28 noviembre, 2012

DISTORSIONANDO


EL ARTE DE LA DISTORSION
JUAN GABRIEL VÁSQUEZ




Reúne este libro una magnífica colección de 17 artículos, (ensayos, prólogos y conferencias) cuyo eje es el quehacer literario. El autor, que además de escritor es ferviente lector, y en su prólogo nos advierte de que lo que buscamos, lectores y escritores, es “la profunda satisfacción que nos dan los mundos cerrados, autónomos y perfectos, de las grandes ficciones. Esos mundos que, precisamente por haber nacido de la imaginación libre y soberana, dan a la realidad un orden y un significado que ésta, por sí sola, no logrará jamás. Esos mundos donde, precisamente porque no han sucedido nunca, las cosas seguirán sucediendo para siempre.”

Libro que se lee de un tirón, los textos son muy amenos y atrapan la atención del lector; si se han leído las obras o al menos a los autores de los que habla, aún es posible un disfrute mayor; pero incluso en el caso de no haberlo hecho, y de leer sobre perfectos desconocidos, como en mi caso, con el escritor colombiano Ribeyro, sus acotaciones y comentarios sobre su vida y obra me han parecido interesantes y muy acertados.

Por su origen colombiano, Vásquez nos habla de sus compatriotas, y nos compara obras, actitudes y textos que nos resultan muy sugerentes, reflexionando ante su actitud literaria, comparada con la de otros autores europeos.
Por su vocación universal, trata de otros escritores de muy diversa procedencia, y que son objeto de su admiración, como G. Sebald, S. Bellow, J. Conrad, Ph. Roth, V. Naipaul, etc., y nos admira con una serie de detalles curiosos o reflexiones muy pertinentes sobre su obra o sobre ellos mismos.

Conrad, concretamente, es un autor de culto para Vásquez, y leemos su nombre a lo largo de casi todos los artículos, aunque hay algunos especialmente dedicados a él, como Ver en la oscuridad y Viaje a Costaguana. Costaguana es el país imaginario donde Conrad recrea su magnífica novela Nostromo. Según Vásquez, ésta es la mejor novela sobre Hispanoamérica jamás escrita fuera de la lengua española, incluso le concede el rango de antecedente del boom literario hispanoamericano, emparentándola con La casa verde o con ciertos episodios de Cien años de soledad. Nos cuenta Vásquez cómo surgió en Conrad la idea de esta novela y su ansioso proceso de creación, cómo un simple hecho real  le sirvió para crear todo un mundo que le era absolutamente ajeno, ya que apenas si había visitado el Caribe muchos años antes, en su etapa de marino, y sin pasar demasiado tiempo por allí. Conrad se inspira en los momentos políticos en los que Panamá, (Sulaco, en la novela) auspiciada por EEUU, se segrega de Colombia, de la que era una provincia, así como en la aventura de un personaje real, Santiago Pérez Triana, que, llegado a Londres a finales del XIX, publicó el relato de su huída de Colombia en 1902. Del contacto de Conrad con Pérez Triana no sabemos nada, pero algo hubo. Conrad, después, mezcló los ingredientes y utilizó su imaginación para el resto, que resulta una novela, si bien con la impronta conradiana, que no es la más típica suya, al alejarse de los temas marinos y asiáticos habituales. Y siguiendo con Conrad, Ver en la oscuridad fue un prólogo al Corazón de las tinieblas, de Conrad y esto le proporciona un pretexto para reflexionar sobre la vaguedad o la imprecisión en la novela, o en la obra de arte.  Y cita una carta de Conrad a  R. Curle, diciendo “La explicitud, mi querido amigo, es fatal para el encanto de una obra de arte, pues le roba toda capacidad de incitar, destruye toda ilusión”, lo cual Vásquez y yo misma compartimos plenamente. Y también Kundera: “la novela es el reino de la ambigüedad.”(Los testamentos traicionados).

En Los hijos del licenciado: para una ética del lector,  comienza reconociendo que “la lectura de ficción es una droga y el lector es un adicto”, y que la lectura  en nuestros días, ya lejanos de las lecturas colectivas alrededor del fuego, realmente “es un vicio solitario”, porque el lector está solo ante el libro; nos viene a decir con Proust que, al contrario que la conversación, la lectura consiste para nosotros en establecer comunicación con otro pensamiento, pero permaneciendo solos, gozando de la potencia intelectual que tenemos en soledad y que la conversación disipa inmediatamente; y que en un mundo lleno de servidumbres, de dramas y de inquietudes, el mundo de los libros es un mundo de libertad. “El hecho de que esta vida sea sólo una y no podamos ser a la vez hombres y mujeres, ateos y creyentes, fieles e infieles,  pero sí podemos imaginar que lo somos”, y por tanto podemos vivir otras vidas con nuestra imaginación y con una buena ficción entre nuestras manos.

En El arte de la distorsión, artículo que da nombre al libro, y que fue en su origen una conferencia impartida en El Escorial en 2006, defiende la libertad del literato en la creación de ficciones: la única razón de ser de la novela es decir lo que sólo la novela puede decir. Y trata el inevitable tema de la novela histórica, coincidiendo, sin citarlo, con Kapuscinski y con Heródoto en la imposibilidad de conocer la historia, o más bien, que toda historia es, apenas, una versión (de los hechos). Y cita a Julian Barnes en su Historia del mundo en diez capítulos y medio, al decir que “inventamos historias para tapar los hechos que no conocemos; conservamos unos cuantos hechos verdaderos y alrededor de ellos tejemos un nuevo relato.”

En Malentendidos alrededor de García Márquez analiza las influencias y relaciones de su obra con otras obras y con la realidad, con el Macondo real. Y nos dice que el malentendido consiste en considerar  la influencia como influenza (gripe), haciendo un juego de palabras muy cabrerainfantiano. La influencia es buscada, no “recibida”: García Márquez se sumerge en Faulkner y en Hemingway, sin ningún problemaza que, según Harold Bloom, los talentos más débiles idealizan, pero los de imaginación capaz, “se apropian” de los libros ajenos. Es como en pintura: por poner un único ejemplo evidente: Picasso, que se apropió de miles de pinturas ajenas pero les dio su sello absolutamente personal. No se puede crear de la nada, siempre hay que partir de algo, de algo anterior que nos de el pie, la base sobre la que crear y construir nuestro propio edificio. Nuestro bagaje cultural, nuestra vida, lo que han hecho los demás y lo que hemos hecho nosotros.

