30 julio, 2012

EL OTRO DE CLAUDEL


EL INFORME DE BRODECK 

Philippe Claudel

Hace un año que la guerra ha terminado y Brodeck, superviviente de la mayor matanza organizada de la historia, debe redactar el informe de un asesinato. Empleadillo de aldea cuyo cometido es pergeñar reportes de dudosa utilidad, tan dudosa que la distante Administración olvida remitirle su salario, Brodeck no tiene más remedio que acometer la penosa tarea que le han encomendado sus vecinos: el alcalde, el herrero, el tabernero, los granjeros, los hombres del pueblo en suma, todos ellos responsables del crimen. Lo que necesitan es un informe tan fidedigno que su lectura conlleve comprensión y perdón, pero ellos no son diestros lidiando con las palabras, menos si es por escrito; Brodeck, en cambio, ha cursado estudios en la capital y aporrea rutinariamente el teclado de su máquina de escribir. Por añadidura, él no se cuenta entre los asesinos. ¿Acaso es uno de ellos, en verdad? De origen foráneo, casado con una mujer traída de la capital (otra foránea), había sido el chivo expiatorio en los días de la ocupación y, cuando ya se lo daba por muerto, había retornado del infierno de los campos de concentración. El mismo hecho de mantenérselo al margen del crimen es ya una señal decidora. Así pues, con la impericia de alguien que no está versado en las prácticas forenses, Brodeck redacta el informe y de paso realiza un descubrimiento inesperado.
Si algo distingue de entrada a El informe de Brodeck, novela del escritor francés Philippe Claudel, es su calculada indeterminación. Sólo por ambiguos indicios podemos suponer que el escenario en que se desarrolla la trama es, tal vez, una aldea centroeuropea (¿austríaca?). Que el narrador-protagonista cuyo nombre figura en el título es judío y que su origen se sitúa en la Europa oriental (de cuyas pasadas calamidades ha sido rescatado por una mujer que, años después, sigue siendo el ángel bueno de su hogar). Que la guerra aludida es la Segunda Guerra Mundial. Que los uniformados que invadieron la aldea en cuestión eran nazis, y que el lugar de reclusión del que Brodeck ha salido -con vida, sí, pero con la dignidad quebrada- es un campo de concentración alemán. La misma naturaleza del encargo, el susodicho informe, rebosa ambigüedad. ¿Está autorizado el improvisado escriba a recabar todos los detalles que conciernen al crimen? ¿Quién habrá de leerlo, y, más decisivo aún, por qué están tan seguros los criminales de que serán perdonados? La verdad es que la faceta policial del asunto no importa demasiado, Brodeck sabe de antemano lo que hay que saber y no tiene más que ponerlo en blanco y negro. La víctima era un individuo extraño, alguien que se había instalado en la aldea poco después de la guerra, venido al parecer de la nada y resuelto a permanecer en el anonimato. Alguien a quien los aldeanos designaron con multitud de sobrenombres preñados de desconcierto, imponiéndose muy significativamente el de Der Anderer (el otro, en alemán). Su aspecto y sus maneras, su completo desinterés por encajar en el lugar: todo en él parecía esconder el propósito de suscitar recelo, de activar el atávico miedo a lo desconocido. Acaso inevitablemente, la tensión crecía conforme se prolongaba la estancia del extraño, enrareciendo el ambiente hasta lo intolerable.
El Otro. Uno que, con fatídica presciencia e inusitados -¿inocentes?- métodos, había removido la inmunda ciénaga en que reposaba la vida de la aldea, su apócrifa estabilidad y sosiego. Sin llegar a trabar conocimiento con nadie, ni siquiera con Brodeck, que había tratado de intimar con él, el individuo iba de un lado para otro con un cuaderno en que tomaba misteriosos apuntes. Un día, el Otro había decidido retribuir a la paciencia con que se lo soportaba, para lo cual organizó una exhibición de paisajes y retratos de propia mano. ¡Un artista, pues, y lo que hacía era trazar croquis del lugar y sus gentes! Inicialmente halagados y aliviados por lo que venía a explicarlo casi todo, pronto percibieron los lugareños que la iniciativa del personaje no era sino una bofetada a su autocomplacencia. Los dibujos del Otro mostraban lo que escondía la piel de cada uno de ellos, devolviéndoles una imagen repulsiva de sí mismos. ¿Qué poder era el de aquel intruso, que veía lo que todos se esforzaban en ocultar? ¿Con qué derecho revelaba lo que todos pretendían olvidar? Irritados, los aldeanos «vieron lo que eran y lo que habían hecho», y no lo soportaron. «Él era el espejo –dice un personaje-. Y los espejos (…) acaban rompiéndose».
Lo que eran y lo que habían hecho. Llevando adelante sus pesquisas, escribiendo el informe y en paralelo una crónica o memoria que, como él admite, «avanza, retrocede, se salta el hilo temporal como quien salta una cerca, se va por las ramas», Brodeck descubre que no lo sabía todo, que el significado de ciertos matices y detalles inscritos en los dibujos del Otro se le había escapado (a fin de cuentas, sus dos años en el campo de concentración suponían una laguna en su conocimiento del pueblo). Descubre, Brodeck, que la podredumbre moral de los verdugos cunde por doquier y que, en lo sucesivo, la cohabitación con sus vecinos es imposible.

