PARÍS NO SE ACABA NUNCA
ENRIQUE VILA-MATAS
Compactos Anagrama, 2003
Este libro se construye sobre el
esqueleto de una conferencia leída durante tres sesiones por el autor (figurado
o no) de estas páginas, tomando como objeto de disertación la ironía y sus implicaciones
en el trabajo del creador literario. Ciertamente este tema cede en breve
espacio a la narración de los comienzos como escritor de Vila-Matas, o lo que
es lo mismo, al nacimiento a la vida y posterior formación de este novel
artista cachorro.
La admiración por Hemingway (el
autor cree encarnar no sólo el espíritu del narrador americano sino incluso su
propio aspecto físico, asunto a todas luces descabellado para quienes conocen a
ambos) le lleva a desplazarse a París en las postrimerías del franquismo desde
su Barcelona natal protegido por un periodo de gracia concedido por su padre
que sufragará los gastos durante un periodo limitado con la esperanza de que su
hijo se desengañe de su futuro como escritor y retorne a la prosaica y ordenada
vida familiar que de él se espera.
En París fue donde se forjó el
talento de Hemingway , el que aprendió los secretos de la escritura (su famosa
teoría del iceberg), el que vivió penurias y glorias, el que tuvo encuentros
con talentos como Steiner, Scott Fitzgerald, el que escribía sobre el mármol de
las mesas en terrazas de cafés acogedores, el que antes de volver a casa
compraba un par de botellas de vino barato para engañar el hambre. Y por esos
mismos vericuetos decide internarse nuestro protagonista a la caza y captura de
una genialidad que intuye al alcance de su mano aunque no sepa cómo atraparla.
Se instala una pequeña e
insalubre buhardilla alquilándola ni más ni menos que a Marguerite Duras, quien
al enterarse de su intención de convertirse en escritor (astutamente silencia
cualquier referencia a su admiración por Hemingway) recibe, junto a una sonrisa
condescendiente, una cartulina en la que la escritora le ofrenda el guión al
que debe someterse cualquier obra literaria y en el que se recogen términos como
ambiente, registros lingüísticos, unidad, estilo, muchos de ellos desconocidos
por su arrendatario que, sin embargo tratará de familiarizarse con ellos o
dotarles de un significado relevante en su labor creativa. .
Se inicia así el camino que
convierte al conferenciante en un autor literario verdadero, aún a pesar de su
total y absoluta confusión en lo que a aspectos creativos se refiere durante
estos comienzos titubeantes.
En estos años, aprende con gran
esfuerzo la explicación de muchos de los requisitos referidos por Duras para la
confección de una novela digna, pero el proceso es largo y tortuoso. Debe
aprender a renunciar a la imagen que se ha forjado del intelectual o del
bohemio como la de un personaje atormentada por la melancolía, la seriedad, el
altísimo nivel de exigencia moral, el desprecio a lo popular o vulgar, la
distancia. Despreciar la risa (la ironía), vestirse de negro, usar gafas negras
y sentarse en terrazas para aspirar a ser visto leyendo a los más ocultos de
los poetas malditos envuelto en el humo de una pipa.
Aprende a convivir con estos
sentimientos confusos pero los entrevera con relaciones sexuales
inconvenientes, con la vida bohemia de muchos de sus amigos con los que tiene
ocasión de aprender una nueva forma de vida más optimista, más vital. El cine
francés, sus amistades extravagantes con la colonia española y latinoamericana,
las fiestas de Paloma Picasso, asistir a conferencias de Borges en librerías
clandestinas, ...
Nuestro autor va creciendo como
artista sin percibirlo, esa es la mayor ironía de todas las que pueblan el
texto. Su experiencia altera su percepción del mundo y, por tanto, su modo de
volcarlo en un texto. Pese a que continua dedicado a la escritura de una novela
que carece en gran medida de estos caracteres (La asesina ilustrada),
que configura la antítesis de lo que está surgiendo en su interior, su
crecimiento interior es paralelo a su crecimiento como artista.
En alguna ocasión se sorprende
reflexionando sobre la opinión ampliamente extendida de que un autor debe tener
experiencias vitales sustanciosas que le enriquezcan para poder crear un mundo
propio, característico, y considera que él carece de dicho mundo y sólo puede
suplirlo mediante imaginación y esfuerzo. Sin embargo, otra ironía, esa
experiencia la está viviendo y le está moldeando; y, al poner punto y final a
su primera novela está ya dispuesta a aflorar.
El regreso a Barcelona, no es
signo de fracaso – ha sido engañado por una mujer pagada por su padre para que
le enamore y le devuelva al hogar familiar – sino el símbolo de que su tiempo
de aprendiz ha finalizado.
El estilo del autor facilita la
lectura, sobrio y claro, accesible pero sin que ello implique renuncia a un
alto nivel de exigencia formal y de fondo. ¿Por qué escribir?¿Qué se adivina en
un texto? Pero también, qué es la vida y cómo nos enriquece seamos artistas o
menestrales, son algunas de las preguntas que plantea esta lectura.
Al igual que ocurre
con Bartleby
y compañía, Vila-Matas escribe sobre la Literatura y puebla su texto de
innumerables referencias literarias. Hemingway, Duras, Borges, Unamuno, Eduardo
Mendoza o Kafka se pasean por sus páginas dejándonos reflexiones y anécdotas
que harán disfrutar a cualquier amante de la Literatura y sus mundos paralelos.
Deslindar qué es puramente autobiográfico y qué recreación literaria, forma
parte de ese juego de ironías que se nos propone desde un principio.
GWW
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