En Las máscaras de Philip Roth  desmenuza la obra del autor norteamericano, al que tanto gusta mezclar ficción y realidad, incluirse e inmiscuirse dentro de sus obras, adoptando un alter ego (Zuckermann) pero negando siempre que sea él mismo, mientras que en su vida repite lo que ocurre en sus novelas y viceversa. La clave de su universo: la trasgresión, transformar el deseo en literatura, la política en deseo, el deseo en literatura política o erótica.
Disecciona la obra sebaldiana en La memoria de los dos Sebald,  e indaga sobre cómo se enfrenta el hombre a su propia historia, cómo reconstruye su pasado: en Sebald, recordar no es un acto intelectual, sino físico, y no hacerlo conlleva riesgos morales.
En Apología de las tortugas habla del cuento, de la diferencia entre cuento y relato corto, (tale y short story), de la posible muerte de la novela pero la vigencia e importancia del cuento. En Diario de un diario trata de Ribeyro, autor colombiano afincado físicamente en París y espiritualmente en el siglo  XIX, con lo que se automargina respecto al boom hispanoamericano de los sesenta, y además, encarna una versión imprecisa de Bartleby. En El tiro y el concierto analiza la relación entre literatura y política, en general y en concreto, en Colombia. Cervantes es objeto de La paradoja de Don Álvaro Tarfe,  y sus problemas con el Quijote apócrifo, y también sobre Cervantes versa Historia de un malentendido: lecturas anglosajonas de El Quijote.
En Literatura de inquilinos, trata un tema que le toca de lleno personalmente al autor: la permanencia voluntaria en situación de emigrado; el asentamiento en otro país que no es el suyo, y que Vásquez insiste en no llamar “exilio”, voz que le trae connotaciones que quiere evitar, y prefiere el término “inquilino”. Y aquí habla de Conrad (inquilino por antonomasia), de Naipaul, de Hemingway,...y olvida mencionar a Sándor Márai, aunque éste se exilia por cuestiones evidentemente políticas, pero incluso cuando podría haber vuelto a su país, decide permanecer fuera pero seguir escribiendo en húngaro, su patria, según él.

Nos alargaríamos demasiado si comentásemos todos los ensayos, con lo que finalmente resumiremos diciendo que el libro es una reflexión sobre la literatura y los literatos, los problemas con los que se enfrentan: la memoria, la historia, la política, las influencias, la relación realidad-ficción, y los retos que han de superar; las relaciones con los lectores y la crítica y con sus países de origen; los distintos avatares que acompañan a la creación literaria y que a veces permanecen ocultos a la vista del público, parapetados tras la obra del autor, donde se contiene su vida y otras vidas, sus ideas y otras ideas, otras ilusiones, otros mundos. Y que nosotros los lectores participamos de ellos al leerles.

 Juan Gabriel Vásquez (Bogotá, 1973), escritor, traductor, ensayista y crítico literario,  autor del libro de relatos Los amantes de Todos los Santos (2001), de dos novelas, Los informantes (2004) e Historia secreta de Costaguana (2007, Premio Qwerty a la mejor novela en castellano, Barcelona, y premio de la Fundación Libros & Letras, Bogotá) y de una breve biografía de Joseph Conrad, El hombre de ninguna parte (2007). Ha traducido obras de John Hersey, Víctor Hugo, John Dos Passos y E. M. Foster. El ensayo que nos ocupa, “El arte de la distorsión” ha ganado el Premio de Periodismo Simón Bolívar. Es columnista de El Espectador, de Bogotá, aunque desde 1999 vive en Barcelona, después de haber estado viviendo en París y en Las Ardenas, Bélgica, en un voluntario alejamiento de su país natal,  que él no quiere llamar exilio, sino inquilinato.

Ariodante

 Título: El arte de la distorsión | Autor: Juan Gabriel Vásquez | Editorial: Alfaguara | Páginas: 232 |






26 noviembre, 2012

REINANDO DIDO


DIDO, REINA DE CARTAGO
ISABEL BARCELÓ



Isabel Barceló (Sax, Alicante) nos relata esta historia como lo hacían los poetas antiguos. La narradora, Imilce, se reune con su escribiente Karo en la plaza del granado, en Cartago. En torno a ella se congregan los habitantes de la ciudad que quieren escuchar los recuerdos de esta anciana que narra los hechos que llevaron a la Reina Dido a abandonar Tiro hasta llegar a las costas libias y fundar Cartago, así como sus amores con el príncipe troyano Eneas y el fatal desenlace tras conocer el deseo de éste de seguir su rumbo para fundar su ciudad en las costas del Lacio. Todos escuchan pero también aportan. La memoria colectiva está presente en todo momento, sobre todo cuando hablan los que en esa difícil travesía habían tomado parte.

Dido Reina de Cartago fue gestada al estilo de las novelas publicadas en el siglo XIX pero con la diferencia de que, en vez de aparecer los capítulos en un diario determinado para que sus lectores siguieran con interés la lectura del mismo y esperasen a la aparición del siguiente capítulo, se fue publicando en el blog Mujeres de Roma, del que Isabel Barceló es su administradora. Por eso los capítulos son muy cortos. La autora concedió la posibilidad a los lectores de implicarse en la novela de una manera especial: algunos optaron por elegir como «propio» alguno de los personajes clásicos, o aportar personajes por el simple procedimiento de inventarse para ellos un nombre y un oficio, según sus gustos y fantasías. En el listado de personajes aparecen los nombres de los participantes o sus seudónimos cuando así ellos lo quisieron.

El lector se encuentra con dos narradores: Imilce, la hija de Barce, nodriza de Siqueo y confidente de Dido que completa sus conocimientos con textos de las crónicas de Xilón, y el poeta troyano Trailo, a quien en más de una ocasión acusa de utilizar un tono demasiado poético y el permitirse ciertas licencias con las que ella no está de acuerdo, pues lo tacha de partidista. Nos encontramos con unos capítulos escritos en primera persona y otros en tercera dictados por un narrador omnisciente.

Imilce es el personaje en torno al cual gira este relato. Quiere que sus recuerdos queden anotados para que generaciones posteriores conozcan la verdadera historia de su pueblo. Un personaje al que, pese a su carácter temperamental, le iremos tomando cariño a medida que van pasando los capítulos.

Pigmalión era un hombre ambicioso. Quería el trono que había heredado su hermana tras morir su padre. Pero también quería riquezas: el tesoro que estaba escondido en el templo de Melqart para llevar a cabo sus planes. No dudó en torturar a Siqueo, el sacerdote del templo y esposo de Dido, para que le revelase el escondite.

La reina era conocedora de las pretensiones de su hermano. Enterada de la atrocidad que había cometido en la persona de su esposo, decide huir de la ciudad con los habitantes que quieran seguirle pues no quería que se produjese un enfrentamiento entre hermanos. Junto con el Príncipe del Senado y Acus, el hijo de este, prepara sigilosamente la huida. A medida que tocan diversos puertos para aprovisionarse se les van uniendo algunos pasajeros más, como los curiosos hermanos Xilón y Filón, la amazona Nismacil, el cordelero Kostas, o las bailarinas que son tomadas prisioneras en Chipre. Tras sufrir muchas penalidades durante la travesía llegan a las costas libias y tiene un encuentro con Yarbas, el rey de esas tierras, para que le dejase construir en su costa una ciudad.