Philippe Claudel ha moldeado una inquietante novela en que la indeterminación referida y el empaque alegórico del personaje conocido como Der Anderer amplifican su efecto metafórico o, si se quiere, la moraleja. Si ya en Almas grises, novela anterior, el autor se revelaba excepcionalmente dotado para la indagación en el lado sombrío de la condición humana (valiéndose además de un patrón narrativo vagamente similar: un asesinato, una crónica redactada por mano inexperta, la amenaza de un secreto terrible), El informe de Brodeck lleva a un nivel superlativo el potencial perturbador de su literatura, obsequiándonos una parábola rica en matices y planos de significado. Por medio de sutiles pinceladas y estampas hábilmente insertadas en la corriente principal del relato (precisamente aquellos saltos e idas por las ramas a que alude la voz narradora) se hace el recuento de las enormidades del siglo que debía ser el del progreso y la razón: la guerra («La guerra es una mano inmensa que barre el mundo. Es la coyuntura en que el mediocre triunfa y el criminal recibe la aureola de santo, ante quien todos se arrodillan, a quien todos aclaman, a quien todos adulan. ¿Tan insoportablemente monótona es la vida para los hombres, que desean la matanza y la destrucción de ese modo?»); la segregación y la persecución devenidas sistema («Me llevaron, como a miles de personas, porque teníamos nombres, caras o creencias distintas de las suyas»); el tormento y la deshumanización metódicos de los campos de concentración («Las siluetas y las caras huesudas que poblaban el campo eran siempre las mismas. Ya no éramos nosotros mismos. No nos pertenecíamos. Ya no éramos individuos. Sólo una especie»); la hybris retorcida de quienes se creían llamados a dominar en razón de su raza («Los Fratergekeime –entiéndase, los nazis- seguían siendo los amos, pese a que habían perdido. 
Eran dioses caídos, grandes señores presintiendo que no tardarían en despojarlos de sus armas y corazas. Con la cabeza todavía en las nubes, pero sabiéndose colgados boca abajo»); la vesania corrosiva del hombre despersonalizado, del hombre-masa expuesto al delirio colectivo, al odio coreografiado por los ideólogos y caudillos de turno («La muchedumbre en sí es un monstruo, un enorme cuerpo que se engendra a sí mismo. (…) Detrás de las sonrisas, las risas, las músicas y los eslóganes hay sangre que se calienta, sangre que se agita, sangre que gira y enloquece al verse revuelta y removida en su propio torbellino»). La síntesis de una época entera, ya se ve.

Súmese a lo anterior la vertiente simbólica que brota del tema del Otro y su violento final: confrontación con lo enigmático, con aquello desconocido que rompe con las convenciones establecidas, reduce a nada el autoengaño y hace aflorar los odios y los miedos latentes. Por su parte, el tema del terrible secreto que redondea el sentido de la historia y precipita su desenlace viene a potenciar el carácter de parábola del mal de la novela. Lo que se obtiene en definitiva es el equivalente de un clásico mayor de la literatura: El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad. Claudel, como Conrad, es un maestro en la construcción de una trama que progresa sin prisas, trama de ritmo sincopado y atmósfera atosigante, capaz -con todo- de mantener constantemente en vilo al lector. En ambos casos, narrativa de imágenes sobrecogedoras, palabra precisa y tremendo poder de sugestión; narrativa cuya interpretación se desdobla en planos simultáneos (en la novela de Conrad, recuérdese, hay el plano de la denuncia de la explotación del Congo y el plano alegórico del descenso a las tinieblas morales del individuo). Como en El corazón de las tinieblas, aunque muy condensado, tenemos en la novela de Claudel el trayecto azaroso y su similar degradación espiritual (véase el episodio del traslado en tren de los deportados al campo de concentración).

No hay concesiones a la banalidad ni a los facilismos en El informe de Brodeck. Al tiempo que se siente uno conmocionado por la crudeza de la historia, también se ve seducido por el sortilegio de una prosa bella y envolvente como pocas. Cabe destacar que no todo en esta novela es pesimismo y desaliento. Como candil en la oscuridad, y tan esperanzador, resplandece el episodio del anciano que acoge al protagonista en su camino de retorno a la aldea, tras su inesperada liberación. Tenemos a Fédorine, la entrañable anciana (presumiblemente rusa), alma del hogar de Brodeck y su salvadora en la infancia y en la adultez. Muy especialmente, tenemos la hermosa historia de amor que subyace a todo y que sobrevive a todo, incluso a las peores vicisitudes. El amor de Emélia, la mujer de Brodeck, es ni más ni menos que la razón por la que el protagonista no se ha doblegado en el mismísimo infierno erigido por los hombres.
En lo personal, una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo.

El autor nació en la ciudad de Nancy, en 1962. Cineasta, guionista de cine y televisión, se ha desempeñado como docente universitario de Antropología Cultural y Literatura. Autor de varias novelas y volúmenes de relatos  frecuentemente premiados, en castellano disponemos de sólo tres de sus títulos: además de la obra reseñada, publicada originalmente en 2007, están las novelas Almas grises (2003) y La nieta del señor Linh (2005). Éstas también son muy recomendables.

Rodrigo

- Philippe Claudel, El informe de Brodeck.
Salamandra, Barcelona, 2008. 280 pp.

28 julio, 2012

DESDE CUBA CON AMOR


TELEX DESDE CUBA
RACHEL KUSHNER
Trad. Gabriela Bustelo
Ed. Libros del Asteroide, 2011


Compuesta por un amplio y variado mosaico de historias cruzadas, la novela de Kushner –su primera novela, por ahora- nos presenta un panorama de los convulsos años cincuenta en la Perla del Caribe. Un políptico que proporciona diversos recortes con los que el lector va componiendo o recomponiendo una imagen de Cuba, a modo de un collage. En sus días de soledad, tras la muerte de su esposa, el viejo K.C. rememora, mirando viejos álbumes y recuerdos de su vida infantil, lo que le fue sucediendo a las personas que conoció. Nunca llegó a saber qué le ocurrió verdaderamente a su hermano Del, una vez que decidió regresar a EEUU, al año del triunfo castrista. Sin embargo, Everly sí regresó y volvió a encontrarse con Willy, el criado jamaicano del que estaba perdidamente enamorada en su niñez.
Compuesta de modo coral, va desgranando los hechos desde distintos enfoques. Principalmente, con la voz de dos niños: un adolescente, K.C. Stites, (hijo menor del director de la división cubana de la United Fruit Co.) que, nacido en Cuba, consideraba aquel país –lo que conocía de él- como su tierra natal, era todo su mundo. La otra versión es la de Everly Lederer, una niña poco agraciada pero curiosa, que llega a Cuba con su familia cuando tiene alrededor de diez años, y compara lo que ve allí con lo que ha dejado en los EEUU. Dos miradas inocentes, pues. La ingenuidad y el asombro con que van descubriendo algunas cosas que ocurren allí, las explicaciones que ellos mismos se dan y las que los adultos les ofrecen, el contraste brutal entre la vida que llevan los anglos y la de los cubanos, incluso los propios empleados o las figuras importantes de la política local. Todo ello nos llega como si nosotros también mirásemos dejando prejuicios al margen, sin plantearnos anticipadamente lo que ya sabemos que ocurrió.
 
