interpondrá
involuntariamente para frustrar el éxito de esta aventura amorosa.
Al
igual que ocurre con otras obras de escritores checos (Yo que he servido al Rey de Inglaterra), los personajes son tratados de
manera humorística y cariñosa al mismo tiempo, de manera que, pese a su
crueldad, parecen completamente inofensivos. Y es en esta tradición, heredera
de la corriente clásica citada anteriormente, en la que debemos enmarcar esta
obra. Su lectura puede resultar tremendamente entretenida pero, entre sus
páginas, de manera casual, nos asaltarán preguntas que alentarán reflexiones
varias sobre muy diversas cuestiones que, sin duda, harán enriquecedor el
esfuerzo de seguir a este esforzado buen soldado Schwejk.
GWW
Datos del libro
- 15.0x23.0cm.
- Nº de páginas: 608 págs.
- Editorial: DESTINO
- Lengua: CASTELLANO
- Encuadernación: Tapa blanda
- ISBN: 9788423325078
- Año edición: 2004
- Plaza de edición: BARCELONA
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