Eneas, príncipe de los troyanos, entra en escena. Tras la destrucción de Troya, huye con varias naves para tratar de llegar a las costas del Lacio, en Italia, y allí fundar otra ciudad. Dido los recibe y acoge en Cartago. Los homenajea con un excelente banquete de bienvenida. Dido había sido aconsejada en más de una ocasión de que volviese a tomar esposo pero ella se negaba y era fiel a la memoria de Siqueo. Yarbas el rey libio, le pidió matrimonio en varias ocasiones. Pero al llegar Eneas a Cartago, los dioses entran en acción y deciden que Cupido aparezca en escena para que Dido se entregue a Eneas, que era hijo de la diosa Venus. Pero, tras llevar instalados un tiempo en las playas de Cartago, Eneas decide que ha llegado el momento de seguir su ruta. Dido es avisada de las pretensiones del príncipe troyano. La reina se desmorona al no poder retener a su amado y la tragedia se consuma.

Con pocas pinceladas vamos conociendo cómo son los personajes que irán apareciendo en esta historia. El carácter de la Reina Dido, fuerte, enérgica, que demuestra grandes dotes de mando conforme a su cargo para hacerse valer ante su pueblo o el temperamento de la anciana Imilce. La ambición y la codicia de Pigmalión o la actititud desconcertante de Eneas, hijo de Venus, que cae prendado ante la belleza de Dido pero que sabía que su destino estaba marcado y debía de cumplirlo.

Dido Reina de Cartago es una historia en donde se conjuga lo humano y lo divino, pues los dioses juegan un papel importante en el devenir de los acontecimientos. Vemos cómo Neptuno, Eolo, Juno o Venus intervendrán directamente en la historia para que se cumpla el destino que tienen preparado para el príncipe troyano Eneas, poniéndole a prueba al enviar a Cupido para que Dido se quedara prendada de él. Una historia, en definitiva, bien construida pues se nota que la autora, una gran conocedora de la antigüedad clásica, sabe hacernos llegar la historia que nos cuenta de la forma más sencilla posible. 

De esta forma, Isabel Barceló consigue que nos enganchemos en su lectura desde las primeras páginas, y se nos haga amena y entretenida. El estilo es directo y el lenguaje utilizado sencillo pero contundente. Si a ello le unimos unos diálogos breves y directos, así como unas descripciones concisas, pues el lector lo agradece. En todo momento y siempre empleando estas premisas nos daremos una idea de cómo se va desarrollando el pasaje que estamos leyendo.  Dido Reina de Cartago es una novela histórica que no va a defraudar porque tiene todos los ingredientes necesarios para que el lector disfrute de la historia por lo que recomiendo su lectura. 

 Francisco  Portela

23 noviembre, 2012

COMIENDO PERDICES


Después de comer perdices o por qué las mujeres son boludas e insisten en enamorarse

 Rita Gardellini



Sólo hasta que llegué al segundo capítulo no descubrí que el libro, en realidad, lo componen varios relatos, y además escritos desde distintos puntos de vista: el de la mujer y el del hombre. Hay originalidad en ellos, y un asomo de crítica oculto entre sus líneas.
“Después de comer perdices…”, una excelente miscelánea de relatos analizados desde la mirada crítica de ambos sexos. La verdad, no me han dejado indiferente tus historias. Es como un estudio del comportamiento humano en sus relaciones sentimentales. Y ciertamente, si se me obligara a decir cuál es el lado negativo, sería quizá mi dificultad (por otro lado normal) a la hora de encajar en mi mente las conversaciones. En Argentina, ya te dije, habláis de un modo distinto. Sin embargo, eso es lo que le proporciona frescura al libro: lo llevas a ese nivel popular, muestras el idioma de tu gente y lo expones sin apoyarte en ningún recurso. La riqueza del idioma de Sudamérica sobrepasa, a veces, al propio vocabulario español. Como diríais vosotros: ¡Es lindo!
Algunas me han gustado más que otras, pero en todas ellos encuentro algo hermoso, quizá parte del alma del autor, y eso me satisface mucho. “Después de comer perdices…” me ha gustado, como ya te dije, quizá por su originalidad, su fuerza o ese modo bifrontal de ver la vida, como una de esas miradas cúbicas de Picasso. Las tuyas son unas historias crudas, íntimas, y sobre todo cargadas de erotismo. 

Me ha gustado mucho Soledad, como más sobrio y humano. 

RITA GARDELLINI
El primero, el de Cenisiente tiene su "punto", por aquello del sentimiento epicúreo del príncipe, la hombría del herrero y la necesidad de satisfacción de Cenisiente. 
Simona y Selma, historias de amor y sexo... sexo y amor según las dos perspectivas de los personajes. Dicen que la mujer ofrece sexo a cambio de amor, y que el hombre ofrece amor a cambio de sexo. Es triste, pero es una cruel realidad. Personalmente intento aunar ambos sentimientos en uno sólo. Y aunque es cierto que los Géminis somos dualistas, en algunos casos nuestros pensamientos resultan unívocos, de un solo significado. De ahí que no terminara de convencerme el personaje masculino de Selma. Hay una frase que, aunque es posible que así sea, me niego a aceptar. Y es esta: 
"Ningún hombre es amigo de una mujer pasional y bella, es imposible". Es como pensar que todas las mujeres rubias, atractivas y de cuerpo escultural, son incapaces de ser personas cultas e inteligentes. Son prejuicios equivocados. 
Porque es cierto que los prejuicios influyen mucho en la relación de amistad, pura amistad sin sexo, entre un hombre y una mujer. Y estos prejuicios tienen, la mayor parte de las veces, nombre de mujer. ¿Te acuerdas de aquella frase primera que te subrayé?:
"Ningún hombre es amigo de una mujer pasional y bella, es imposible". Eso lo escribiste tú, y yo no estaba de acuerdo, y sigo sin estar de acuerdo. Pero otros pensarían que sí. Por eso me afecta de algún modo. 
Y ahora hablemos de Paula. Este relato refleja cierta conformidad. Ella acepta las infidelidades de su esposo. Es el último escollo que ha de sortear una mujer que lo ha perdido todo, incluso el amor del hombre que convive con ella, el cual prefiere mantener sexo con alguien más joven que él. Eso ocurre todos los días, en todas partes del mundo, y es triste.
Brenda es una joven de su tiempo: desenfadada, idealista, supersticiosa a veces y muy desinhibida. Es curioso como algunas jóvenes se encaprichan de hombres tibios, hombres que sólo avivan la pasión cuando se les incita. Ella es un personaje entrañable, él me gusta menos. En realidad, prefiero la parte femenina de los relatos. Un final frío y realista como la vida misma. Me gusta. 
Lidia es la típica "Maruja", como decimos acá a las amas de casa aburridas de una vida análoga y repetitiva. Mujeres que se casan con el hombre equivocado, hombres que incurren en el mismo error. Y luego, con el tiempo, se da uno cuenta de que todo podría haber sido distinto si...
No es que sea de mis favoritos, pero esconde mucha verdad.
En Fiona, Néstor adquiere toda la atención del lector. Es un don Juan de pacotilla, cebado, ególatra, un castigador que produce más compasión que admiración. Hay muchos Néstor desperdigados por esta santa tierra. Tiene el final que se merece.