El niño nos cuenta en primera persona los acontecimientos más notables vividos por él: su relación con los niños Allain, que suponía una libertad desconocida para él; el incendio de los cañaverales; la fuga de su hermano Del a la sierra con los rebeldes; sus breves juegos con Everly y con otros niños; la caza del tiburón martillo con su hermano; y las reacciones de la familia ante la creciente avalancha que finalmente les echó del país donde había nacido. Malcolm Stites, el padre, dirige la compañía y a su familia manu militari. Y está al pie del cañón cuando la plantación es incendiada por los insurgentes castristas.
La versión de la niña nos es narrada en tercera persona, y visitamos con ella el interior de las familias (los Carrington, los Mackey, los LaDue, los Havelin…) que viven en ese mundo especial, en ese cerrado universo donde hay unas barreras invisibles que les impiden relacionarse con los otros, los que no son como ellos, los cubanos, los jamaicanos, la gente de color. Salvo si pertenecen al servicio de la casa.

Asimismo se nos presenta un punto de vista radicalmente opuesto: el del activista-mercenario francés La Mazière y sus relaciones con la bailarina zazou Rachel K, amante de Batista y a la vez colaboradora de Castro, pero también amante de Stites. Es la otra vida, el mundo adulto. Situados en La Habana, en el Tokio, club nocturno donde la chica de las medias de malla pintadas, atrae a unos y a otros a su camerino. Para contar el universo mental de La Mazière, la autora emplea otro tono; incluso parece escrito por mano diferente, quizás la parte más floja del libro. En ese mundo habanero no podía faltar un breve cameo de Hemingway en su amado Floridita.
 
A base de ofrecernos distintos ángulos o puntos de mira, acabamos por hacernos una idea, de componer el rompecabezas cubano, pero no tanto de los hechos más conocidos, aunque también nos cuente algunos. Lo más importante es ese recorrido por el interior de las casas y las familias, el ambiente, las conversaciones entre las esposas norteamericanas, las reuniones en el club, las fiestas de los niños, lo que comentan con los criados, lo que ven y lo que imaginan, lo que sueñan y lo que realmente sucede.
El difícil equilibrio que la Compañía trata de guardar entre los sucesivos dictadores y los rebeldes de la sierra, los barbudos, a veces se hace insostenible: Batista es un impresentable, y además, ¡mulato! Los hermanos Castro, hijos de uno de los grandes terratenientes cubanos y plantadores de caña de Oriente, son el garbanzo negro. Oscilando siempre entre unos y otros, pero con la esperanza de sacar adelante la Compañía, Stites y todo su mundo se desploma con la toma del poder por Castro: la evacuación en barco de la mayoría de la población norteamericana es un relato demoledor, contado con la voz de los dos adolescentes, K.C. y Everly: la descripción de la huida y muerte del mono Poncho, está cargada de simbolismo, a la vez que una amarga ironía.

Novela atractiva, con el encanto y la frescura de la ingenuidad, esta novela despliega al lector un conjunto de detalles interesantísimos y muy ilustrativos de los últimos años de la Cuba pre-castrista. Sin mostrar preferencias pero con un inevitable punto de vista, la mirada de Kushner se dirige al interior de las mansiones de los directivos de la Compañía, a su centro neurálgico, y también a las casas de los empleados, los criados, los niños, las esposas, el pequeño mundo de los norteamericanos en la isla y sus relaciones con los cubanos. Se centra, sobre todo, en las dos ciudades costeras Preston y Nicaro, pero no sólo nos habla de la vida de los anglos, sino de cómo viven y trabajan los macheteros, los capataces, la guerrilla en la sierra, el ambiente que se respira en la ciudad, la sordidez de los clubs nocturnos, las plantaciones de caña de azúcar, y las minas de níquel.

Rachel Kushner (Eugene, Oregón, 1968), periodista, editora, ensayista, estudió en la Universidad de  Columbia, NY. Ha escrito diversos relatos  para revistas y esta es su primera novela, publicada en 2008. Su madre pasó varios años de su adolescencia en Cuba, en el complejo de la United Fruit Co., que poseía casi toda la provincia de Oriente de la isla. Por tanto, maneja información de primera mano sobre la vida cotidiana de esos años en los que se fue gestando la revolución castrista y la caída del régimen de Batista.

Ariodante




26 julio, 2012

CUENTOS IRREVERENTES


EL LIBRO DE LOS MILAGROS

SIETE CUENTOS IRREVERENTES

CARME TIERZ

  

Los relatos reunidos en esta antología faltan abiertamente a la supuesta verdad recogida por los historiadores de lo sagrado. La reescriben, manipulan y recomponen en clave irónica. Son cuentos fantásticos, si no reales, sí admitidos como ciertos por las autoridades eclesiásticas; narraciones que cuestionan la verosimilitud de los milagros a través del juego literario, con la única intención de divertir al lector e invitarle a mirar los dogmas rígidos e incuestionables con los ojos del sarcasmo.

Y esto lo dice Carme Tierz en la declaración de intenciones que nos presenta antes de adentrarnos en cada uno de ellos. Por eso su primera incursión en literatura lleva el subtítulo de Siete cuentos irreverentes.

Son cuentos irreverentes porque en ellos pretende desmitificar lo que las Sagradas Escrituras nos hacen ver como verdades que cuentan con la aprobación de las autoridades de la Iglesia y que nos las han ido transmitiendo a lo largo de los siglos. Pero esas verdades puede llegar alguien y cambiarlas, convertirlas en historias que parezcan reales, dotándola de datos que en ellos nos ofrece su autora fruto de la documentación recopilada para la elaboración de los mismos.

