21 enero, 2014

Diario íntimo de la ingenua Marilín – José González de la Cruz

Bohodón Ediciones nos envió esta nota de prensa a opiniondelibros@gmail.com. Muchas gracias.

Una novela trágica y desternillante a un tiempo que muestra el retrato de España a través de una prostituta. Una historia que funciona como un espejo en el que es difícil que el lector no se vea reflejado.

Marilín se pasó la vida con el alma envasada al vacío, como si estuviera esperando a abrirla cuando el mundo se hubiera afinado a su gusto. Así empieza la novela de José González de la Cruz, y a partir de ahí lo mejor que puede hacer el lector es dejarse arrastrar por el mundo de Marilín, y disfrutar. Sin freno.

Es éste un libro escrito con gracia, con ritmo y con escepticismo que envuelve al lector desde el primer momento. Una novela excesiva y brutal como un esperpento, irreverente, divertida y valiente, que nace de una inusual capacidad, la de su autor, para sentir y para ver. Y para contar.

La vida está llena de cosas feas, a veces muy dolorosas, dentro y fuera de esta novela. El sentido del humor, la inteligencia y la ternura no cambian la realidad, pero sí la manera de enfocarla, y curan heridas. José González de la Cruz lo sabe, y nos lo muestra.

González de la Cruz propone una obra de intensa crítica social de la que no se salva nadie. Irreverencia a espuertas para retratar la historia de España desde la II República hasta nuestros días. Salen vapuleadas la Banca, la clase política y civil, la Iglesia, el Estado, la Educación, el Ejército… Y no solo aquí, sino que traspone nuestras fronteras y rocía de reproches a otros países como los Estados Unidos o Italia. Diario íntimo de la ingenua Marilín es una novela dura y directa. Mucho. Pero también es una novela entrañable y divertida, porque solo el prisma de la risa permite acercarse al dolor de manera certera, permitiendo al lector ser consciente de las penas que le rodean —y de las que es partícipe—, induciéndole mediante la sonrisa a intentar subsanarlas. Podría resumirse el contenido de la propuesta literaria con la siguiente frase que encontramos en sus páginas: “Madre mía, no sé a quién se le ocurriría esta vida de locos. En  fin, lo mejor es no pensarlo y ponerse a echar un trago”.

Lo mejor de todo es que la intensidad ideológica de la obra no se traduce en una lectura pesada o inaccesible para el público habituado a textos más someros. Todo lo contrario. El estilo de González de la Cruz es ágil y brillante y, en su profundidad, de fácil lectura. Una virtud narrativa que le convierten con ésta, su segunda novela, en una autor muy a tener en cuenta. Diario íntimo de la ingenua Marilín, una ventana abierta de par en par para abrir los ojos al conjunto de la sociedad. No hay que desaprovecharla.

J. G. de la Cruz nació en Madrid, cuando no había internet, ni voda-fones, ni Ipad de esos, cuando la vida era más corazón que cábala, y la esencia de las cosas las gozábamos viéndonos la cara. Había menos cosas, pero las veías y las podías tocar. Ahora no, ahora el mundo va por las ondas, parece que la vida se hubiera evaporado y vagara por cables, los amores y los lamentos corren en mensajes cifrados que colgamos en una nube y ahí marchitan, en un vacío tenebroso recién inventado y oculto, oscuro e intangible, donde hasta se persigue y se multa a los clientes de las nobles putas. Apenas queda rastro de nosotros, nos llaman sujetos pasivos y nos han marcado a fuego con un CIF como a las reses. Ahora perteneces al Estado y sus tejes de control, y no hay cosa que puedas hacer sin su venia. Estamos a un paso del 1984 de Orwell. Por eso siento nostalgia de cuando eras un poco señor de tu vida, de cuando había menos delirio, más principios, y más gusto. Algo más de alma. Y disfrutábamos dándole a la húmeda con los amigos, riéndonos, exagerando novias, y paladeando la buena cháchara al lado del fuego. Pero eso ya no es posible porque cuando mejor está la conversación suena un móvil para cualquier idiotez.

Esta es su segunda novela. La primera se editó bajo el título de Balas y caricias, una historia esperpéntica de la guerra civil.

Muchas gracias.  


¡Saludos!

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