Carina, una mujer que busca en la pasión un modo de adentrarse de nuevo en el amor, después de que se echara a perder su matrimonio con otro hombre. Ella lo pasa bien con Gerardo, su amante, pero sabe que sólo es eso: fuego en un instante; y luego, humo y ceniza. Su relación no va a ningún lugar. Eso a él no le importa mucho, solo desea la parte física de Carina. Hay algo de soberbia en el personaje masculino. Hay un texto que me ha gustado:
"Un quiebre entre épocas, minifalda, labial y tacos pero ni locas lavan un plato; que le abrás la puerta, le pagués el convite pero no se te ocurra subestimarlas porque te agujerean el hígado con su mirada de asco y entre los absurdos: no creen en príncipes ni almas gemelas pero no logran ver las relaciones sexuales como lo que son: la manera más lógica y simple de relación entre el hombre y la mujer"
Tan cierto como la vida misma.
Amelia, otra mujer en busca de emociones fuertes, pero que a la vez está supeditada a una ley moral que le impide aceptar ciertas bajezas, como permitir que un stripper se le refriegue de forma sicalíptica. Para ella es patético, y yo, personalmente, también lo creo (tanto en los hombres como en las mujeres). Y sin embargo, ella le propone amistad, amistad verdadera entre ambos, a pesar de la diferencia de edad. Él acepta sus condiciones, pero finalmente tendrá que olvidar a todas ellas por su futura familia. ¿Sabes?, al margen de Brenda creo que este relato es el que más me ha afectado. Creo en la verdadera amistad entre el hombre y la mujer, pero no todos lo entienden así.
Triana, un nuevo coloquio entre las dos caras de la moneda: amor y sexo... sexo y amor. La ternura batalla con la pasión, la mujer vive y siente el amor... el hombre lo convierte en auténtica basura. Es la maldición de la sangre en el hombre, falta de sentimiento. La mejor parte, ésta:
Me hubiera gustado ser la primera en darte un beso de cumple apenas pasadas las doce.
Me hubiera gustado prepararte el pollo con arroz que te gusta –aunque no creo que te durara una comida tan común estando de cocinera-, para que me dijeras que es el mejor que probaste.
Me hubiera gustado regalarte un traje negro para desnudarte, empezando por la corbata, la única prenda con la que yo quedaría vestida.
Me hubiera gustado que supieras al menos cómo tomo el café.
Me hubiera gustado que me extrañaras.
Me hubiera gustado no ser con vos… yo misma. 

Este párrafo es exquisito. Sólo por él merece la pena haber leído el libro. En conjunto, me ha gustado mucho, unos más que otros, eso sí.


 FICHA TÉCNICA:
Título: DEPUÉS DE COMER PERDICES O POR QUÉ LAS MUJERES SON BOLUDAS E INSISTEN EN ENAMORARSE.
Autora: Rita María Gardellini Cavido
Editorial: UNR EDITORA, Rosario, Argentina. 2011. 
96 páginas: 21 x 14 cm.
ISBN 987-950-673-917-1
Diseño de tapa: Hilén Daiana Mainella
Ilustración de autor: Hilén Daiana Mainella
En e-book. Re edición 2012
113 páginas

A la venta en las librerías en Rosario, Argentina.
En España

20 noviembre, 2012

EN NEGRO


A TIMBA ABIERTA

ÓSCAR URRA


Debutar en el género negro y hacerlo de esta forma no es de lo más sencillo, pues la novela es de una calidad muy por encima de la media. Es todo un aldabonazo sobre las cabezas de los amantes a la novela clásica de género, esta narración cuenta con todos los elementos para considerarla como tal. Posee policías, inspector privado, ambiente negro o sencillamente realista, mafiosos, mujeres guapas, exmujeres de genio indomable, camareros persuasivos, chivatos profesionales, ácratas, o lo que es lo mismo un mundo de muy variopinto pelaje, todo rodeado de la ciudad, de Madrid, del centro de la ciudad, de ese territorio tan añejo como imprescindible, donde la delincuencia y el alma palpitante de la ciudad conviven.

Si en algún momento se consideró que el binomio, detective privado con problemas y un mundo negro, era cuestión del pasado Óscar Urra consigue que dicha afirmación se quede prácticamente en eso, en una afirmación sin mucho sentido. Con narraciones de este calibre queda meridianamente claro que el género goza de muy buena salud, pues con unos mimbres tan clásicos, el autor madrileño es capaz de crear una pieza de inconfundible sabor y de elevada calidad.


El sabor lo pone ese espacio geográfico que tan cercano parece y que tan bien trabaja otro de los exponentes más salvajes de la novela negra, Juan Madrid, de quien no se puede soslayar la influencia entre las páginas de Urra. Pero la novela es algo más, posee una prosa muy cuidada, muy trabajada, por momentos usada de una forma tan fina y sutil que se acerca más a ser un arma afilada. Véase como ejemplo:



Cabria sintió todo el desgaste de la jornada acumularse en su espalda y sus piernas, y un cosquillo concreto y antiguo le clavó alfileritos en la yema de los dedos: el que sentía cuando llevaba mucho tiempo sin tocar la fría y pulida superficie del naipe. Si este caso no se resolvía tampoco lo harían sus problemas, y entonces más le valdría buscar tapetes en otras ciudades, razonablemente lejos de sus acreedores, donde pudiera ejercer su vocación de aficionado a la supervivencia.Pag. 114.



Ahí va otra:



...pero sé algo más, sé quién hay en esa casa, y eso me inmoviliza, por que el destino está hecho de decisiones mal tomadas y de peligrosas balas perdidas.Pag. 127-128.



De tales alfilerazos está plagada la novela, donde el lenguaje es una de las normas del escritor, pues está tratado y muy cuidado. Sostiene además una trama con un ritmo elevadísimo de lectura y de adicción, que logra que devoremos la novela con una celeridad asombrosa.
Percibo la influencia más clásica en el escritor, se nota desde lo más recóndito de sus palabras, se huele el sabor de otros detectives, desde los que han marcado el género hasta personajes más recientes, incluso en algún momento casi llego a notar la presencia de algún personaje de la comisaría de Leganitos que aparecieron en otras novelas de otro inconfundible autor.