Quizás el relato que más real se me hizo fue la historia de Lázaro de los infiernos, en donde nos cuenta la verdad sobre su enfermedad y todo lo que le sucedió hasta que fue resucitado por Jesucristo que, pese a la amistad que los unía, no hizo presencia, pese al aviso de sus hermanas que le informaron del estado de su amigo, con las pústulas y los gusanos campando por sus anchas en su cuerpo moribundo pero, pese a ello,  no apareció hasta cuatro días después de haberlo enterrado; lo que realmente le sucedió a Bernadette y sus apariciones en Lourdes, pues su madre sabía del motivo de esas alucinaciones que sufría su hija, creyendo ver cómo se le aparecía la Virgen de Lourdes;  las reliquias de Santa Teresa, la santa descuartizada, y qué se hizo con su cuerpo totalmente cercenado, llegando incluso el generalísimo a birlarle la famosa mano a las Carmelitas; San Isidro Labrador, que obró tantos milagros como en vida y se le llegó a tomar por un verdadero talismán y su momia era llevada de aquí para allá, pues decían que era un buen remedio para las dolencias; los crímenes del Sacamantecas, que sembró el terror allá por los campos de Álava; también nos sorprenderemos cómo idolatra a Superman, el primer superhéroe del cómic, tildándolo de santo pues había descendido de los cielos para sembrar el Bien y, cierra esta antología con las luces y sombras que se siembran sobre la figura del papa Juan Pablo II, canonizado no hace mucho, pero del que se dice que bajo su pontificado ocurrieron extraños sucesos, como los oscuros acontecimientos que tuvieron lugar en el Vaticano, caso de lo sucedido con el Banco Ambrosiano, la supuesta participación del pontífice en algún exorcismo y su influencia en el arrepentimiento de un capo mafioso.
Son relatos ficticios, sí, pero con ciertas dosis de realidad que Carme Tierz trata con ironía, incluso acercándose al humor negro. Relatos que harán sonreír a los lectores que se interesen por ellos y que se leen de un tirón. Un poco de humor negro no viene mal para los tiempos que corren.

Carme Tierz, licenciada en Periodismo y dedicada durante casi toda su carrera al periodismo cultural y en concreto al de las artes escénicas, ha dirigido las revistas “TeatreBCN” y “TeatroMadrid”, y ha sido redactora y columinista especializada en teatro en “El Periódico”, “Guía del Ocio BCN” o Time Out Barcelona”. Colaboradora del Instituto de Cultura de Barcelona, es la directora de la revista “Hamlet: revista de les arts escèniques” y próximamente publicará su segunda recopilación de relatos con el título “La dona i el monstre i altres contes sobre dobles.” (Arola editors).

Francisco Portela

Título: El libro de los milagros, siete cuentos irreverentes.
Autora: Carme Tierz
Editorial: Jekyll & Jill
Ilustración: Sobelman Corta y Pega
Primera edición: marzo, 2012
ISBN: 9788493895037
Nº páginas: 100


22 julio, 2012

PELIGROSAS AVENTURAS AFRICANAS

GUINEA

FERNANDO GAMBOA

«Pues escúchame con atención —dijo acercando su rostro al mío y bajando la voz- porque te voy a contar algo que sucedió no hace mucho en el corazón  de África. Una increíble odisea de amor, dolor, odio, de ... —Se quedó en silencio, de nuevo con la mirada perdida y la inacabada frase suspendida en el limbo de las palabras que se resisten a ser compartidas—, una historia real —concluyó tomándome la mano—que a veces parece dejar de serlo. Voy a contarte mi historia»


«La cargué como pude en el asiento trasero del Defender blanco con la pegatina azul de UNICEF y apreté el acelerador, sabedora de que cada minuto que perdiera en la carretera podía ser vital para la supervivencia de la pobre mujer que agonizaba en el asiento de atrás. Tomé la carretera que parte desde Luba bordeando la costa oeste de la isla, mientras el sol se hundía en las aguas del golfo de Guinea y a lo lejos se comenzaba a intuir el resplandor de las innumerables plataformas petrolíferas que habían brotado del mar en los últimos años, como sucias velas de un cumpleaños que nadie puede celebrar.»( Pág. 17).
Es el relato de Blanca Idoia sobre su experiencia vivida en Guinea Ecuatorial, país al que se trasladó para hacer un estudio de campo para la UNICEF. Un relato que se lo va narrando en primera persona a un escritor con el que coincide en el bar de un marchito hotel; escritor que estaba buscando una historia para su nueva novela.

Desde ese momento en el que se dispone a llevar a la anciana Margarita, en cuya casa vivía la protagonista, al hospital de Malabo empieza su pesadilla. Una pesadilla cargada de acción y aventura. Por eso elegí el párrafo con el que empiezo mi opinión sobre la misma. Podría elegir cualquier otro, pues hay bastantes con el que obtendremos información de la situación real por la que atraviesa su población, sumida en la pobreza, a causa de una dictadura corrupta, cuya cabeza visible es el presidente Teodoro Obiang Nguema, que derrocó a su antecesor, su tío Macías Obiang, tras un golpe de estado el 3 de agosto de 1979.

El vehículo es detenido por la policía del país en un control rutinario. Le piden la documentación a la conductora pero les dice que se olvidó de la misma. Su condición de representante de la UNICEF no le sirve de nada. En el registro del vehículo encuentran una agenda que contiene un diario. Es acusada de ser portadora de propaganda subversiva. En un simulacro de juicio se le declara culpable de varios delitos y la condenan a veinte años de prisión. Junto con otros presos la transportan a un destino que desconoce.

Pero durante el viaje se produce un incidente que aprovechan varios prisioneros para lanzarse en marcha del vehículo e intentar escapar. Comienza una odisea, como se dice en la sinopsis, llena de odio, dolor, amor. Primero a través de la isla de Bioko y después por la región continental del país, para tratar de llegar a Gabón y desde allí regresar a España. Es ayudada en su huida por uno de los prisioneros que también logra escapar, Gabriel.

Blanca Idoia nos relata su fuga por todo el país. Conoce y padece en sus propias carnes la situación real por la que atraviesa Guinea Ecuatorial, uno de los países más ricos del mundo, pero al mismo tiempo, con una población sumida en la pobreza. Guinea es, sin duda, una  novela de denuncia social. Uno y otro  intercambian sus puntos de vista sobre la forma en que viven los dos mundos distintos que ellos representan. Blanca, el consumismo y Gabriel la subsistencia.

Juntos pasan una serie de peripecias que terminan en un final que sorprende al lector. Son ayudados por familias sumidas en la pobreza pero que no dudan en ofrecerles lo poco que tienen. Pasan de una miseria a otra, de un peligro a otro. María y su hija Lucía, las misioneras franciscanas que le facilitan un hábito de monja que le sirve de disfraz en su huida. Se adentran en la selva tropical y se encuentran con los pigmeos Akas que viven en la cordillera Além, que atraviesa la región continental. Conviven con ellos unos días y los guían hasta cerca de un poblado. Aprenden a subsistir en ese paisaje inhóspito. Conocen los secretos de la selva así como la insalubridad que soportan sus pobladores, la malaria, gorilas, elefantes. Pero también se enteran cómo los que les fueron ayudando pagan con sus vidas o con la deportación el precio de su libertad.

