04 agosto, 2012

LEONES


LOS LEONES DE AL-RASSAN

GUY GABRIEL KAY




De la mano de uno de los autores más reconocidos de la literatura fantástica, esta novela, ambientada con gran cuidado en el Al-Ándalus de la España medieval, nos evoca con maestría la figura de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid. En ella, disfrazadas con la pátina de un mundo imaginado, se nos muestran las tres culturas que convivían en aquella época de la mano de los hombres, mujeres y niños que pueblan sus páginas.
Kay hace gala de sus extraordinarias dotes narrativas para trasladarnos a unos paisajes conocidos y a la vez camuflados en las tierras de Al-Rassan. Pero donde destaca con una fuerza innegable es en la creación de sus personajes, que resaltan de una forma increíble desde las primeras páginas. Los tres protagonistas principales eclipsan con unas personalidades arrolladoras a todo un universo de personajes secundarios que, aunque formen parte de la historia en menor medida, no por ello carecen de una personalidad propia y de un relieve que nos hace verlos como personas reales más que como elementos de una novela.
En esa capacidad para desarrollar y dar profundidad a los personajes se cimenta la extraordinaria calidad de este autor canadiense. Con su prosa cuidada, exquisita y fluida, nos captura de tal forma que nos vemos sumergidos en una historia apasionante, llena de escenas emocionantes y memorables que hacen que disfrutemos la lectura de esta novela con verdadera pasión.
Sus diálogos lúcidos, inteligentes y cuidados nos conducen por las relaciones sentimentales de tres personas que se ven envueltas en una historia de aventuras y política, cruel y a la vez tierna, que se va desgranando poco a poco, y que va avanzando a través de episodios de un dramatismo tan bien realizado que nos sobrecogen el alma en más de una ocasión.
Todo esto, que parece encaminado a hacernos pensar que estamos ante una de las mejores obras de la literatura que podríamos encontrar, se viene abajo en las últimas páginas de la novela. En ellas, el cuidado hilo argumental se frena en seco, desaparece. Y cuando pensamos que estamos acercándonos al nudo de la novela, ésta termina bruscamente. En el último capítulo y en el epílogo destroza literalmente todo lo conseguido hasta este momento.  Ahí ya no hay novela. Ahí hay una simple enumeración de hechos, sin mucho sentido, que culmina en una situación absurda que es el epílogo.
Han sido 440 páginas gloriosas, de las mejores que he leído jamás en cualquier tipo de literatura, tanto en las descripciones, como en los diálogos y en la trama argumental,  pero la forma de terminar la novela es algo que escapa a mi comprensión de lector. No sé si se cansó de escribir esta historia, si se vio presionado para no alargarla al doble, que es lo que habría requerido, o si pensaba convertirla en una saga y se arrepintió. Fuera lo que fuese lo que le pasó por la cabeza cuando escribió las últimas 35 páginas, más valdría que no hubiese pasado. Es una verdadera pena.

Pocas veces en mi vida he cogido una novela con tantas ganas como esta. Esto era debido a la  curiosidad que tenía por ver como había enfocado una especie de adaptación del mito del Cid uno de los autores que más respeto en la literatura fantástica.
El libro, con sus casi 500 páginas, prometía dar cumplida satisfacción, y nada más empezar a leerla, cuando me sumergí de lleno en su prosa rica, fluida y evocadora, empecé a relamerme como un gato goloso. Aquello parecía que no me iba a defraudar nada. Todo lo contrario.
Conforme avanzaba, el paisaje se desplegaba ante mí, y casi me parecía estar oliendo los perfumes embriagadores de los jardines de La Alhambra, o el aire seco y dulce de la estepa castellana, con los rastrojos recién segados. Porque Kay, aunque cambie el mapa, y cambie los nombres, sabe pintarnos de tal manera cualquier geografía que hace que cada rincón sea perfectamente reconocible.
Y en esas tierras de Al-Rassan, con una maestría que hace que cada palabra sea una pincelada en un retrato increíblemente vívido, los personajes se mueven solos, cobran vida propia, e interfieren unos con otros con unos diálogos magistrales, que te llegan muy adentro, haciendo que vivas cada sentimiento, cada emoción, y cada pensamiento. En especial los tres protagonistas, uno de cada una de las tres culturas que poblaban la península en aquella época y que el autor es capaz de recrear en un mundo en paralelo con una habilidad realmente increíble. Pero no solo ellos destacan del papel y cobran vida, sino que  cada uno de los seres que pueblan esta novela están vivos, son personas, perfectamente reales y creíbles.
La novela progresa, avanza bien, directa, con una trama argumental bien llevada. Compleja e interesante, da lugar a unas situaciones y unas escenas memorables. Te hace llorar, te hace reír, te emociona, porque Kay es un verdadero maestro a la hora de hacerte sentir en la piel de sus personajes.Vamos avanzando, capítulo a capítulo. La trama se va desarrollando ante nuestros ojos, y se va complicando. Llegamos a la página 400, queda muy poco. Y te plantas. Frenas en seco. Piensas que no puede ser, que es una novela auto conclusiva, o por lo menos así te la han vendido. Pero piensas que en menos de 100 páginas esto no se resuelve. Eres lector avezado y sabes lo que es una novela y una trama argumental. Ni siquiera ha avanzado por el nudo, mucho menos se ha llegado al desenlace. Y las páginas se acaban, cada vez quedan menos. Continúas. Página 440. Hasta ahora has disfrutado de una de las mejores novelas que has leído en tu vida, sea del género que sea, y has pasado por un punto de un dramatismo increíble, que te ha tenido con el corazón en vilo. Se ha solventado de una forma demasiado convencional. Bueno, veremos qué pasa a continuación, como lo soluciona.
Sigues leyendo, y cuando acabas de leer las últimas 35 páginas, porque eso es lo que te queda de la novela te dices: no es posible. No me lo creo. Vuelves a leerlas, alucinando.
Y compruebas, con enorme desaliento, como un autor puede destrozar y cargarse una de sus mejores obras en tan poco tiempo. En esas 35 páginas, no hay novela, no hay libro, no hay narración. Solo hay una correlación de hechos sin sentido, contados de mala manera, para dar fin cuanto antes  a una gran obra que había cogido una magnitud quizá no deseada por el autor, pero indudablemente deseada por cualquier lector. Y del epílogo no hablo, casi lloro.

Ángeles Pavía

FICHA TÉCNICA
Título: LOS LEONES DE AL-RASSAN
Autor: GUY GABRIEL KAY
Editorial: LA FACTORIA DE IDEAS
Páginas:477
ISBN: 84-9800-464-9
Género: Novela / Fantasía Épica

No hay comentarios.:

¡Sálvese quien pueda! - Andrés Oppenheimer

¡Sálvese quien pueda! El futuro del trabajo en la era de la robotización. Oppenheimer siempre me ha llamado la atención, si bien no he sid...