En resumen una novela más que recomendable, todo un golpe de naipe sobre la mesa de la novela negra actual, pues hay que reconocer la valentía del autor, de con aspectos muy conocidos y en algunos casos manidos, es capaz de crear una muy buena novela con algunos personajes que resistirían una saga y algo más. Con Óscar Urra volvemos a un Madrid canallesco, malote, bocazas, poderosísimo en su fuero más interno, algo que no podíamos perdernos nunca.


Sergio Torrijos

DATOS TÉCNICOS:

EDITORIAL: SALTO DE PÁGINA

Fecha de publicación:  2008

160 páginas


18 noviembre, 2012

TRONO ARDIENTE


EL TRONO DE FUEGO

RICK RIORDAN

Dicen por ahí que las novelas juveniles son lo que son y ya está. Que no se les puede sacar ninguna chicha. Que solo ofrecen romances juveniles sin complejidad. Que es muy fácil escribir historias juveniles… Sin embargo, me alegro de que en el panorama literario aparezcan obras que demuestren todo lo contrario: que la novela juvenil es mucho más de lo que se puede llegar a creer, que no ofrecen solo romances juveniles, que no es sencillo escribirlas… A fin de cuentas, los jóvenes lectores son igual o más exigentes que los demás. Vamos, que de tontos no tienen un pelo, y también saben distinguir buenas y malas historias.
El Trono de Fuego es una de esas novelas juveniles que ofrece a sus lectores —tanto jóvenes como adultos— una historia maravillosa, mágica y entretenida, tal y como sucedía con su predecesora.
Carter y Sadie pertenecen a una familia de faraones (para los que han leído la anterior novela, seguro que los recuerdan) y dominan la magia. De nuevo, tienen una misión que cumplir, mucho más peligrosa que la anterior: deben despertar a Ra, el dios del sol, el más poderoso, para que Apofis —el dios del caos— no engulla el sol y el mundo acabe destruido, quedando oscuridad y más oscuridad. Para ello, solo disponen de un par de días, pero nadie sabe dónde se ocultó Ra a descansar. A todo esto hay que sumarle el hecho de que los dioses han formado dos bandos: los que quieren despertar a Ra y los que están en contra de ello. Sadie y Carter van a tener que superar muchas pruebas… ¿Lograrán despertar a Ra, el dios más poderoso?
Rick Riordan ha sabido combinar entretenimiento con mitología egipcia, algo que me parece muy satisfactorio y original, pues hasta ahora sí teníamos historias de magos en las que nos remontábamos a otras mitologías y religiones, pero no la egipcia, y lo cierto es que es muy interesante. De este modo, los lectores se verán atrapados en una historia llena de aventuras, magia, dioses egipcios y, también, amor. Una de las cosas que más me han gustado del libro es que al final se haya incluido un glosario en el que se explican una serie de palabras egipcias, así como los dioses y diosas que son mencionados a lo largo de la novela, con lo que el lector, si en alguna ocasión se pierde, puede acudir a él e informarse.
Otra cosa que también me ha gustado mucho es la forma de contar la historia. El autor ha utilizado la vieja estrategia del manuscrito encontrado, aunque adaptado a los nuevos tiempos: el texto se supone que es la transcripción de un archivo de audio. Esto hace que la narración gane verosimilitud y que, además, el lector se sienta apelado una y otra vez a lo largo de la historia por los dos personajes protagonistas.
También gustará mucho a los lectores el retrato que se hace de los dioses. Algunos de ellos parecen personas normales y corrientes, con sus caprichos y sus tonterías, tal y como sucede por ejemplo con Anubis, que estoy segura que será uno de los que más gustará a las jóvenes lectoras. Creo que Riordan mantiene durante toda la novela la coherencia y las historias de los dioses están introducidas en los momentos correspondientes, además de que se crea un argumento sólido e interesante.
No es extraño, por lo tanto, que Disney haya comprado los derechos cinematográficos de Las Crónicas de los Kane, así que, tal vez, dentro de poco podamos ver en pantalla a Sadie, Carter y los dioses luchando contra el caos.

Elena Montagud.

Título: El Trono de Fuego
Autor: Rick Riordan
Traducción: Manuel Viciano
Serie: Las Crónicas de los Kane
Editorial: Montena
Págs: 410
Precio: 15, 95 €