Fernando Gamboa construye una trama con carácter casi cinematográfico. Acción constante y aventura. Me recordó otra novela que leí, no hace mucho, El Reich Africano, de Guy Saville.  Los acontecimientos que se van sucediendo influyen en la forma de pensar de Blanca Idoia y le hacen comprender por qué se resigna la población de Guinea Ecuatorial ante la opresión que es sometida. La vida de los africanos está destinada a subsistir, a conformarse con lo poco que pueden conseguir, a saber vivir de los productos que les da la naturaleza. Blanca viene de un mundo totalmente diferente, en el que todo lo que uno posee o quiere conseguir tiene un precio.

—«¿Me estás acusando de mercantilista?
—De acuerdo, tienes razón —concedió, abriendo las manos—. Pero...¿estás segura de que no lo eres? Quizá deberías examinarte a ti misma  y la forma en que vives. A lo mejor te llevas una sorpresa» (pág. 167).

Guinea es una novela que recomiendo a los lectores. Nos atrapa desde la primera página y es un acierto el presentarnos la historia en capítulos cortos. Así se logra centrar nuestra atención en la trepidante y, en ocasiones, dura historia que nos va contando la protagonista. Dura porque la protagonista sufrirá en sus propias carnes el ensañamiento con que es tratada la población, los asesinatos que se producen cada día, las violaciones brutales a que son sometidas las mujeres. Una dureza encarnada en la persona del capitán Anastasio. Los diálogos son ágiles y directos. El autor demuestra su gran labor de documentación para la información que nos va facilitando, como nos lo expone en la nota que figura al final de la novela.

Es una novela que me ha impactado. Hay algunas obras como esta que son verdaderos testimonios de lo que realmente acontece en algún punto de este planeta y nos damos cuenta de que muchas veces somos mal informados de lo que realmente sucede a nuestro alrededor. ¿Por qué?. Es la triste historia de un país que podría tener una existencia mejor pero sus dirigentes y las llamadas naciones civilizadas no lo permiten. Hay muchos intereses económicos de por medio. Es la triste historia de un continente, África, en el que esta situación es habitual y, tras haber leído Guinea me pregunto por qué se permiten estas atrocidades.


El autor:

Fernando Gamboa (Barcelona, 1970) comparte con los protagonistas de sus novelas la curiosidad insaciable y la atracción por la aventura. Sin residencia fija, vive a caballo entre España y el resto del mundo. Cada novela es el fruto de experiencias sufridas o gozadas, terrores exactos, revelaciones insospechadas y tesoros que casi nunca son de oro o diamantes.  Otras novelas suyas son:

Corazón maya (2005. Finalista del premio Grandes Viajeros de Ediciones B y (pendiente de publicación); un libro de viaje por México y Guatemala.

—La última cripta (Ed. el Andén 2007); una novela de aventuras alrededor del mundo en busca del tesoro perdido de los templarios.

—La hermosa historia de Luz Elia Miranda Clementina (2009 Disponible para eBook en amazon.es y amazon.com); la historia verídica de una niña colombiana que busca a su madre desaparecida.


Título: Guinea
Tapa dura con sobrecubierta.
Autor: Fernando Gamboa
Imagen de cubierta: Mike Goren
Ediciones El Andén, S. L.
Primera edición, octubre 2008
ISBN: 9788492475391
Nº páginas: 377

17 julio, 2012

PUERTAS MISTERIOSAS


LAS PUERTAS DE LA CASA DE LA MUERTE
STEVE ERIKSSON

SINOPSIS: En el desierto de Raraku, Sha’ik, la vidente y sus seguidores se preparan para el levantamiento profetizado largo tiempo atrás, “El Torbellino”. Esclavizada en las minas de otataral, Felisin, la más joven de la deshonrada Casa Paran, sueña con la libertad y jura vengarse, mientras que los Abrasapuentes proscritos, Violín y Kalam conspiran para liberara al mundo de la emperatriz Lassen (aunque la voluntad de los dioses, como siempre, parece ser otra). Y al tiempo, dos antiguos guerreros cargados con un secreto devastador penetran en esta tierra asolada, un comandante del Séptimo Ejército de Malaz, lidera sus agotadas tropas en una última y audaz carrera para salvar las vidas de treinta mil refugiados.


OPINIÓN PERSONAL: Nos encontramos de nuevo en las siete ciudades, pero ahora la trama aun se complica más, se vuelve más frenética, más dividida, con diversos frentes abiertos, cada uno de los cuales comprendería por sí mismo una apasionante novela. Ahí radica su tremendo atractivo y también  la dificultad que entraña ser capaz de fijar la atención en diversas líneas argumentales. Éstas se van entrecruzando como un complejísimo tapiz, en el que cada uno de los personajes es un hilo de brillante color, de relieve especial, que aparece y desaparece, engullido en unas escenas emocionantes, trepidantes y a veces demenciales que necesitan de una imaginación muy vívida para poderlas abarcar. Estos personajes, algunos viejos conocidos de la novela anterior, como los Abrasapuentes, el joven Azafrán, o Lástima, y otros, nuevos y muy intensos, como la joven Felisin, o Duiker, el historiador, nos van desgranando su historia paso a paso. A través de sus andanzas y de sus penurias, avanzamos por una trama cada vez más compleja y cada vez más  intrigante.
Estos personajes, todos ellos vívidos y muy reales, son tratados sin miramientos, con crueldad refinada. El autor hace que en cada página nos sobrecojamos con una visión descarnada de lo que es la esclavitud, la guerra, las matanzas y en suma, la barbarie humana, ya que aquí no se escatima nada. Ni sangre, ni suciedad, ni miseria ni dolor, sea este físico, mental o emocional. Como en cualquier guerra, como en cualquier contienda real. Y como en la vida real, no hay ningún personaje bueno ni malo, sino que todos son tremendamente humanos, hasta los dioses, que interfieren una y otra vez con los mortales. En esto se basa otro de los grandes atractivos de esta saga épica: en la falta de histrionismos, de exageraciones falsas y esperpénticas. Esta saga nos llega, cuando consigues sumergirte en su complejidad, porque cada uno de sus personajes es una persona real, y como tal puedes sentir lo que siente, y vivir lo que vive, sea bueno o malo.
En su contra diré que me sorprendió, en el capítulo final, un gazapillo argumental un poco tonto, que al leerla en castellano no sé si es problema de redacción o de traducción.