16 noviembre, 2012

SHYLOCK ATACA DE NUEVO


Operación Shylock 
Philiph Roth


Apenas recuperado de los efectos alucinógenos del Halcion, un medicamento para combatir sus problemas de sueño tras una operación de rodilla, y previo a un viaje a Jerusalén para hacer una entrevista a su amigo, el escritor judío Aarón Appelfeld, con vistas a su posterior publicación en el New York Times, Philip Roth es informado de que alguien que se hace por él, está concediendo entrevistas a la prensa israelí y se propone la divulgación de una extraña teoría: el diasporismo.
La diáspora representa la expulsión del pueblo judío de la Tierra Prometida y su dispersión por el mundo. Frente a esta fuerza centrífuga, Thomas Herzl fundó el movimiento sionista que propugnaba, entre otras ideas, el regreso del pueblo elegido a Israel y la fundación de un estado judío como forma de acabar con el antisemitismo y la persecución a los judíos. Es conocido que las tesis de Herzl, pese a la incertidumbre y dudas que las rodearon en sus inicios, fueron ganando adeptos y finalmente se aceptaron internacionalmente tras el Holocausto.
La creación del estado de Israel, y el consiguiente desencadenamiento de sucesivas guerras ha supuesto uno de los mayores factores de inestabilidad en el mundo occidental moderno, hasta el punto de que el conjunto de pueblos árabes se opone a Israel y están dispuestos al exterminio judío, deseo que puede hacerse real cuando un país árabe tenga acceso a armamento nuclear. De ahí que surja una nueva teoría, el diasporismo, que defiende la necesidad de que los judíos de la diáspora, los hijos de los antiguos judíos europeos retornen a una Europa que les apoye y proteja, alejándolos así de su posible exterminio a manos de los árabes y de la inmoralidad de un Estado que, para sobrevivir, ha perdido toda referencia moral. De este modo los judíos, para seguir siéndolo, deben alejarse de su Estado, recuperando la idea del judaísmo tal y como se ha venido entendiendo a lo largo de la historia y que es, en esencia, el judaísmo de la diáspora, que ha traído al mundo logros como los que representan Freud, Einstein, Heine. Marx o Kafka, entre otras muchas brillantes mentes judías.
Cuando el Philip Roth auténtico viaja a Jerusalén se encuentra con el "falso" Philip Roth (idéntico físicamente, idéntico en su manera de actuar, en su voz, en su ropa, ..), pero hechizado por su némesis, evita denunciar a la policía la suplantación. Antes bien, el real Roth asume el papel del falso Roth y defiende entusiastamente el diasporismo ante un antiguo compañero de Universidad árabe al que reencuentra casualmente en la Ciudad Santa. Ambos Roth intercambian de continuo sus respectivas personalidades en una compleja competición mutua por anular al otro. El falso Roth acude a la habitación del hotel donde se hospeda el Roth verdadero, registrando sus pertenencias, éste se acuesta con la novia de aquél, etc.
Ambos acuden a las sesiones del juicio que tiene lugar para encausar a un ciudadano norteamericano de origen ucraniano a quien todas las fuentes apuntan como el despiadado Iván el Terrible, tristemente célebre en el campo de Treblinka. El juicio parece representar una justificación de los poderes del estado judío que no quiere dejar de jugar la partida del victimismo mientras comete atrocidades sin nombre. Víctimas o verdugos en ambos bandos actuando del modo que reprochan al otro campo.
Finalmente el falso Roth, que no ha conseguido ser aceptado por el verdadero, desaparece de escena y el Mossad propone a Philip Roth realizar una misión en Grecia gracias a la publicidad e interés que ha levantado el diasporismo en aquellos que parecen apoyar la causa árabe.
Esto es, en esencia, lo principal de un argumento complejo y con numerosas ramificaciones e implicaciones que van desde lo anecdótico, hasta las más profundas reflexiones sobre el estado de Israel, el papel de la revuelta palestina o el juego de espejos entre verdad y mentira.
La novela es lo suficientemente rica en detalles como para poder aproximarse a ella desde numerosos puntos de vista. Quizá uno de los más genéricos y que permite explicar la mayor parte de sus páginas es la idea de la dualidad. Casi cada elemento de la novela y cada personaje se explica por dicha dualidad. Dos Philip Roth que, por momentos, se fusionan al asumir uno el papel del otro. El árabe compañero de facultad de Roth en su juventud es ahora partidista y fanático, reproduce inconscientemente el esquema de lucha y odio que heredó de su padre y trata de inculcar en su hijo la misma semilla que rechazó en su juventud.
Los inofensivos taxistas árabes parecen capaces de las mayores atrocidades, mientras un fiero soldado israelí aprovecha la oportunidad de confesar a Roth sus contradicciones morales más profundas al tener que servir como soldado en un conflicto que apenas siente como propio mientras sueña con el fin de su servicio militar para emigrar a los Estados Unidos. Los más aguerridos defensores de la causa palestina parecen por momentos confidentes de los servicios secretos judíos y las locuras altruistas de un viejo inválido sobreviviente de los campos de concentración nazis que desea financiar con un millón de dólares el diasporismo, resultan no ser tan desinteresadas como se presumía.
Incluso la realidad histórica posterior a la redacción de la novela parece jugar a este festival de equívocos. Demjanjuk, el sospechoso de ser Iván el Terrible, aparenta ser un inofensivo hombre de familia, acompañado en el juicio por su hijo, representación de la vida familiar y religiosa que vivía en Estados Unidos. Roth lo considera, precisamente por esa normalidad, culpable de los terribles hechos que se le imputan Sólo quien ha cometido tales crímenes, quien ha vivido todas las emociones y furias en tan pocos años, como Iván el Terrible, puede quedar agotado y satisfecho, asumiendo una vida totalmente gris e inocua. Su vulgaridad es la mayor prueba de su culpabilidad. Y sin embargo, tras la inicial condena a muerte será absuelto al demostrarse que su condena se basó en pruebas falsificadas por la KGB.
Operación Shylock toma su nombre del personaje de El mercader de Venecia, la famosa obra de Shakespeare en la que aparece el prototipo de judío según los cánones del antisemitismo. Shylock es el prestamista judío que financia a Antonio, a quien odia, con el compromiso de que, en el caso de no recuperar su dinero, podrá cobrarse una libra de carne de Antonio. Pero de verdugo, pasa igualmente a víctima cuando el Dux de Venecia descubre que Shylock está involucrado en una conspiración contra su poder lo que da lugar a la conversión de verdugo en víctima y al inolvidable discurso: ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?”.

Shylock representa al judío avaro, egoísta pero, al tiempo, representa a la víctima del odio gentil y es esta contradicción la que planea constantemente sobre este libro de Roth. Desde el punto de vista de Roth, empeñado en ofrecer su visión del judaísmo a lo largo de toda su obra, éste será el principal tema de su novela. Sin embargo, como gran escritor que es, Operación Shylock alumbra más contradicciones y juegos de espejo ajenos a lo judío, que convierten su lectura en un constante examen de conciencia al lector atento; así, las contradicciones que todos acarreamos y el modo de superarlas, la alternativa entre apariencia o realidad y un largo etcétera.
Su escritura meticulosa parece perder algo de pulso en algunos pasajes del libro dado que éste no se asienta en una estructura tradicional de la novela; conjuga extractos de la entrevista que mantuvo con Appelfeld, suprime el último capítulo escrito para la novela por otro en el que explica el motivo de dicha mutilación, jugando nuevamente con la dualidad entre ficción y realidad, con la novela que habla de la novela que sostiene en sus manos el lector. En definitiva, un Roth algo alejado del habitual pero igual de estimulante, capaz de atrapar el interés de quien le lee.

GWW

 Datos del libro
  • Nº de páginas: 464 págs.
  • Editorial: DEBOLSILLO
  • Lengua: ESPAÑOL
  • Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
  • ISBN: 9788497937559
  • Año edicón: 2011
  • Plaza de edición: BARCELONA

14 noviembre, 2012

DICKENS EN ITALIA


ESTAMPAS DE ITALIA
CHARLES DICKENS
Trad.: Jorge Cano y Celia Recarey
Nórdica Libros, 2012

Dickens realiza este viaje por Italia a lo largo del año 1844. En el prólogo, el propio Dickens nos advierte de lo que vamos a leer: «apuntes leves, meros reflejos en el agua». No encontraremos análisis políticos, disertaciones sobre arte, historia y cultura en general. Tampoco nos informa de sí mismo y de sus acompañantes, salvo en una primera descripción hilarante sobre la llegada del carruaje al Hôtel de l’Ecu d’Or, y la expectación ante los viajeros conforme descienden del vehículo: la esposa, su hermana, dos niños y dos niñas, dos niñeras, y  finalmente, el autor.
Dickens muestra en todo momento una curiosidad sin límites, una capacidad de observación enorme, y anota todo lo que le llama la atención, que a veces son gestos, ropas, comportamientos, voces, paisajes, clima, edificios, costumbres, fiestas,…además de trasmitirnos las sensaciones que le producen en su ánimo.
Narra rápidamente el trayecto durante el cual cruza Francia camino de Italia, en pleno verano; pero se detiene sobre todo en Avignon, donde visita el Palacio de los Papas, en ese momento convertido en cárcel y cuartel militar. Le impresiona enormemente la visión de los calabozos y sobre todo  la sala de tortura de la Inquisición (la Salle de la Question). Pero casi le impresiona más la vieja bruja gesticulante que le sirve de guía y que con sus comentarios traza una vívida imagen de lo que allí sucedía.
En Marsella embarcan para Génova, y la descripción de la ciudad portuaria, cuna de grandes navegantes, se abre ante sus ojos, generosa en contrastes, pintoresca y magnífica, aunque la primera impresión es algo depresiva: «la vista (desde su ventana) es una delicia, pero por el día hay que mantener cerradas a cal y canto las ventanas, o los mosquitos te llevan directo al suicidio. De las moscas mejor no hablar. De las pulgas: su tamaño es un prodigio» de los gatos que mantiene a raya a las ratas; las lagartijas, escorpiones, escarabajos y ranas, mejor no explayarse, pero lo dice. Las edificaciones le resultan chocantes, la suciedad en general, también. Pero eso es algo a lo que se acostumbrará después. Los juegos populares, como los bolos y un juego parecido al de los chinos, y sobre todo, la avidez con la que se entregan a ello los jugadores. Largas descripciones de palacios de la Strada Nuova y la Balbi, arquitectónicas y luego, del uso que los italianos le dan a esos palazzos. Los teatros, la cantidad de iglesias, de sacerdotes, frailes, jesuitas, etc. es otra cosa que le resulta llamativa: es su primera visita a Italia. Los cementerios y enterramientos también es algo que a lo largo de todo el viaje recabará su atención, y en general, todo el mundo cultural católico, que él, como anglicano, encontraba curioso.
Parma, Módena y Bolonia son las siguientes ciudades que visita. Le es extraño «caminar por estos lugares que están en una siesta continua al sol», donde la pereza impera. «Siento que me estoy empezando a oxidar», nos dice. Describe minuciosamente los paisajes de viñedos, las pequeñas ciudades, las dos famosas torres inclinadas en pleno centro de Bolonia. De allí –la estancia fue de paso― llega a Ferrara, que le causa una desagradable impresión: solitaria, despoblada y desierta, con su enorme castillo ―donde decapitaron a la Parisina y su amante―en el centro de la ciudad. La casa de Ariosto y la prisión de Tasso son sus visitas.
De allí pasa a territorio austríaco y dedica un delicioso capítulo que titula Un sueño italiano,  planteado como una onírica visita a Venecia. La llegada, de noche y en barca, deja en él una profunda huella, la llama «ciudad fantasmal», navegando por sus canales silenciosos y oscuros lentamente, viendo surgir palazzos e iglesias, brotando del agua; la Catedral de San Marcos y el Campanile  son los edificios que más le impresionan de todo su viaje, quizás por ese aire tan oriental de la catedral véneta. « Allí, en la errática confusión de mi sueño, vi al viejo Shylock […], alguien que parecía ser Desdémona se asomaba a una celosía […]el espíritu de Shakespeare flotaba sobre las aguas, pululando por la ciudad».
Vuelve hacia Milán, pasando por Verona y Mantua. De Verona tiene amables comentarios de su anfiteatro y la casa y tumba de Julieta. Mantua la recorre pronto, no le gusta especialmente, y sigue viaje rápido. Milán le parece una estupenda ciudad, que también abandona pronto. Tras los lagos, Suiza, y Francia, en un retorno a Inglaterra por breve tiempo.  
Vuelve después, ahora a Roma, pasando por Pisa y Siena y visitando, completamente subyugado, las canteras de mármol de Carrara. Lo que le extraña y gusta de Pisa es que el conjunto arquitectónico (catedral, torre y baptisterio) esté aislado en medio de la campiña. Y la enormidad de mendigos que llenaban las calles de Pisa. En general, los mendigos es otra de las impresiones fuertes de su viaje. Cuando llega a Nápoles es el acabóse, los mendigos institucionalizados, casi podríamos decir, los lazzaroni.
La primera impresión de Roma es que le recuerda a Londres. Quizás la cúpula de San Pedro evoca en él el recuerdo de Saint Paul’s . Pero esa imagen pasa pronto y Dickens sufre de golpe el síndrome de Stendhal, al ver el Coliseo, el Foro, «un desierto de decadencia, sombrío y desolado más allá de toda expresión» o al mirar la cúpula de San Pedro desde dentro de la basílica, aunque no le parece «religiosamente impresionante ni emotiva». De Roma casi le atraen más las manifestaciones populares, el desfile de Carnaval, el Moccoletti, las celebraciones de Semana Santa que observa con curiosidad, y el bambino milagroso, la impactante iglesia Sto. Stefano Rotondo, las catacumbas, la via Apia, presencia una ejecución pública con guillotina,…Visita Tívoli, Villa d’Este, el templo de la Sabina,…
Nápoles pone la puntilla a este viaje maravilloso. La enloquecida y caótica ciudad, llena de lazzaroni, gente ruidosa y gesticulante, calles sucias y peligrosas, iglesias, palacios, la ópera,…todo ello vigilado por la sombra del Vesubio humeante. No puede irse sin subir al monte sagrado, acercarse lo más posible al fuego eterno que ruge en su interior. El relato de esa excusión, como las de Pompeya y Herculano, no tiene desperdicio. Retorna por Florencia, cuya plaza y Palazzo Vecchio, plenos de magnificencia y señorío.
En suma, un delicioso relato pleno de interés, de humor, de reflexiones curiosas, de emotividad, que comprenderá inmediatamente cualquiera que haya visitado esos lugares y por el contrario, quien no lo haya hecho, se sentirá motivado a viajar para verlo. Buena edición, portada muy bien elegida.

Ariodante






11 noviembre, 2012

AMOR ENVENENADO


AMOR ENVENENADO (BEATRIZ, INVESTIGADORA LICENCIOSA)

JOAQUÍN LLORÉNS


Alberto, padre adoptivo y mentor de Beatriz, le encarga un nuevo trabajo a la atractiva, intrépida y casquivana joven. Alguien, aprovechando la ausencia por vacaciones del gerente, ha robado más de tres millones de euros del dinero negro guardado en la caja fuerte de Promocastro, una promotora de Cantabria de la que Alberto es socio. La opacidad fiscal del dinero hace inviable denunciarlo a la Policía. Betariz viaja a Santander usando como tapadera el cargo de auditora interna, ya que la limpieza del robo parece apuntar claramente a un trabajo hecho desde dentro… hasta que la investigadora licnciosa se topa con un cadáver. La intervención de la Guardia Civil es inevitable. Pero, ¿son el ladrón y el asesino la misma persona? A partir de ese momento, y en paralelo a Ramón Sigüenza, guardia civil de la comandancia de Santander, rastreará por toda la ciudad los pasos del criminalque siempre parece ir dos pasos por delante. Auxiliada por sus, siempre a punto, armas de mujer, irá introduciéndose en los turbios negocios inmobiliarios de Cantabria, donde el amor se compra en efectivo. Sus métodos poco ortodoxos le harán seguir la pista del diner ohasta los oscuros callejones de Amsterdam, donde, quizás influenciada por la embriaguez del hachís, sentirá en su nuca el aliento de una sombra. Poco a poco, su impetuoso empuje y la proximidad de la verdad provocarán que navajas y revólveres apunten en su dirección con intención asesina.