 Ángeles Pavía

FICHA TÉCNICA:
Título: Las puertas de la casa de la muerte
Autor: Steve Erikson
Editorial: La factoría de ideas
Páginas: 627
ISBN: 84-9800-587-5
Género: Novela fantástica
Saga: Malaz, el libro de los caídos 2

15 julio, 2012

EN TIERRAS RUSAS


LA PULGA DE ACERO
 Nikolai Leskov


Asociamos la Literatura rusa del siglo XIX a sus más grandes autores (Dostoievski, Gogol, Tolstoi) y a sus obras más conocidas (Crimen y Castigo, Guerra y Paz, etc). También nos resulta fácil asociarla con la obra de Chejov o Turgeniev. Pero es cierto que estos nombres acaban por extender una pesada sombra sobre el resto de sus contemporáneos menos conocidos, privándonos de un inmenso legado apenas conocido y de difícil acceso para el lector medio.

Éste es el caso de Nikolái Leskov, considerado por muchos de sus compatriotas como el más ruso de todos los escritores rusos. Aunque nació en una familia acomodada, la muerte de su padre le privó a una temprana edad de todo aquello a lo que estaba acostumbrado. Leskov comenzó a trabajar como oficinista en los tribunales de su región, continuando su carrera en Kiev. Posteriormente fue contratado por una empresa inglesa como representante de sus negocios en Rusia lo que le llevó a viajar por todo el país permitiéndole conocer su riqueza y acercarse al padecimiento del pueblo ruso (el servilismo aún no había sido abolido).

Gracias a esos viajes y a un golpe de suerte, la vida de Leskov tomaría un giro inesperado. Gran observador, volcaba en las cartas que enviaba a su jefe todo aquello que veía. Su estilo ágil, fresco e irónico le valieron la posibilidad de comenzar a trabajar como periodista y, al poco, de publicar sus primeros relatos.

Llegados a este punto no se puede decir que la vida de este autor se tornara tranquila y sosegada. Su estilo irónico y burlesco atrajo hacia él odios de los más diversos orígenes: la jerarquía ortodoxa le consideraba impío (una de sus obras llevaba por título Pequeños detalles de la vida episcopal, si bien en otro libro – Gentes de la Iglesia- ofrecía un discurso apasionado a su favor). Por los mismos motivos perdió el cargo público que ostentaba en el Ministerio de Hacienda.

Tras su muerte su figura y su obra no dejaron de ser controvertidas. El régimen soviético le vio como símbolo de la Rusia decadente del pasado; los escritores modernos como una rémora del pasado con un lenguaje y un estilo excesivamente populares e incluso vulgares.
La pulga de acero es considerada su obra maestra y narra la historia del regalo que los ingleses hicieron al zar Alejandro I, con motivo de su visita a Inglaterra tras el Congreso de Viena. El regalo consiste en una minúscula pulga de acero que, gracias a una pequeña llave con la que se hace girar un resorte, ejecuta una hermosa danza. El zar ve en esta pulga la prueba de la habilidad y destreza de los artesanos extranjeros frente a la de los de su patria, incultos e incapaces de hacer nada parecido. El acompañante real, Platov –un noble cosaco- se ve incapaz de convencer al soberano de la capacidad de sus leales súbditos y de su superioridad frente a los remilgados extranjeros.

A su regreso a Rusia, la pulga se almacena con el resto de regalos reales y sólo vuelve a ver la luz tras la muerte del zar cuando se presenta a su sucesor. Nicolás I, extrañado por el artilugio, interroga a Platov quien le informa de la impresión que se llevó Alejandro I de los artesanos ingleses. El soberano, que confia en su pueblo, encarga a Platov que acuerde con los artesanos de Tula (ciudad metalúrgica famosa por sus especialistas) la forma de superar la invención extranjera.

Platov encarga a los artesanos de Tula que venzan al ingenio inglés cosa que estos logran (no diremos cómo) gracias a su talento, esfuerzo y a las oraciones ante sus sagrados iconos.

Exultante, el zar ordena que uno de los artesanos viaje a Inglaterra para demostrar la superioridad de los trabajadores rusos. Ya en Inglaterra, el Zurdo (apodo del artesano de Tula elegido como embajador) causa el asombro inglés, no sólo porque explica que él y el resto de trabajadores del metal ruso no conocen las matemáticas ni la química, y apenas saben leer, sino por su llaneza y sentido común respecto a cuestiones tan diversas como el cortejo, los bailes o el té.

Pese a ser excelentemente tratado, el Zurdo siente nostalgia de su patria y decide regresar a Rusia donde fallece al poco de llegar, no sin antes transmitir un importante secreto militar inglés (ha descubierto que estos no limpian los cañones con ladrillos para no estropearlos). 

Su sacrificio es en vano puesto que el destinatario del mensaje, mezquinamente no lo transmite, siendo una de las causas de la derrota rusa en Crimea.
 
La polémica en torno a la figura de Leskov se extiende a esta obra y hay quien la interpreta como un panfleto a favor de los valores de la Rusia tradicional y hay quien piensa que es una denuncia y ridiculización de la pobreza e incultura de una Rusia que se alejaba de los países modernos, anclada al pasado por sus mediocres clases dirigentes. No entraremos en polémica puesto que creo que hay argumentos para defender ambas hipótesis. Quizá por ello ambas opiniones sean correctas. Al igual que tiempo después ocurriría en España, a finales del siglo XIX, la sensación de esta cerrando una época servía como aglutinante de ideas encontradas. Por una parte se deseaba el progreso, la modernidad, pero por otra se reivindicaba lo propio y diferenciador. Quizá sea éste uno de los mayores méritos del pequeño relato, obligarnos a reflexionar sobre ese filo de navaja por el que discurre la Historia de los pueblos.

Reflexiones aparte, la contribución de Leskov al enriquecimiento del lenguaje ruso hace de este cuento un auténtico suplicio (o delicia) para cualquier traductor. El autor emplea libremente vocablos de su invención mediante diversos métodos que van desde la unión de dos palabras preexistentes ( calamata es la casamata convertida en calabozo), hasta la asociación de sonidos o ideas (bufía par indicar el paso de la admiración al alivio). La traductora, Sara Gutiérrez, lleva a cabo un esfuerzo meritorio (y exitoso) por volcar esta riqueza léxica al castellano de una manera natural e integrada en el texto. Asimismo hace una breve introducción explicativa de estas peculiaridades del lenguaje de Leskov.