«Caminé hasta Castelar y, dejando a mi derecha el paseo Pereda, recorrí el paseo en paralelo a Puerto Chico admirando las casas señoriales, las barcas en la rada y disfrutando del bullicio callejero. Con buen ánimo ascendí por la cuesta de la avenida de la Reina Victoria, próxima al monolítico palacio de festivales, y seguí por ella hasta llegar a la península de la Magdalena. El lugar era un hervidero de gente paseando y tomando el sol en la playa de Bikini”.


Amor envenenado (Editorial Baile del Sol, 2010) es la segunda entrega de la saga protagonizada por Beatriz Segura (investigadora licenciosa), escrita por el autor bilbaíno Joaquín Lloréns, afincado en Mallorca. Aunque es una saga, las novelas que se han publicado hasta la fecha sobre la misma, pueden leerse independientemente pese a que algunas veces nos encontremos con algunas citas pertenecientes a la primera entrega protagonizada por esta singular investigadora, Citas Criminales, que no despistan la atención del lector pues son meras alusiones.

En esta ocasión nos trasladamos a Cantabria, concretamente a Santander, a donde le envía su padre adoptivo y mentor, Alberto. Es encargada de investigar la desaparición de algo más de tres millones de euros en una de sus empresas, Promocastro, dirigida por su socio Bernardo.  En el primer capítulo nos encontramos a la protagonista en Laredo, en uno de cuyos domicilios estaba haciendo una investigación por su cuenta y se encuentra con la macabra sorpresa de la aparición de un cadáver. A partir de ahí, daremos un salto en el tiempo en el que iremos conociendo los acontecimientos, desde que le encargan el seguimiento de la pista del dinero robado y cómo  aparece por Promocastro para realizar una auditoría. Pista que su instinto le hará trasladarse hasta Ámsterdam pues cree que en esta ciudad holandesa puede haber indicios del dinero robado.

La historia será narrada en primera persona por Beatriz pero, pasados unos capítulos, el lector se sorprenderá porque se encuentra con que la forma de narrar ha cambiado. Sigue en primera persona, pero el narrador es otro, el sargento de la Guardia Civil Ramón Sigüenza. A partir de este momento los narradores se irán alternando. De esta forma vemos cómo avanza la investigación que será relatada por ambos narradores y así vamos conociendo cómo se suceden los hechos desde el punto de vista de la intrépida, atractiva y frívola Beatriz, a quien el riesgo para esclarecer los acontecimientos le seduce, y cómo lo interpreta el sargento Ramón Siguënza, siguiendo las pautas que le marca su sentido profesional. Las investigaciones de ambos se ensamblarán finalmente hasta formar el puzzle con el que darán por resuelto el caso.

La novela está estructurada en treinta y cinco capítulos y nos mantendrá intrigados hasta el final cuando conozcamos, con sorpresa incluida, quién asesinó a los dos empleados de la promotora y la autoría del robo del dinero negro. Un desenlace que nos llevará hasta la localidad de Noja, en Cantabria. El autor utiliza un lenguaje característico del género, con sus dosis de humor e ironía. Será constante, a lo largo del relato, el empleo de las nuevas tecnologías pues vemos cómo Beatriz utiliza el messenger para poner al día a Alberto de sus avances en las investigaciones.

Por medio de la protagonista, sobre todo, iremos conociendo a los personajes que intervienen en esta novela. Tras presentarse en la promotora como una auditora para descubrir qué pasó con el robo del dinero de la caja fuerte de la empresa, iremos conociendo a los empleados de la misma, pues todos serán investigados como sospechosos, así como a Bernardo, el gerente de la empresa y socio de Alberto, de quien Beatriz también dudará pues se extraña de la posición económica de este cincuentón, casado y con dos hijos pero que mantiene una relación extraconyugal con su secretaria, Mónica. Posee un buen yate en el que se codea con los especuladores que hacen negocio con él y a los que invita a navegar por la costa cantábrica. Embarcación que le sorprenderá a la protagonista pues ella también será invitada a una de esas travesías y se pregunta cómo puede llevar este tipo de vida el socio de su padre adoptivo. También conoceremos a Javier García, un guardaespaldas que le salvará de un atraco y se lo encontrará en más de una ocasión y a Roberto y Marta, mayordomo y cocinera de la casa que tiene su padre adoptivo en Denia (Alicante), a quien conoceremos en el último capítulo.

Joaquín Lloréns, con esta segunda entrega de Beatriz, investigadora licenciosa, nos engancha desde el principio pues los acontecimientos se irán complicando y Beatriz se verá inmersa en algún que otro compromiso. Dinero negro, asesinatos, sexo de alto voltaje, posibles sospechosos del robo, especulación financiera, y alguna que otra sorpresa que nos llevaremos son los ingredientes de esta novela negra, típicos del género, aunque con la nota innovadora de ser dos los narradores de los hechos, la constante alusión a marcas de productos utilizados por los personajes  y el hecho de que sea una mujer la investigadora del caso y no un hombre, como suele ser habitualmente.

Amor envenenado es una novela cuya lectura recomiendo a los seguidores de este género o a quienes quieran familiarizarse con él, pues el lector se encontrará con una nueva forma de narrar los hechos que se van sucediendo en el relato.

El autor:

Joaquín Lloréns nace en Bilbao en 1962 y es licenciado en Ciencias Empresariales. Tras trabajar como galeote en una multinacional del sector de la consultoría,  a finales de los ochenta traslada su residencia a Mallorca junto con la también escritora Inés Matute. Sus principales frutos literarios han sido la serie de novelas de Beatriz, una investigadora no profesional  y de personalidad algo excéntrica en sus relaciones afectivas. La primera, Citas Criminales, ha sido publicada también por la editorial Baile del Sol. Están a la espera de imprenta Política criminal y Venganza Criminal. Actualmente trabaja en la quinta novela de la serie, Crimen de lesa majestad.

Ha escrito y publicado cuentos y artículos en “La bolsa de pipas” y en “Quehacer editorial”, y ha participado en diversas antologías poéticas. Es miembro activo de RIEPA (Red Internacional de Editores y Proyectos Alternativos) donde mantiene activo un blog.

Francisco J. Portela

Título: Amor envenenado (Beatriz, investigadora licenciosa)
Autor: Joaquín Lloréns
Fotografía cubierta: Alejandro Zenker
Editorial Baile del Sol, 2010
ISBN: 978841509060
Nº páginas: 303 

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

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