En definitiva, La pulga de acero, es un breve libro de fácil lectura pero larga digestión. Permite alumbrar ciertos aspectos de la historia de nuestros propios países (todos han pasado antes o después por situaciones similares), pugnando por encontrar su propio camino hacia la modernidad (o su modo de atarse al pasado). También nos permite leer de primera mano una historia bien escrita y que trata de llevar el lenguaje a un terreno infrecuente, el de la pura invención.


 GWW

Datos del libro
  • Nº de páginas: 128 págs.
  • Editorial: IMPEDIMENTA
  • Lengua: CASTELLANO
  • ISBN: 9788493592714
  • Año edición: 2007
  • Plaza de edición: MADRID



13 julio, 2012

HACIA EL SUR CON VAZQUEZ-RIAL


FRONTERA SUR
Horacio Vázquez-Rial

Un hombre, de origen hispano-argentino y radicado en Barcelona, reconstruye la historia de su familia a partir del arribo a Buenos Aires de su bisabuelo y el hijo de éste, abuelo del narrador, el año de 1880. Se trata de Roque Díaz Ouro, viudo de 35 años, y su hijo Ramón, de tan sólo cinco, oriundos de Galicia como tantos españoles llegados a la Argentina en torno del 1900, huyendo de la pobreza y el desamparo. A ellos se suma el alemán Hermann Frisch, Germán para los argentinos; eximio artista del bandoneón y un ferviente partidario del socialismo, estuvo presente en los dramáticos hechos de la Comuna de París, en 1871. Frisch es para Roque el mejor de los amigos y un segundo padre para Ramón, pero también una suerte de ángel guardián de los Díaz; así pues, su lugar en la memoria familiar es igualmente importante.

Horacio Vázquez-Rial (Buenos Aires, 1947), hispano-argentino, es historiador, escritor y periodista.Reside desde 1974 en Barcelona, ciudad en que obtuvo el doctorado en Geografía e Historia. Ha publicado una serie de obras de ficción y ensayos, contándose entre éstos el libro La Guerra Civil española: una historia diferente (1996) y una biografía de Juan Domingo Perón (Perón. Tal vez la historia, 2005). Frontera sur, publicada originalmente en 1994, es la décima de sus novelas.
En torno al mencionado trío protagónico, Vázquez-Rial construye una animada y cautivante saga familiar que transcurre entre las dos últimas décadas del siglo XIX y el primer tercio del siglo XX, y cuyo escenario privilegiado es la capital argentina. Tan privilegiado que la novela funciona también como el vivo retrato de un Buenos Aires que, por aquel entonces, sufría profundas transformacionespor iniciativa de un intendente admirador del París reestructurado por el barón Haussmann. A la planificación urbanística, con sus imponentes edificaciones y reformas viales, se añadían continuas mejoras debidas a la introducción de los avances técnicos del momento: el alumbrado eléctrico, los tranvías, el teléfono, el cine, etc. Buenos Aires se expandía y se revestía con los signos de la modernidad, contagiándose algunos de sus habitantes de la fiebre de los descubrimientos y las innovaciones (en cierto pasaje de la novela se asiste a la fallida experiencia de un aspirante al gremio de los inventores). Asimismo, resonaban en las calles de la ciudad los acentos de multitud de idiomas extranjeros, algunos de los cuales daban origen a un número importante de publicaciones estables. Eran en verdad riadas de portadores de esperanzas e ilusiones, los inmigrantes que impusieron a Buenos Aires un toque cosmopolita.

Ahí afloran, en las páginas de Frontera sur, bares y hostales de mala muerte, reñideros de gallos, casinos clandestinos, los prostíbulos, algunos de ellos de una miseria atroz y otros de lujo (como el regentado por la bella Teresa, más conocida como «Piera»: uno de los personajes destacados de la novela); las asociaciones mafiosas, dedicadas entre otros turbios negocios a la trata de mujeres… El de la novela es, en buena parte, el Buenos Aires barriobajero, mas sin un patetismo o una sordidez abrumadores. También es el Buenos Aires de clase media y el de las fortunas incipientes, como la de los mismísimos Díaz. En efecto, merced a su esfuerzo y a una suerte envidiable, Roque Díaz Ouro se convierte más pronto que tarde en un próspero negociante, asumiendo a la vuelta de los años y aun sin pretenderlo un papel semejante al de un patriarca, rol en que reemplaza a quien hiciera para él –como para otros españoles recién llegados a la Argentina- de protector y benefactor. Esto, sin abandonar su profesión de fe socialista.
Abundan las situaciones y sobre todo los diálogos, ágiles, naturales, muy vívidos. La galería de personajes es cuantiosa, un entrañable muestrario de inmigrantes en su mayoría.Sus historias oscilan entre el drama y la felicidad, el logro y la derrota. Algunos de ellos son todo un carácter. Así ocurre en el caso de la mencionada Teresa, tan querida por los Díaz; también en el de Frisch, cuyos amores resultan tan plenos como infortunados. Interesante personaje es Antonio Reyles, al que un ya crecido Ramón Díaz y su flamante esposa han conocido en Galicia –en viaje motivado por la nostalgia de la tierra natal y también, cómo no, por la búsqueda de las raíces familiares-. A poco de desembarcar en Buenos Aires, Reyles adquiere un plano de la ciudad en el que irá marcando los lugares y recorridos que conciernan a sus proyectos, y es que está resuelto a triunfar. Lo logra, en el margen mismo de la legalidad, moviéndose con suma destreza entre los intereses y los pistoleros de unos sectarismos políticos que son en sí mismos organizaciones delictivas.

Aquí y allá surgen los nombres de connotados políticos argentinos de la época, pero el aderezo principal lo constituye la aparición de dos personajes históricos: Durruti, el famoso anarquista español, y Carlos Gardel. Acompañado por su banda, con la que ha asaltado un banco en Chile, Durruti prosigue en suelo argentino su campaña de atracos, convirtiéndose Antonio Reyles en un auxiliar circunstancial. El prócer del tango, por su parte, es un secundario de mayor relevancia, a cuya biografía dedica el narrador un merecido interés (su vida se entrelaza con la de los Díaz y la de Germán). En Frontera sur consta un individuo de estatura humana, vulnerable y nada irreprochable, desprovisto por tanto del aura legendaria que la posterioridad le ha conferido. La oscuridad que rodea sus orígenes ha generado una diversidad de teorías; Vázquez-Rial lo muestra nacido en Uruguay bajo el nombre de Carlos Escayola, quien adopta el apellido francés de un joven fallecido, Gardes, más tarde convertido en Gardel.

En este ejercicio de memoria familiar, la ficción rinde honor al mito, el que reviste la forma de un fantasma que traba amistad con Roque Díaz y lo ayuda a hacer fortuna. Se trata, pues, de un elemento en cierto modo disonante en el contexto de una novela realista, pero que da cuenta de la determinación del memorialista/narrador de registrarla memoria familiar tal cual ha llegado hasta él. Honesta determinación y una legítima licencia por parte del autor, cabe decir.
Lectura en verdad emotiva y gozosa.

Rodrigo

Horacio Vázquez-Rial, Frontera sur
Editorial Roca, Barcelona, 2006. 551 pp.

11 julio, 2012

NAVEGANDO HACIA EL NORTE


LAS RUTAS DEL NORTE
JAVIER TAZÓN RUESCAS

Ed. Kattigara, 2011

Esta obra es una variada combinación de aventuras marineras, historia, geografía, y biografía. Pero, ante todo es una novela. Y no sólo por la forma, sino porque mezcla, como en una marmita cociendo diversos ingredientes, ficción con realidad. En la vida de Juan de la Cosa hay etapas más bien oscuras, como son los años de infancia y juventud, adiestramiento y primeros viajes. Imaginar esos años es el tema de la presente novela.
Juan de la Cosa, como es bien conocido, fue el cartógrafo que dibujó el primer mapamundi conservado en el que aparece el continente americano, en 1500. Pero no sólo fue cartógrafo, sino que aunó esa facultad suya para el dibujo con la llamada del mar. Proveniente de familia de navegantes y constructores de barcos,  este santoñés universal  salta a la historia al acompañar a Colón y a Ojeda en sus viajes trasatlánticos.  Esa parte de su vida es narrada por el autor de este libro en una novela anterior, El cartógrafo de la reina (2010). Ambas tienen la forma de unas memorias, en las que el cartógrafo y al final su escribano, López de Haro, dan cuenta de la vida y aventuras de este personaje. 

Pero antes de esos viajes, realizó otros, acompañando a los balleneros cántabros por las rutas gélidas y oscuras del gran Norte. Javier Tazón imagina y describe esos viajes, como describe la educación del joven Juan, el escenario donde vive sus primeros años y la familia que lo rodea y acoge, así como las familias enemistadas con la suya ―las luchas de poder―y los problemas que derivan de esas rivalidades. Aprovecha en esta narración el autor, para explayarse sobre un tema que quizás sea poco conocido  para los que no vivimos en la cornisa cantábrica.
Que dispongamos de pocos datos no quiere decir que no los hubiera, o los haya. Los navegantes cántabros y vizcaínos, así como los gallegos, han sido los que tradicionalmente  han recorrido las rutas del Norte: Irlanda, Islandia, Terranova…en busca de bacalao y de ballenas, principalmente. Y el comercio con todas esas tierras nórdicas. Pues bien, de todos esos viajes, las leyendas y la realidad, lo imaginado y lo vivido, es de lo que nos habla el autor, poniéndolo en  boca del propio Juan de la Cosa. Imagina además, su infancia, las luchas entre las familias eminentes en Santoña, ciudad natal del protagonista, la terrible muerte del  padre, las actividades del abuelo, que se ocupa de la formación del futuro cartógrafo y navegante. Todo ello, como aclara el autor en una nota final, está novelado como bien pudiera haber sucedido, mezclando personajes reales pero sin constancia de la relación directa con el joven De la Cosa.

Conocemos así a los amigos de infancia y primera juventud, al inseparable Fernán de Castro; los primeros amores, el origen del nombre Marigalante, que será el del barco que le llevará con Colón a las Américas años después, aunque rebautizado como Santa María, para evitar connotaciones peligrosas. Sus primeros tutores, la enseñanza que recibió del fraile Pere Furnet, fraile de origen judío balear y vida borrascosa, que además de franciscano será confidente y espía a las órdenes de Isabel la Católica. Los marinos que le acompañan en los primeros tanteos en la mar: Chachu de Lequeitio, Bocanegra, Salvador Cachupín, (pariente de su esposa, Juana del Corral) Ojobreca, Pintalacola, etc. Nombres y sobrenombres curiosos y llamativos, de personajes que le siguen y participan de sus aventuras en los mares del Norte. La navegación hacia Terranova, la caza de las  ballenas, la descripción de los geiseres de Islandia, de los iglúes esquimales, de los acantilados de las tierras del otro lado del Mar Tenebroso…Y por otro lado, las intrigas políticas, con el fondo de la lucha por el poder entre los Trastámara, y a menor nivel, la lucha de las grandes familias norteñas entre sí; todo ello constituye parte de esta novela, lo que la hace atractiva y muy entretenida.

Contada a modo casi de lectura juvenil, muy directa, sin complicaciones, sin engorrosas digresiones demasiado técnicas, que a veces distraen en exceso, novela de aventuras y acción ante todo, pero con un marco histórico real y con personajes reales, a los que Tazón  da vida y movimiento. Avanza la idea general de que todo el proceso del descubrimiento, que a veces se enseña como centralizado en una o dos figuras emblemáticas, no es sino el resultado de un conjunto de exploraciones previas, de ignotos protagonistas que abren camino a otros que lo aprovechan y perfeccionan. La tradicional pesca de altura cántabra formó a muchos navegantes, y originó muchas rutas que Juan de la Cosa plasmó en líneas y dibujos sobre pergamino, concentrando todos sus conocimientos en una imagen –bellísima, por cierto, a nuestra disposición en el Museo Naval de Madrid― del mundo conocido: el mapamundi.

Javier Tazón Ruescas  (Santander, 1953) es abogado y escritor, muy interesado en el mundo de la gastronomía, sobre el que versa su primer libro. Después ha llevado su atención a la historia, a los personajes que salieron de Cantabria, lo que le ha llevado a la vida de Juan de la Cosa, sobre el que ya publicó El cartógrafo de la reina en 2010.


Ariodante

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...